Crónica Roadburn Festival 2017
20, 21, 22 y 23 de abril.
Tilburg – Holanda
Fotos oficiales de Roadburn Festival, por Niels Vinck y Paul Verhagen.
Crónica por Por Manuel J. González.
Tercera de cuatro entregas de nuestra crónica del recientemente concluido Roadburn Festival 2017.
Ver crónica primera jornada aquí.
Ver crónica segunda jornada aquí.
A priori el sábado contaba con el line up menos interesante del fin de semana, aunque no por ello dejamos de extraer lo mejor del mismo. Tras dos días de festival uno ya se siente como en casa; de hecho, el público de Roadburn no tiene nada que ver con lo que imaginas. Fans de la música venidos de cualquier rincón del planeta se mezclan de manera natural, y no importa si eres joven o viejuno, pues tu motivación es la misma. Los stands de merch oficial y las tiendas de música habilitadas para la ocasión se llenan de ávidos compradores de vinilos y otros juguetitos. Como era de esperar el merch oficial es demasiado caro, aunque alguna camiseta cae. Otro detalle a agradecer es la nula práctica de stage-diving, incluso en el Main Stage nos topamos con una gran señal que lo prohíbe; no se forman tampoco mosh pits, por lo que no tenemos que soportar a tipos lanzándose contra y sobre ti. El público en general es muy educado y solidarizado con el resto, pues si estamos allí es por la música. Me resulta incluso extraño no encontrarme con los típicos posers que en vez de disfrutar de los conciertos se ponen a hablar de sus chorradas. RESPECT!
La jornada comienza con el híbrido The Bug vs Dylan Carlson, un curioso experimento que se queda en mera curiosidad. Cierto es que la hora a la que tocan no es quizá la más indicada, aunque sí ayuda a despejar la mente tras un viernes desenfrenado. Kevin Martin es un artista reconocido dentro del underground, y desde hace casi tres décadas nos ha ofrecido su propia visión de la música a través de proyectos como God, Curse of the Golden Vampire, King Midas Sound o Ice. Dylan Carlson de Earth no necesita presentación, y es gracias a él que nos acercamos a presenciar dicha actuación. Ambos presentan “Concrete Desert”, un curioso trabajo en el que la oscuridad de Earth se ve tamizada por los sonidos electrónicos de The Bug. Un fondo rojo les da cobijo y te permite cerrar los ojos relajando el alma por un momento.
Mientras tanto, Cobalt se coronan en la Green Room como la primera decepción real del festival. “Slow Forever” es un maravilloso trabajo editado a través de Profound Lore Records, de ahí que la expectación sea enorme. Probablemente, el cambio de cantante no les ha sentado bien a los de Colorado, y Charlie Fell adolece del carisma necesario en este tipo de formaciones. Suenan bien, pero son incapaces de transmitir absolutamente nada. Es como si “Hunt the Buffalo” hubiera perdido la deliciosa manteca que lo caracteriza. Una pena.
Nos resarcimos rápidamente de tan turbias sensaciones para comprobar como Scott Kelly y John Baizley se lo montan al frente de la banda de versiones punk Razors in the Night. El gran Pete Adams [Baroness] les acompaña en la guitarra y voces, y bueno, aunque Het Patronat es el lugar ideal para disfrutar de dicho concierto, la sensación es extraña. Suena bien, aunque no deja de ser extraño observar a Kelly fuera de su habitual registro vocal. En todo caso, siempre es grato escuchar en directo temas como “Skulls” o la sobre explotada “Search and Destroy”.
Regresamos al Main Stage para vivir otro de los grandes momentos del festival. Los fineses Oranssi Pazuzu se han consolidado como una de las bandas más interesantes del black metal moderno, y digo moderno, ya que tal como sucede con los noruegos Kvelertak el ingrediente black metal no deja de ser residual. Otros elementos como la psicodelia o el space rock les ayudan a conformar un sonido que ya quedó definido en el indispensable “Valonielu” [2013], del cual rescatan la hipnótica “Vino Verso”. Estrenan el EP “Këvat / Värimyrsky”, además de ver reeditado su primer trabajo, “Muukalainen puhuu”. Por supuesto, no olvidan el gran “Värähtelijä”, otra excelente colección de canciones. Su directo es efectivo, intenso, convulso, y suenan perfectos, sincronizados, volcados a una religión musical única. Su cantante, Jun-His, conduce al rebaño a través de terrenos abruptamente poéticos, consiguiendo que el público flote durante la hora en la que repasan gran parte de su todavía ‘corta’ carrera. No hay duda de que nos encontramos frente a un referente básico en lo que a vanguardia se refiere, más allá de modas o hypes. Mención especial al guitarra de los calcetines gordos, Moit: todo un ejemplo de interpretación escénica. Cualquiera que escuche temas como “Lahja” en directo acabará convertido en un Pazuzu.
Con el listón por las nubes regresamos a Het Patronat, donde los angelinos Youth Code nos destrozan con su electronic hardcore. Englobados dentro del género EBM [Electronic Body Music], que mezcla sonidos post industriales con el electropunk, la formación de la salvaje Sara Taylor y, the King of samples, Ryan George, atizan lo poco que queda de nosotros, repasando su último trabajo de estudio, “Commitment to Complications”, un compendio de mala baba y generoso bailoteo. Apadrinados por Mr. Baizley, los californianos reinan mientras atónitos observamos la infinita versatilidad de un festival que continua embriagándonos.
Sin tiempo para respirar, los doomsters de Patrick Walker, Warning, se reúnen, gracias a la organización del festival, para interpretar íntegro el mítico “Watching from a Distance”. Su doom melancólico encandiló a un público que sabía a lo que iba. El ahora líder de 40 Watt Sun olvidó su promesa de no volver a juntarse con sus ‘viejos’ colegas, ofreciendo un concierto intenso, de esos que se disfrutan con los ojos cerrados. Sin duda otro de los momentos del sábado.
Regresamos a Het Patronat para comprobar la oferta de Jacob Bannon de Converge frente a su proyecto Wear your Wounds, con el que se aleja del salvajismo musical de su banda madre. Jacob se posiciona frente al escenario y juega con su máquina de efectos, además de tocar el bajo cuando la canción lo amerita. Presenta su homónimo disco, una colección de intimismo shoegaziano que en directo suena bastante más saturado que en disco. Siempre es interesante comprobar como músicos [en este caso también ilustrador] de cierto renombre expanden sus tentáculos creativos en otras direcciones.
Mientras casi nos liamos a hostias para acceder al fallido concierto de Ahab, ya que finalmente no pudimos disfrutarlo. En la estrecha y agobiante Extase los estrepitantemente ruidosos londinenses Casual Nun intentan sonar decentemente, aunque la propia sala no se lo permita. Sonido exageradamente burro para una banda que presenta “Psychometric Testing by…”, un batiburrillo de riffs y cadencia psicodélica la mar de disfrutable. De regreso a Het Patronat la ecléctica banda de Sebastian Thomson de Baroness, Trans Am, que además cumplía años ese mismo día, presentan “California Hotel”, el décimo primer trabajo de una dilatada como desconocida carrera. Los multi instrumentistas Phillip Manley y Nathan Means le acompañan. La banda triunfa y rescata incluso temas de sus primeros trabajos de los 90s, como es el caso de “Firepoker” de su primer y homónimo disco. Al final del concierto Baizley aparece con una botella de lo que parece ginebra, y Sebastian no duda en darle un buen lingotazo antes de continuar con su propia celebración.
Regresamos al Main Stage más por curiosidad que por devoción para comprobar qué tal suena “Turn Loose the Swans” de My Dying Bride en directo. Tengo que admitir que fui durante un tiempo bastante fan de “As the Flower Whiters”, además de otros trabajos del respetable sello Peaceville, pero los ingleses me parecen de esas bandas totalmente desfasadas y prescindibles en pleno siglo XXI. No hay duda de que son magos en la ejecución, pero ni Aaron Stainthorpe, ni muchos menos los violines y harmónicos guitarreros, son capaces de hacerme sentir algo.
Algo similar nos sucede con los míticos Mysticum, los industriales blackmetaleros noruegos. No hay duda de que tuvieron su relevancia durante la segunda hornada de bandas black de los 90s, pero en la actualidad se antojan más como un estrafalario montaje escénico que como una banda a tener en cuenta. A la base de su mecánico sonido, que además está pregrabada, añaden a sus dos guitarras [el inconfundible Preben y el fortachón Benny] y un bajista [Robin] sobre unas torres iluminadas que proyectan todo tipo de interesantes efectos. A pesar de su dilatada carrera cuentan tan solo con dos larga duración: “In the Streams of Inferno” y “Planet Satan”.
Una pena no haber salido corriendo antes de su actuación para colarnos en una colapsada Green Room, donde los franceses Carpenter Brut presentan el flagrante y ochentero “Trilogy”. Lo que consiguieran Pertubator la noche anterior se ve incluso mejorado por una formación que además de samples y sintes, cuenta con un excelente batería y un guitarrista old school. Imposible no sucumbir frente a piezas como “Disco Zombi Italia”, que es bailada por todos los allí congregados. Otro excelente fin de fiesta, y un trabajo, el primero de la formación, a tener muy en cuenta. El cierre de noche con la versión de “Maniac” de Michael Sembello no tiene precio. Tan solo faltó Jennifer Beals danzando sobre el escenario.
Roadburn vuelve a superarse. Y todavía nos faltaba el día extra.