RESURRECTION FEST – Viveiro – 7, 8 y 9 de Julio 2016.
Crónica: Rafa Diablorock / Txiki Kilmister
Fotos: Resurrection Fest priority fotos.
Segunda entrega de nuestra crónica del recientemente concluido Resurrection Fest 2016. En esta segunda jornada ya se pudo observar un considerable incremento de público. Desde los conciertos en las primeras horas ya se percibía un mayor ambiente en el recinto. A partir de la mitad de la jornada, por primera vez vimos como la organización desplegó un dispositivo especial con personal de seguridad que acotaba e indicaba el sentido del tránsito de los espectadores entre la zona del Ritual Stage y la de los escenarios principales. Se crearon dos carriles, uno en cada sentido, para que el paso fuese más ordenado y fluido, un acierto que impidió los molestos tapones que a veces se ocasionaban en esa zona. La segunda jornada presentaba un plantel de bandas muy apetitosas, vayamos al turrón:
VIERNES 8:
Con el postre literalmente en la boca llegamos al recinto donde unos Avulsed enfurecidos, como de costumbre, se propusieron darnos la siesta a base de pútrido y abrasivo Death Metal, y bien que lo consiguieron. Soy muy fan del siempre polémico Dave Rotten, pero fan de lo que hace donde siempre lo borda: sobre el escenario. El vocalista es uno de los mejores frontman en el universo Death Metal, transmite su pasión por lo que hace, se deja todo lo que se tiene que dejar sobre el escenario y encima tiene temazos y una banda digna de mi mayor admiración. El show tanto con sus nuevos temas como con sus muchos clásicos se convirtió en una fiesta Death Metal, mucho más alocada de lo que esperaba, con un pit lleno de magníficos majaretas que se contagiaron de toda la brutalidad que la banda ofrece en directo. Su nuevo batería se ha adaptado a la perfección. La cosa se desmadró especialmente con Gorespattered Suicide, con un Dave Rotten en la arena a codazos con su público y corriendo en el circle pit como uno más. Me dirigí luego al Ritual Stage y, lo reconozco, fallo mío no tener ni idea de quienes eran Arkangel, quienes para mí fueron una de las sorpresas del festival. Al no tener que esperar nada al verlos me resultaron muy potentes y disfrutables, quizá en un estilo de Metalcore/Thrash no demasiado personal, pero sí con las tablas y el engrase suficientes como para tenerlos ya apuntados en mi lista de «a escuchar detenidamente». El público tampoco parecía controlarlos demasiado en su mayoría, pero creo que nadie salió de la carpa decepcionado con ellos.
Posteriormente fuimos de nuevo al escenario principal para ver a Hamlet, quienes ya nos comentaron hace meses que les encantaría volver a participar en Resurrection Fest -participaron en 2014-, algo que se confirmó meses más tarde, y la veterana banda lo supo aprovechar el pasado viernes. El quinteto madrileño salió como siempre a darlo todo, con la intención de demostrar una y otra vez la gran banda que son en directo. La llama de esta segunda juventud en que la banda se instaló hace tres o cuatro años sigue más fuerte que nunca. Pese a tener a veces unas rachas de viento que hacían vacilar el sonido, la habitual muralla de guitarras cayó encima de todos nosotros. Los riffs que salen a tamaño mastodóntico de la mano de Luis Tarraga y su perfectamente acoplado Ken HC se hicieron cargo de nuestros pescuezos en un show que resultó pesado y poderoso, con una actitud envidiable y con un Molly que volvió a demostrar dedicación, valía y humildad; algo que les falta a demasiados músicos últimamente. El setlist fue escogido como siempre de un modo muy acertado, tirando de clásicos y esta vez tocando temas de su último disco, «La Ira». Me quito de nuevo el sombrero con ellos. Grandes.
Los peculiares Protest the Hero dieron un buen concierto, que me dejó un tanto descolocado por ese contraste entre sonido pulcro y técnico y esa puesta en escena desenfadada, y es que la banda parecía que venía directamente de la playa, con los refrescos, las gorras y las chanclas puestas, algo que contrastaba con la fuerza y virtuosismo de su música, si bien el cantante añade vocalmente ese punto de locura. La banda canadiense derrochó talento sin dar muestras de desinflarse demasiado, y la verdad es que su público salió más que satisfecho. Volvimos al Chaos Stage para ver a otra gran banda nacional con calidad como para derrumbar todas las fronteras que surjan a su paso, Angelus Apatrida, dieron un conciertazo certero y a la yugular, aunque tuve que moverme un poco entre el público hasta encontrar un punto en el que se escuchasen ambas guitarras. Contaron con un numeroso público, entregado al 100%. Si los has visto alguna vez sabes que son una garantía, y el sábado salieron con más ganas si cabe, una verdadera lección de thrash de altísima calidad, con un «You Are Next» que me sonó deliciosa.
Otra banda que tenía muchísimas ganas de ver eran Hatebreed, que por mucho que por aquí se han acercado no pude ver hasta el viernes. Con nuevo disco bajo el brazo hicieron temblar los cimientos del escenario principal con su poderosisimos riffs que encontramos en ese justo punto intermedio entre el Metal y el Hardcore, algo por lo que es una banda especialmente venerada en este festival. Arrolladores y con tiempo suficiente para casi no dejarse ningún tema obvio en su repertorio, se les vio disfrutar y la gente se lo pasó bomba con ellos. La propuesta discográfica de Sinistro es muy atractiva, y es cierto que clavan el directo, pero casi todo se les puso en contra a los portugueses. El tristecillo número de personas que se acercaron a verlos, la hora, el calor, y lo poco festivalero de su sonido, hizo que su presentación estuviera muy deslucida y desaprovechada. Nada que objetar a la banda sin embargo, y sobre todo a su frontwoman, que realmente sí que estaba metida en la actuación. Frank Carter dio un conciertazo apabullante, así lo pudieron atestiguar los numerosos fieles del pelirrojo, que supo manejar a sus seguidores ofreciendo un show irrepetible. Tengo que decir que desde fuera de la carpa (desde donde la visibilidad no es demasiado buena) muchos no entendían lo que dentro estaba pasando, miraban al escenario y apenas veían a un guitarrista sentado, escuchaban un vocalista que no sabían donde estaba, y fueron muchos los que se dieron la vuelta y se perdieron uno de los mejores conciertos del festival. Actuar de ese modo, para tus 150 fans más cercanos tiene esa desventaja, algo que en el escenario principal podría haber resultado definitivamente histórico, y que el propio Carter pidió poder hacer en próximas ediciones.
Tras un memorable concierto de los franceses en 2014, Gojira volvían a Resurrection Fest con el listón muy alto, y si no consiguieron superarlo, cuestiones personales de cada uno, como mínimo consiguieron igualar aquella tremenda actuación. La banda de los hermanos Duplantier ofrecieron su habitual ejercicio de corte y empuje, con su sonido único, mortal como un mazo y preciso como un escalpelo. La banda contó con más tiempo en esta ocasión, y también pudo adornar su actuación con una vistosa pirotecnia. Repasaron ampliamente sus cuatro últimos discos, presentando por vez primera en nuestro país tres de los cortes de su recientemente publicado «Magma». Tras su inquietante modesto paso por Hellfest la banda nos tenía preocupados, pero tras verlos en Viveiro tenemos que seguir pensando que son serios candidatos a encabezar mundialmente esto de los sonidos duros, si es que no lo hacen ya. Me quedo con la manera en que sonó «Silvera» y su último tema: «Vacuity», que me sigue pareciendo igual de fascinante o más que la primera vez que la escuché allá por 2008. Gojira por tanto vuelven a hacer podio en las actuaciones de esta edición. Dark Tranqillity se presentaban con nueva formación tras la marcha de su fundador y principal compositor, el guitarrista Martín Henriksson. Con un Mikael Stane en plena forma y que no paró de interactuar con el público en todo momento dieron un buen repaso a su discografía aunque personalmente eché en falta algún tema más de su primera época. Esta nueva formación sonó realmente bien y ya hay ganas de escuchar su nuevo disco, Atoma, que saldrá en otoño y que se presenta como un gran reto para la banda.
The Offspring tienen el Sambenito de ser catalogados desde hace años como una banda de verbena, banda acaramelada, heredera del boom de la MTV y vividora de sus singles más comerciales, y puede que algo de eso sea cierto, aunque igual de cierto es que dieron un excelente concierto como cabezas de cartel del segundo día del festival. Los de Dexter Holland sonaron formidables, frescos y con chispa, tocaron sus temas más facilones, así como clásicos punkrock de los 90, y el que no se lo pasara bien es porque no quiso, porque todo estaba de cara para disfrutar con ellos. Hay quien no se acostumbra a verlos más viejos y ricos, hay quien echa en falta mayor acidez, pero lo cierto es que lo que dieron estuvo muy bien, toda una fiesta en más de una hora de auténtico concierto festivalero. La última banda que vimos el viernes fue a Madball, quienes tras un enorme telón con la cara de Melchor Roel -el que fuera alcalde de Viveiro y gran mentor del festival hasta su fallecimiento hace un par de años- dieron una verdadera lección de hardcore old school. Su frontman Freddy no paró de saltar y de moverse en todo momento, dirigiéndose a la audiencia en su particular castellano. Sonaron realmente bien, como fue la tónica del Ritual Stage.