Por Mikel “Cthulhu” .


Monumental. Si tuviera que resumir con un solo adjetivo la esencia de un álbum como Through Silver In Blood probablemente sería ese. Pero estaría disparando corto, muy corto, frente a la verdadera dimensión de uno de los discos más importantes de la década de los 90 y cuya influencia marcaría a fuego el nuevo siglo por venir, empezando por la impronta imborrable que dejó en el que escribe estas líneas y su manera de entender la música. Y por ende la vida. El legado de Neurosis no fue, es, tan sólo el de alumbrar un nuevo género, el Post-Metal, que siempre se les quedó pequeño, ni tan siquiera el de apuntalar otro emergente como era el Sludge, sino dinamitar lo establecido para elaborar un discurso que tenía tanto de musical como de filosófico, esa opacidad trascendente donde el oyente se convierte en algo más que en un objeto pasivo y debe pelar las diferentes capas de lija y simbolismo para alcanzar una verdad que no es nuestra por derecho, sino el privilegio de quien se atreve a escudriñar la negrura. Esa misma filosofía que mueve a bandas tan dispares (en la forma) como Sunn O))), Gorguts, Portal o Deathspell Omega tienen en Neurosis y su Through Silver In Blood a sus predecesores, y sin ellos no se entendería la vía experimental e inasible que el terrorismo sonoro tomaría en el siglo XXI.

El quinto álbum de los californianos fue especial por muchos factores. Cumplían una década desde que sacaran su primera demo en el 86, y tras el viraje sonoro protagonizado por los excepcionales Souls At Zero (1992) y Enemy Of The Sun (1992), editados ambos a través de Alternative Tentacles (el sello de Jello Biafra) y en los que el Hardcore/Crust de sus inicios iba dando paso a un tapiz mucho más vasto, había una sensación casi palpable de que el siguiente paso podía llevar a Neurosis a una nueva dimensión. Por otro lado Through Silver In Blood iba a ser el debut de la banda para Relapse Records, actualmente uno de los sellos metálicos más importantes del planeta y que por aquel entonces contaba ya con nombres de la talla de Suffocation, Amorphis, Incantation, Brutal Truth o Disembowelment. Y lo más importante, Neurosis encajaba todas sus piezas con la incorporación de Noah Landis como responsable de los teclados y samples, apuntalando esa mutación en su propuesta donde los efectos, ambientaciones y progresiones iban a ser tan importantes.

En lo musical estamos ante un disco único por su multirreferencialidad y al mismo tiempo por la personalidad que atesora, una batidora visionaria donde hay cabida para las rítmicas tribales, el Doom, el Folk crepuscular, el Sludge, el Metal Industrial de Godflesh y las dolientes sonoridades de los Swans, y que a pesar de estos referentes es capaz de auparse como una obra capital por sus propios méritos. El quinteto, que a partir de este disco emprendería una senda más cinemática y enfocada a las transiciones fluidas, crea aquí un altar al manejo y explotación de las tensiones como nunca se había visto hasta entonces, y que dio como resultado su obra más arisca, ciclópea y amenazante.

La grandeza de Through Silver In Blood, más de una hora de fisicidad trascendente, se aúpa sobre los pilares que forman Purify, Aeon y el tema que da nombre al disco, tres composiciones que se van a los doce minutos de duración, se encuentran entre lo mejor que jamás hayan compuesto Neurosis y por extensión se tornan esenciales para entender la historia oculta de los 90. Jason Roeder aporreaba su batería como poseído por algún demonio africano mientras Dave Edwarson elevaba el conjunto rítmico a la categoría de incidente sísmico, Noah Landis se bañaba en capas de lodo y lija y la dupla Steve Von Till / Scott Kelly dinamitaban cualquier discusión sobre técnica a base de puro fuego primordial y tectónica a las seis cuerdas, todo ello bajo la batuta de un Billy Anderson que conseguía aquí una de sus mejores producciones. Además la pareja de hachas barbudos se desgañitaban predicando lo que a oídos de un servidor sonaba como la jodida verdad del Universo. “Llamas como cuchillas / en la tierra, punzantes / sagrada lujuria abrasadora”, cantan en una Purify que es como un puñetazo en el estómago. Aeon lanzaba unos riffs que te aseteaban por oleadas, marea sónica marca de la casa capaz de triturarte bajo toneladas de presión, zarandearte como un muñeco de trapo o mandarte de una patada a las estrellas en su tramo final, y que aún hoy sigue poniendo los pelos de punta. Incluso los temas más intimistas encajaban a la perfección en el álbum, caso de Strenght Of Fates, y si a ello le añadimos la potencia abrasadora del “single” Locust Star nos encontrábamos ante un disco imparable, imposible de encajar en ninguna escena y que se convirtió en una de esas obras capaces de marcar a fuego a toda una generación. Años después lo volverían a hacer con el cambio de siglo y el también imprescindible A Sun That Never Sets, pero como se suele decir, esa es otra historia. Ahora quedémonos con la de Through Silver In Blood, un relato de plata, sangre y revolución que cambió la música para siempre. Gracias, cabrones.