Las tendencias y modas son como huracanes que a su paso devastan de raíz hasta el más mínimo de genuinidad. Aunque ver normalizados signos de la contracultura no es algo del todo indeseable, sentimos que desde esta «última aldea que resiste» podemos aportar pequeños grandes ejemplos de que los vínculos con nuestras camisetas son mucho más que un trozo de trapo de H&M que nos ponemos para hacer likes en Instagram o ir al concierto de turno. Los redactores de Diablorock iremos compartiendo imágenes y textos de esas camisetas que para nosotros son especiales, que tienen una historia detrás y quizá, aunque sea algo muy personal, os puedan parecer de interés… o incluso inspirar.

Mi camiseta especial: por Rafa Diablorock.

Estábamos a finales de los 90, y se iniciaba esto de internet… o al menos para mí. Después de pasarme perdido entre revistas y programas de radio una década (teniendo que esperar a que un periodista u otro tratara las bandas que ellos considerasen interesantes), el que yo pudiera rastrear información por buscadores y medios online de todo el mundo me parecía un auténtico milagro. En esa época (me sigue pasando) me encantaba descubrir nuevas bandas, de modo que entre buscadores de Yahoo o no sé ni cómo, di con unos tal Dredg, que todavía ni habían firmado contrato discográfico.

Dredg se convirtieron en algo así como mi tesoro. Ni remota idea de cómo me topé con ellos, pero esa mezcla de Far, Quicksand, Sunny Day Real Estate con aires Toolianos me dejó absolutamente fascinado. Me enteré de que la banda de Los Gatos, California, había autoeditado su carta de presentación, Leitmotif, y me decidí a contactar con ellos para comprarles el disco, la copia mp3 bajada por Napster no era suficiente. Lo curioso fue que la banda quedó muy sorprendida de que alguien desde España les hubiese conocido, de manera que en lugar de venderme el disco empezamos a mantener una conversación vía e-mail a la que yo llamaría amistad. Entonces no había redes sociales, ni whatsapp, y el e-mail funcionaba de una manera muy similar a la que antes se utilizaba por correo ordinario (así mantuve muchas relaciones de amistad con amigos que habían viajado fuera de España, o gente de la industria musical), de modo que hablamos de grupos, flamenco, arte…

La banda finalmente rechazó cualquier pago por mi parte y me preguntó la dirección para mandarme lo que se suponía sería el disco. Cuando recibí el paquete no me lo podía creer, la banda me había mandado cuatro digipacks del disco, una serie de pegatinas y una camiseta, totalmente gratis. Elegí bien los amigos a los que les di las copias del disco, y reservé una de ellas para enviarla a Radio 3, a la atención de Carlos Pina, pero jamás sonó en su programa. La banda fichó poco después por Interscope y reeditó su debut, justo en la semana en que las torres gemelas fueron atacadas.

Es una camiseta que me puse mucho en su momento, pero que ahora llevo años sin utilizar por temor a desgastarla. Es para mi un verdadero tesoro, y algo que me recuerda unos tiempos de pasión desmedida por aquella ebullición de bandas de rock y metal alternativo que vi nacer a finales de los 90. Como última curiosidad; poco antes de que la banda publicase su segundo trabajo, y en uno de los tantos mails que cruzamos, les mandé una foto panorámica de Córdoba desde el séptimo piso de la casa de mi (entonces) novia, en uno de esos días que se avecina una tormenta de verano y el cielo parece partido en dos. Titulé dicha foto y el asunto del e-mail en español, «El Cielo de Córdoba». Poco después se anunció la publicación del segundo disco de Dredg, titulado, en español, «El Cielo«.



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