Reseña por Rafa Diablorock.
Producción: Brendan O’Brien.
Sello: Warner Music.
Relájate y surca el desierto a lomos del mastodonte.
Parece que cuando una banda alcanza la primera línea de un género musical está obligada a salvaguardarlo. Si encima tienes una carrera marcada por la evolución, como Mastodon, la obligación se amplía a no poder repetir fórmulas y andar siempre teniendo que aportar cosas nuevas. Por supuesto luego está ese público que exige a las bandas el que olviden todo el progreso y crecimiento obtenido con el tiempo para retroceder a sus inicios. A todo ello sumamos que cada uno de nosotros encontramos la obra maestra de Mastodon en un disco diferente. El resultado final es que los de Atlanta han adquirido ese complejo estatus en el que siempre tendrán seguidores contentos por un lado y frustrados por otro, hagan lo que hagan. Razón de más para que sigan haciendo lo que les plazca.
Si en el pasado el mastodonte se nos presentó en forma de caballo en llamas (2002), cetáceo asesino (2004), lobo-ciervo mitológico (2006), Rasputín espectral (2009), toro de dos bocas (2011), o diablo psicotrópico (2014); cada una de las veces con diferente sonido; en 2017 aparece con forma de esquelético aunque majestuoso emperador del desierto. Si la anunciada temática alrededor del cáncer y la enfermedad parecía destinada a acercarnos a un sonido más oscuro y deprimente, nos encontramos con una actitud mucho más relajada, luminosa y optimista. El disco es un viaje espiritual, un sendero de aprendizaje hacia la autoafirmación, un carpe diem sanador representado en una lírica con multitud de metáforas, y plasmado en su música con una luz muy especial. Emperor of Sand suena fresco y con unas melodías sublimes, loable teniendo en cuenta la limitación vocal de los tres cantantes, quienes reparten sus versos en función del énfasis que la canción requiera. Diferentes voces, diferentes compositores, diferentes monstruos en uno solo.
Un disco en el que el cuarteto surca sin pretensiones los mares de su propio sonido, tratando con respeto a sus fans, haciéndoles caminar por terreno amigo. Grandes himnos de acceso rápido junto a progresiones más retorcidas, un viaje por todo lo que Mastodon han sido, que muestra a una banda creíble y disfrutando al tocar temas sinceros ajenos a cualquier presión. Una idea muy clara materializada a la perfección, con concesiones a la fiereza de sus primeros discos, como en Andromeda o Scorpion Breath, entre pegadizos estribillos y la sencillez de otros cortes, como la singularmente amigable Show Yourself. Mención especial a varios solos de guitarra, Roots Remains, Word to the Wise… enmarcables entre lo más alto de su carrera. La producción de Brendan O’Brien vuelve a ser de nuevo extraordinaria, con sutiles aderezos de teclado y percusión en muchos temas, como en Ancient Kingdom, en la que el estribillo se transforma en himno gracias a adornos cinematográficos con unas efectistas campanas. Clandestiny es la pesadilla de una noche estrellada en el desierto, donde el efecto mórfico de las guitarras y teclados nos hacen viajar por el cosmos. Y con Jaguar God, con un inicio muy similar a The Sparrow, acaba de apuntillarse un apabullante final de viaje. Un disco sofisticado y profundo pese a su tremendo gancho y calidad melódica; grande tanto si se aprecia como colección de canciones como si se percibe a modo de disco conceptual. Además, Emperor of Sand cuenta con una virtud difícil de encontrar estos días: ser tremendamente adictivo.
01 – “Sultan’s Curse”
02 – “Show Yourself”
03 – “Precious Stones”
04 – “Steambreather”
05 – “Roots Remain”
06 – “Word To The Wise”
07 – “Ancient Kingdom”
08 – “Clandestiny”
09 – “Andromeda”
10 – “Scorpion Breath”
11 – “Jaguar God”