Metallica.
The Glowing Man Tour.
Londres, The O2 Arena. Domingo 22 de octubre de 2017.
Banda invitada: Kvelertak.
Fotos: RRSS Metallica.

Crónica por Hector Urdin Bergara.


Special information for Metallica fans”. Así rezaba el panel informativo de North Greenwich, donde hordas de cuero y tachuelas invadían el O2 en el margen derecho del Thames. Una pequeña ciudad rodea el recinto bajo la gigantesca estructura. Pubs y restaurantes cantaban al son de los jinetes americanos, y precios que permiten conservar tu forro genital generaban colas infinitas en el merchandising. Londres se encuentra bajo amenaza y la seguridad se nota y se siente. Cacheos y escáneres nos guían al interior del recinto donde un minúsculo y cuadrado escenario empieza a recibir a sus discípulos.


KVELERTAK:

El agradecido sexteto noruego comenzó puntualmente con un tercio de aforo del O2 Londinense revoloteando por las gradas, más preocupados de enchufarse unas tibias y tostadas pintas que por los escandinavos. La progresiva Apenbaring fue su carta de presentación, que aun siendo un buen tema, quizás no fue la mejor elección para abrir un concierto. El cantante aprovechó este momento instrumental para recorrer las primeras filas del cuadrilátero, ataviado con su emblemático búho a modo de sombrero para delicia de los pocos presentes. Con Mjod y Ulvetid cambiaron de tercio hacia terrenos más oscuros y propios de su país de origen, sin lograr llenar el inmenso recinto con su sonido embotado. La puesta en escena se volvió a centrar en el descamisado cantante pateando cada diagonal del escenario y ondeando una gigantesca bandera con su escudo de armas,  mientras sonaba  la rockera y homónima Kvelertak, con la que cerraron su set y por fin arrancaron una digna ovación. “Thank you, good night!”. Y para Brighton; que los chavales no descansan, a diferencia de los multimillonarios dinosaurios de metal.


METALLICA:

El público impaciente silbó el retraso de 10 minutos que terminó con la explosión que precede al señor Morricone. Corriendo como estrellas de la NBA, y por un pequeño pasillo, entraron los «Alcoholica». Decenas de cubos proyectaban sobre el escenario las caras desfiguradas de la banda, mientras sonaba en bucle la galopante Hardwired. Directos a la primera estrofa, con un sonido txitxarrero pero sin medias tintas, comenzó el espectáculo. Una Atlas, Rise! triunfante consiguió solucionar el sonido, acompañada de unos inmensos coros por parte del público.

It seems like we have been missed” reconoció PapaHet, dando paso a una sorprendente Seek & Destroy que funcionó a la perfección tan pronto en el setlist. Con Through the never volvieron las hostias alrededor del cuadrilátero y, Sanitarium iluminó la velada con móviles y mecheros. He de reconocer que (tras la estrepitosa caída de Hetfield en Holanda) tenía ganas de ver la vergonzosa batucada que han incorporado a su directo en la tediosa Now that We Are Dead, pero los cambios resultaron satisfactorios: menos tiempo y cubos con pantallas en vez de taikos, que lograron que el público conectara. En Dream no more, sin embargo, ocurrió todo lo contrario; mientras un servidor se rompía el cuello, el público apático rellenaba sus copas. El hombre que salvó a Metallica (alias Trujillo) levantó a Lars de su banqueta buscando una pareja de baile para su momento mandril, justo antes de descargar el clásico From whom the bell tolls, que gusta especialmente en las islas. Halo on fire sonó delicada y perfecta, y el dúo Hammet & Trujillo homenajeó a la ciudad de Londres versionando a The Clash y Led Zeppelin, y el añorado Cliff Burton fue recordado con Anesthesia, dando paso a Die my Darling de los Misfits, donde Hetfield espeto “Let’s have fun” bendiciendo de nuevo a Burton.

La noche se calentó con el fuego de Fuel que rodeaba la plataforma del batería danés y decenas de drones teledirigidos y en formación sobrevolaron el escenario con Moth into the flame, consiguiendo un efecto al alcance de pocos. Tras la presentación de seis temas de su nuevo disco, llegaba el momento de la interactiva Sad but True. El infierno se desató con el trio One, Puppetz y Damage inc., siendo para mí el mejor momento de la noche. Sólo quedaba tiempo para la sensible Nothing else Matters, que se fundió con los primeros acordes de Enter Sandman, momento en que TODO el público se puso en pie para cantar y saltar por última vez.

Noche triunfal de unos Metallica en excelente forma, con un formidable setlist que dejó un gran sabor de boca a los asistentes, a juzgar por los comentarios y reacciones que se escuchaban en el éxodo de retorno a casa. Muchas ganas de volver a verlos en Madrid el próximo febrero. METAL UP YOUR ASS!!!


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