rory_2Situémonos en el tiempo. Semanas atrás habíamos comentado (Rory Gallagher. Los cimientos de la leyenda – Parte I: (1948-1972)) la trayectoria de Rory dejándolo en el momento en que, recién publicado su disco Live! In Europe, decidía hacer algunos cambios. El batería Wilgar Campbell se apeaba, en parte por su paternidad, y es sustituido por Rod De´Ath. Decidía además incorporar a un pianista a la formación para tratar de aportar más matices a las canciones. El elegido para el puesto era Lou Martin, músico de Belfast, recomendado por De´Ath, que había coincidido con él en la banda de blues rock Killing Floor.
En 1972 la carrera de Gallagher parecía ir viento en popa. Si el año anterior había sido reclutado como segundo de a bordo de todo un Muddy Waters para sus London Sessions, posteriormente, ejerció como guitarrista para las London Sessions del mismísimo Jerry Lee Lewis. Prensa, músicos, fans. Todo el mundo estaba a sus pies y su popularidad crecía y crecía. Y a la vez, su creatividad parecía ser inagotable.

Hoy trataremos de repasar de la manera más exhaustiva posible la etapa 1973-1974 que fue corta pero de las de mayor esplendor del irlandés. Tras la edición de Live! In Europe y su colaboración con el Killer, Rory no se duerme en los laureles y se mete en el estudio dispuesto a registrar nuevos temas. Los tiempos eran muy diferentes a los actuales y que un músico publicara un disco por año, no sólo no era extraño, si no que era bastante habitual.

Blueprint

blueprintEspoleado por el reto de trabajar con caras nuevas y de incorporar piano a su música, Rory da lo mejor de sí mismo y a principio de 1973 ve la luz Blueprint, otro gran título cargadito de futuros clásicos. Ya desde el inicio demoledor de Walk on Hot Coals se percibe que lo que vamos a degustar es el menú de siempre, pero añadiendo ingredientes, sin perder un ápice de la esencia. El tema de inicio es un arranque demoledor, con un Rod De´Ath demostrando que es un batería de primera y un Rory dejándose la laringe e interactuando con un Lou Martin que le añade cuerpo al sonido de la banda. De ahí pasamos a la más acústica Daughter of The Everglades y a Banker Blues, uno de esos blues acústicos con slide, armónica y piano honky tonk, muy tradicional y que tanto gustaban al guitarrista.

El trío inicial de canciones era una clara demostración de que nada había cambiado. Solamente que lo hasta ese momento había sido brillante, había pasado a serlo en mayor medida. Para mi gusto, de todos modos, la joya del disco, el tema que alcanza el sobresaliente sin discusión es Seventh Son of A Seventh Son, un tema largo de más de 8 minutos y que no se podría etiquetar como blues, rock o jazz, pero que contiene algo de esos tres estilos. Una canción nada simple y que demostraba que como compositor, Rory estaba a la altura de los más grandes y sabía ir mucho más allá de estructuras de verso-estribillo-verso. Con un halo de oscuridad, es en mi opinión, una de las composiciones más sobresalientes de su carrera. Completaban el listado de temas, Race The Breeze, otro blues con mucha clase y cerraban dos brillantes acústicos, UnmilitaryTwo-Step e If I had A Reason. Un disco de 8 canciones. Pero que 8 canciones!!!! Duro, directo, sin concesiones a la galería y con una banda que conservaba el toque de la anterior, pero mejoraba el producto final incluso.

En la reedición de 1999 de este disco, se incluyeron dos temas que, increíblemente, quedaron fuera del disco en 1973, dos temazos enérgicos y eléctricos (Stompin´ground y la versión de Roy Head, Treat Her Right) que debido al perfeccionismo del músico, se quedaron fuera para que la duración del disco no fuera superior a los 45 minutos y no se perdiera ni un ápice de calidad del sonido. Otros matarían por tener dos grandes canciones como esas en uno de sus discos. Gallagher, simplemente tenía tantísimo material de calidad que tenía que decidir cuál descartar. Como nota curiosa, y un tanto triste, cabe mencionar que el tema Banker Blues aparece acreditado como composición de nuestro hombre, pese a ser un antiguo tema de blues, popularizado por Big Bill Broonzy. En el negocio musical había muy pocos escrúpulos e incluso un músico como Gallagher, respetuoso al máximo con la música negra, firmó en solitario la canción sin compartir crédito alguno. Práctica, por desgracia, bastante habitual en aquel momento.

En forma, e ilusionado con su banda y componiendo canciones casi casi hasta cuando dormía, en el mismo año 1973, los cuatro músicos entran de nuevo en el estudio para dar forma a esa obra maestra que se titularía Tattoo.

Tattoo
Por lo general, casi todos los músicos en activo durante una cierto número de años, graban una serie de obras que perduran más y que suelen alternarse con otras que, por los más variados motivos, dejan menos poso entre los fans. Casi siempre que se habla de la discografía de los Stones, se destacan Sticky Fingers o Exile on Main Street. Si hablamos de Aerosmith, la tendencia es a destacar Rocks o Toys in The Attic. De Deep Purple siempre se resalta Machine Head. En la carrera de Zeppelin se hace especial énfasis casi siempre en Zeppelin II y el IV. Quizás no son los mejores títulos de esas bandas, pero han terminado por trascender más que otros. A veces porque contienen esas canciones que conocen hasta los niños (puede ser el caso del Machine Head de Purple). En otras ocasiones, el disco en cuestión viene acompañado de una muy bien alimentada leyenda sobre su creación (el caso de Exile on Main Street de los Stones es paradigmático). Pero por el motivo que sea, finalmente, dentro de la discografía de cualquier artista, siempre hay uno o dos títulos que con justicia o sin ella, llegan más lejos a nivel popular que el resto. En el caso de Rory, Tattoo, cumpliría esa función, quizás junto al Irish Tour 74, del que hablaremos más adelante.

tattoEl cuarto disco en estudio del guitarrista, se grabó en un momento dulce en el que tanto él como sus músicos atravesaban un momento de creatividad desbordante. A cada disco seguía una exitosa gira, lo cual no evitaba que el irlandés siguiera creando nueva música de manera incesante. Y mientras otros sacrificaban calidad para dar cabida a la cantidad, en el caso de Rory y los suyos, no solo no era así, sino que cada día que pasaba, sus canciones eran más y más redondas y el cuarteto ganaba en solidez y madurez. Si antes de conocer la figura de Gallagher me hubieran dicho que Tattoo era un recopilatorio, me lo hubiera creído. Porque la selección de temas es redonda. No sobra nada. Cada melodía, cada arreglo, cada estribillo, cada riff, etc. TODO está en sus sitio y en su justa medida. Es muy difícil destacar canciones porque el nivel es altísimo desde el primer minuto. Y no solo eso, sino que la experiencia ha hecho que en el estudio, su labor como productor sea cada vez mejor. Perfeccionista y extremadamente exigente logra aquí que todo suene tal como lo hace en su cabeza.

De un disco que empieza con Tattoo´d Lady y Cradle Rock, nadie en su sano juicio podría decir nada malo o negativo. Rod De´Ath se revela como el batería ideal para un disco de estas características. Tiene pegada, pero también finura cuando las canciones lo requieren. Le da al blues igual de bien que al rock and roll y junto con el infatigable Gerry McAvoy forma una base rítmica que permite que Gallagher haga rugir a gusto su Stratocaster sabiéndose con las espaldas bien cubiertas. El piano de Lou Martin viene a ser la guinda del pastel, el cuarto pilar sobre el que asienta ese sonido rocoso y recio que le otorga a este disco ese plus de atemporalidad. Sonaba a gloria en 1973, lo hace en el 2016 y lo seguirá haciendo dentro de 40 años.

A la dupla inicial, que se incorporará el repertorio de los directos de inmediato le siguen temazos como 20/20 vision y esa genialidad jazz-blues que es They Don´t Make Them Like You Anymore. Nunca dejó Rory de lado su pasión por el jazz. Y aunque nunca fue el estilo predominante en su música, nunca dejó de componer canciones con influencia jazzistica como esta pequeña joya. Livin´like a Trucker y Sleep on a Clothes-Line son dos temas de puro y duro rock´n´roll ideales para escuchar a buen volumen pinta de Guinness en mano. Cierra el disco una potente Admit It que pese a no ser precisamente uno de los temas más populares de la carrera de nuestro amigo, ejerce de brillante cierre. Dejó para el final dos canciones que a mi modo de ver merecen mención especial. Who´s That Coming? y A Million Miles Away. La primera de ellas empieza con una slide acústica a modo de intro, para dar paso a la Stratocaster y transformar el tema en un potente y largo blues eléctrico en el que Rory canta con más fuerza que nunca. Una de esas canciones con las que el autor se vaciaba en los escenarios. Realmente las vivía. Por el contrario, A Million Miles Away, es un tema más pausado, pero de algún modo, tanto o más intenso que Who´s That Coming? No es una tormenta eléctrica, pero la pasión que pone el guitarrista hace que el tema tenga un brillo especial. Al menos para un servidor. Un cierto escalofrío de emoción recorre mi cuerpo cada vez que la escucho. No pasa el tiempo por ella y nunca me aburro de escucharla por muchas veces que lo haya hecho.

Irish Tour 74

Tras el espectacular recibimiento del disco por parte de fans y prensa de todo tipo, Rory, consciente del gran momento de forma que atraviesa y de tener una fenomenal banda de apoyo, continúa en su eterna gira. Y consciente de que es el escenario el medio más adecuado para explotar todo el potencial de su música, organiza un pequeña gira por Irlanda que incorpora sobre todo dos novedades. La primera es que se desplaza con un equipo de grabación, que incluye cámaras ya que la intención es grabar los conciertos de cara a la futura edición de un disco en directo. Pero además, se quiere rodar un documental con muchas secuencias de directo, para lo cual un equipo de cine, con Tony Palmer al mando, siguió a Gallagher y su banda por Dublin, Cork y Belfast.

irish_tourLa segunda novedad importante es que el tour, por deseo del guitarrista, recalaría en Belfast. Algo que hoy en día no tendría nada de particular, pero que en 1974 era inaudito. En uno de los momentos cumbre del conflicto de Irlanda del Norte, con casi casi una especie de conflicto bélico entre el IRA y el gobierno británico, Belfast era casi casi una zona de guerra. Atentados, mucha violencia y presencia del ejército en las calles. A excepción de bandas locales, casi nadie se atrevía a ir a tocar a allí. Y mucho menos, estrellas consagradas, que directamente ni se lo planteaban. Pero Gallagher quiso tener un detalle con sus fans de aquella ciudad y allí se plantó dispuesto a rockear. Todo un hito en la historia de esa ciudad, que mostró su admiración por la valentía del músico. Éste, agradecido por el apoteósico recibimiento (se puede ver en el vídeo Irish Tour 74), recompensó la fidelidad de sus seguidores, como él solía hacerlo. Marcándose un conciertazo de esos que han quedado ya como uno de los momentos cumbre de la historia del rock. Un tipo sin igual.

Finalmente, de los conciertos de Belfast, Cork y Dublin, se extrajeron las canciones para dar forma al disco Irish Tour 74. Categóricamente puedo afirmar que se trata de uno de los mejores discos de la historia. Si alguien me pidiera elegir un disco, uno solo, que defina lo que es el rock, bien podría decir este. Pura fuerza, entrega, sudor, pasión y honestidad. Al contrario que en sus discos de estudio, en los cuales se solía decantar por sus propias composiciones, en directo, Rory Gallagher, solía rendir tributo a sus héroes e incorporaba versiones de otros músicos a su set list. En esta ocasión no iba a ser diferente. Y varias se incluyeron en el disco. El comienzo con un furibundo Cradle Rock (proveniente de Tattoo) da paso a una excelente interpretación de I wonder Who, de Muddy Waters. Sangrante blues eléctrico que pone la piel de gallina. No sólo homenajea a Waters, sino que también versiona a Tony Joe White en la fabulosa As The Crow Flies (un tema que el irlandés hizo suyo) y a J.B.Hutto en la espectacular Too Much Alcohol. El resto de temas, siendo gira de presentación de Tattoo, son de ese albúm. Además del mencionado Cradle Rock, se incluyen Tattoo´d Lady, Who´s That Coming y esa maravilla titulada A Million Miles Away. Además, se incluye una explosiva toma de Walk on Hot Coals, la canción que abría Blueprint, en el que la banda echa humo llegando a unos niveles de calidad muy difíciles de igualar. Podría hacer mover hasta al más apático de los mortales.

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Es muy difícil, e incluso absurdo, tratar de destacar una canción por encima de las otras. El nivel es de escándalo y además, a diferencia de otros directos de la época, en éste, no hay relleno de solos o de alardes de virtuosismo para tratar de alargar la duración. Haciendo un símil anatómico, lo que contiene el disco es puro músculo, sin grasa. 100% de minutaje aprovechable. Para redondear la jugada, la publicación del disco vino acompañada del estreno en cines de la película-concierto Irish Tour 74. Como había comentado, el tour fue filmado por un equipo de cámaras comandado por Tony Palmer. Inicialmente, la idea era preparar un programa especial con vistas a ser emitido por la BBC. Pero Palmer, tras ver el material filmado se convenció de que tenía pura dinamita en sus manos y decidió cambiar de planteamiento y ofrecer el documento a algún estudio para ser estrenado en cines. Finalmente, así fue, y en los cines, sobre todo británicos, miles de fans pudieron comprobar el torbellino que Rory era en escena y que, por tratarse de conciertos en su amada patria irlandesa, alcanzaba, si cabe, niveles de intensidad superiores a los habituales. Lo bueno es que no se trataba solamente de trasladar trozos de conciertos a la gran pantalla, sino que además, se aderezaba con entrevistas, trozos de jams de Rory y su banda, tomas en backstage o secuencias del guitarrista ensayando. Se plantea, lógicamente, que la película sirviera, de apoyo promocional al disco y años después, se editó en formatos domésticos (en VHS primero y en DVD y Blu-Ray más tarde) siendo hoy uno de esos conciertos imprescindibles en la videoteca de cualquier rockero de bien. En 2014, coincidiendo con el 40 aniversario del disco, Sony, en su sello Legacy Music, publicó una jugosa edición Deluxe con 7 CD´s (los conciertos completos de Cork, Belfast y Dublin, así como el CD City Hall In Session) y 1 DVD, que es una gozada y permite vivir, de alguna manera, la experiencia de esta gira tan especial.

Podríamos decir que a finales de 1974, Rory Gallagher estaba en la cima del mundo. No era el artista más vendedor. Y definitivamente no competía con el glamour de un Jagger o la sofisticación de un Jimmy Page, pero era idolatrado por sus fans, adorado por la prensa y respetadisimo por sus colegas. Eso si, casi nadie quería tocar tras él en ningún festival. Dejaba el listón tan alto que al público, por lo general, le sabía a poco lo que viniera después.

Rory meets The Rolling Stones
Por esta época, además, se cruzaron por momentos, las vidas de nuestro irlandés favoritos con, nada más y nada menos, que sus majestades, The Rolling Stones. Los Stones, tras haber publicado It´s Only Rock and Roll, atravesaban una pequeña crisis (una de tantas) al abandonar Mick Taylor la nave. Jagger y los suyos, comenzaron a probar a posibles sustitutos. Y aunque nunca se han dado demasiados detalles, Rory fue uno de los candidatos pese a que posiblemente, ni siquiera se le hizo audición alguna como tal. Parece ser que recibió la llamada de los Stones, simplemente para tocar algunos temas juntos en el local de ensayo. Y existió tal jam session pese a no haber documento sonoro alguno que lo acredite. De todos modos, ni los Stones por un lado ni Gallagher por otro llegaron a plantearse seriamente la incorporación del guitarrista a la banda. Rory era un gran fan de los Stones y le gustaba que por aquella época estuvieron muy metidos en el blues. Y parece ser que Jagger y Richards respetaban y mucho al irlandés. Pero ni Rory estaba dispuesto a ser el segundo de nadie ni los Stones iban a acoger en sus filas a alguien que fácilmente les podría eclipsar. Finalmente cada uno seguiría su camino y de entre los guitarristas que se barajaron para sustituir a Taylor, fue Ron Wood el que se hizo con el puesto que sigue ocupando hoy en día. No deja de ser un dato puramente anecdótico, pero que demuestra a las claras que no estamos solamente ante un artista voluntarioso o un obrero del rock. Era todo eso, sí, pero también era alguien dotado de un talento tan inmenso que era la envidia de muchos y un ejemplo para otros. Pero esto es algo que comentamos con la perspectiva que nos da el tiempo. En aquel momento, para Rory Gallagher todo esto era parte de una rutina en la que su única preocupación era componer, grabar, y tocar en directo allí donde fuera requerido. Un ritmo frenético regado con bourbon y cerveza, de ciudad en ciudad y recogiendo el testigo de los viejos bluesmen que tanto le habían inspirado.

De ese modo, sin pisar el freno ni mirar atrás, un glorioso 1974 daría paso a 1975. Pero lo que a partir de ahí sucedió será materia a tratar dentro de unas semanas.

Continuará……