Sello: Napalm Records.
Producción: Satyricon.

Texto por Rafa Diablorock.


Bajar la guardia, es lo único que puedes hacer a la hora de enfrentarte a un nuevo disco de Satyricon, a menos que estés dispuesto a llevarte una decepción. Una cata ciega, aunque no sabes si el vino es blanco o tinto… u otra sorpresa. Si esperas en ellos algo previsible te espera una buena ración de sabor amargo, Satyricon son dueños de un estilo en continua evolución marcado por los caprichos viscerales de Sigurd Wongraven, más conocido como Satyr, fiera indomable cuya creatividad jamás le ha permitido hacer las cosas de una manera cómoda, ni para ellos ni para su público. La banda noruega se encuentra además en una encrucijada vital, una adversidad inesperada tan grave como un tumor alojado bajo el cráneo de Satyr, y que en aparente letargo ha condicionado este disco de tal manera que la banda se lo ha tomado como si fuese el último. Con esa premisa, afronté este nuevo trabajo rindiéndome a él por completo, permitiendo que el nuevo caldo que Satyr ha cocido a fuego lento junto a Frost entrase a placer en mi torrente sanguíneo… y el veneno no tardó en manifestarse.

Una cata ciega, que empieza con un latigazo como Midnight Serpent, tema agresivo que deja patente un soberbio trabajo de producción, afilada, orgánica y con un conseguido sonido acústico de batería. El primer corte ya enseña las cartas del juego, nada es lo que parece, los temas presentan ideas básicas, tanto en melodías como en tempos, pero cada corte muta y evoluciona constantemente. El primer sobresalto lo tenemos en la zona central de este primer tema, cuyas guitarras y tempo te hacen perder la respiración. Ambigüedad hasta el final del álbum, las guitarras que parecen más inofensivas se harán violentas, y la melancolía se torcerá siniestra cuando menos lo esperes. Así tenemos la clásica y progresiva Blood Cracks Open the Ground, con unas baterías inmensas en su laberíntico desarrollo instrumental, o la oscura To Your Brethren in the Dark, de tono conmovedor y en la que encontramos los primeros detalles de enriquecimiento instrumental sinfónico.

El tema homónimo posee un riff sencillo y su vicioso, que mezcla guitarras barítonas y convencionales, pero al que progresivamente se le van uniendo coros, cellos, violines… Así se abre el trío central de temas de instrumentación barroca, junto a The Ghost Of RomeDissonant, esta última inquieta y disonante, posiblemente la más alucinógena del álbum, y en la que un saxo perturbador se une a varios de los guitarrazos más distintivos de los noruegos en este trabajo. Guitarras que en Black Wings and Withering Gloom vuelven a tomar protagonismo a toda velocidad, con la fuerza y de una fría ventisca que te congela en sus más de siete minutos de melancolía marchita. El cierre llega finalmente con el fuego de Burial Rite, de riffs pesados y poderosos en los que Frost se vuelve a lucir a baquetazo limpio.

Deep Calleth Upon Deep es un disco con alma, que no deja de causarme escalofríos, por primera vez en Satyricon incluso por motivos extramusicales. En todos y cada uno de los cortes de este disco fui sorprendido, la evolución de los temas siempre me resultó inesperada, las guitarras en continua metamorfosis a lo largo de los ocho temas me resultaron siempre rebosantes de creatividad y emotividad. Un disco para perderse, para abandonarse… Una cata ciega, que empezó hace semanas y aún no ha terminado, por lo que a estas alturas Satyricon han conseguido su propósito: que jamás pueda deshacerme de tal dosis de veneno.



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