KING’S X.
Islington Assembly Hall (London).
14 de junio de 2017.

Crónica y fotos por Carlos Kashmir.


La máquina del groove aterrizaba en Londres, uno de los lugares donde más se les quiere en todo el planeta (y fuera del planeta silencioso). Es por ello que en DiabloRock nos desplazamos para asistir a un evento que, para el que suscribe esta crónica, es histórico. Toda una vida esperando por verlos, y por fin llegó el ansiado día X.


Los de Springfield llevan desde 1980 luchando juntos contra viento y marea por una carrera que hasta 1987 no comenzó verdaderamente a fraguarse. 30 años después su posición de banda de culto está más que reforzada, pero echando la vista atrás muchas fueron las veces que tristemente se quedaron al borde de un éxito mayor. Infravalorados es una palabra que usamos seguramente con asiduidad y demasiadas bandas, pero rara vez se podría aplicar mejor que con nuestros protagonistas. Quizás sea mejor así, y, egoístamente, considerarlos a día de hoy una banda para paladares exquisitos, un tesoro semiescondido, como una Atlántida.

El trío no es que se prodigue demasiado en sus visitas a Europa, y había que aprovechar esta ocasión como el que agarra un salvavidas en el océano. La capital británica, como comentaba, es un sitio en el que la banda se siente como en casa, desde la primera vez que en 1988 se sorprendieron llenando de devotos fans el mítico Marquee Club; de hecho en 2010 registraron su único dvd oficial en esta ciudad. El Islington Assembly Hall es un antiguo ayuntamiento de dicho distrito, y fabuloso recinto para una actuación musical. La velada la iniciaron otros Kings, en este caso los jóvenes hawaianos Kings Of Spade, capitaneados por una frontwoman con tablas y cresta punk rosa, que terminó haciendo de Janis Joplin con «Piece Of My Heart». Pero no voy a engañar a nadie, aunque voluntariosos y siendo un buen aperitivo, allí todos los presentes estábamos ansiosos de que el enigmático trío nos atrapase con su carisma espiritual y sonido tan personalísimo. Hablando como punto fuerte de ese sello tan personal, por ejemplo Alice In Chains es toda una institución en lo que se refiere a un sonido único e inimitable, pero curiosamente una de las escasas influencias que realmente sobresalen es la de King’s X, tanto musicalmente como en el tratamiento de las voces. Sin ir más lejos, el bajista de Pearl Jam, Jeff Ament, dejó para el recuerdo la frase: «King’s X inventaron el grunge«. Efectivamente fueron totalmente pioneros en sonidos alternativos, pero el complementar esto con letras espirituales y huellas místicas en su música, algo desoul y funk con la voz y bajo del bueno de dUg, gotas de prog o metal, y tanto grandes melodías musicales y armonías vocales como toneladas de groove y músculo, hicieron de ellos una rara avis y un tanto inclasificables como para que ninguna corriente los devorase o llegasen a las masas. Seguramente, junto a Rush, no ha habido en los últimos lustros otro trío de rock capaz de producir un sonido tan denso y al mismo tiempo transparente. Sus habilidades técnicas y creatividad siguen impresionando a día de hoy a los verdaderos gourmets del rock, con sus poderosas y dinámicas composiciones ejecutadas con elegancia. Banda muy real y muy especial donde las haya.

Tras estas pinceladas y cierta reivindicación para los que principalmente desconozcáis a la banda, entramos en materia. Desde el momento en que atrona el pesado riffaco de “Groove Machine” y dUg nos da la bienvenida cantando eso de “welcome to… the groove machine, welcome to… the groove” (un comienzo de concierto inmejorable), empezamos ya a ser conscientes de que estamos ante una noche que promete ser memorable. El trío hace un espléndido repaso a su discografía representando nueve de sus doce discos de estudio. Tras una previa muy cervecera en buena compañía, entré algo contento al concierto, pero no sé si es que el ambiente estaba caldeado, hacía un calorín en la sala o yo estaba sobreexcitado, sudé todo ese alcohol en pocos minutos. Fueron cayendo temazo tras temazo, y en cada uno de ellos me/nos dejábamos la vida cantándolos. El concierto iba a una velocidad endiablada, síntoma de un disfrute máximo en el que no había tiempo ni para un solo segundo de relleno. Coreamos hasta desgarrarnos la garganta cada palabra de “Pillow”, “Cigarettes”, “Black Flag” o “Lost In Germany” contorsionándonos exageredamente hacia atrás con los brazos en jarra. Con una sonrisa de oreja a oreja botamos más de medio metro sobre el suelo con “Pray”, “Looking For Love” o “Go Tell Somebody”. Bailamos con “Vegetable” e hicimos un exagerado airdrum y airguitar con “The World Around Me”, “Dogman” y sobre todo en una orgásmica “We Were Bron To Be Loved” que no queríamos que tuviera fin. También dUg, Ty y Jerry nos dejaban con la boca abierta como un buzón en “Flyes And Blue Skys”, “A Box” o una estremecedora “Summerland”. Pero sobre todo nos EMOCIONARON, y lo escribo así en mayúsculas, durante todo el concierto y de manera particular cuando callaban sus voces y dUg instaba (aunque no hiciera falta alguna) a que le diésemos la réplica, como si de una misa góspel se tratase, en una descomunal “Over My Head”. Y bueno, el cierre ya no pudo ser más emotivo, una de las experiencias más bonitas que uno puede vivir en directo, el ritual de“Goldilox”, con toda la parroquia cantándola a capella de cabo a rabo… Abrazos, choques de manos, lágrimas, pelos de punta, todos flotando, y una enorme y merecidísima ovación.

Inolvidable fue también las veces que coreamos a lo largo del show el nombre de Jerry, celebrando su recuperación tras dos infartos, uno en 2012 y otro en 2014. Da gusto ver cómo golpea de nuevo con esa clase y feelin’. Como también es un gustazo ver en acción a un héroe de la guitarra para mí como Tabor; o a Pinnick disfrutando siendo centro de atención, con tantas sonrisas cubriendo su rostro, y balanceando su bajo con vigor juvenil… aunque sea el mayor con diferencia y esté cerca de los 67 años (wtf!). Y la guinda fue el poder darles las gracias personalmente a los tres por tantos años de felicidad. Abrazar a dUg como si fuera un ser querido (qué demonios, ¡lo es!) y corresponderme con un abrazo aún más fuerte, hacer lo mismo con Jerry, o decirle a Tyalgo que pienso desde hace muchísimos años, que junto a Jerry Cantrell y Dimebag Darrell para mí es el mejor guitarrista de los 90s hasta nuestros días.

Una noche muy emotiva que permanecerá imborrable en nuestros recuerdos. Doug Pinnick, Ty Tabor y Jerry Gaskill fueron los Reyes del Reino Unido esa noche, con permiso de la suegra de Lady Di. ¡God save the King’s X!