Artista: Fields of the Nephilim.
Sala Mon Live (Madrid) –  30/04/2018.
Promotor: Madness Live!/Sturm Promotions.

Texto y fotos: Gonzalo Rodríguez.

 


30 de marzo, viernes Santo. Mientras las procesiones recorrían la vasta geografía española, en Madrid, cientos de devotos fans del rock gótico esperaban ansiosos por el culto que Fields of the Nephilim estaba a punto de celebrar en la céntrica Sala Mon. En fecha exclusiva y con escasas visitas, la cita se volvía ineludible para cualquier amante del sonido de los 80 en su versión más oscura y gótica.

Con rigurosa puntualidad, a las 20.20 y después de sonar la intro (Dead but Dreaming), iban apareciendo uno a uno los componentes actuales, entre ellos Tony Pettitt (miembro original) al bajo, para comenzar lentamente con los compases de «Dawnrazor» y finalmente apareciendo a través de un manto de humo un Carl McCoy con su inmortal imagen de polvoriento y oscuro cowboy. Desde el inicio de “Dawnrazor” pudimos disfrutar con un excelente sonido, limpio y potente, en el que la batería sonaba perfecta, y con McCoy demostrando que su profunda y rasgada voz sigue intacta.  “Endemoniada” con su característico slide de guitarra, la cual fue toda una sorpresa, demostró que venían con ganas de hacer disfrutar a la gente con sus grandes clásicos. “Love Under Will” y sobre todo “Moonchild” caldearon el ambiente de una sala que les tenía muchas ganas y que coreó sin parar “Moonchild, Lower me down, lower me down…”. “Prophecy” pondría el punto más duro de toda la noche, ya que la última composición de McCoy roza claramente el metal; en contrapunto “At The Gates of Silent Memory” trajo consigo uno los instantes de mayor calma, rememorando sus pasajes más lentos y oscuros.

Pero sin duda los mejores momentos de la noche llegarían por un lado con la intensa “Psychonaut” y el hipnótico bajo de Tony Pettit, y por otro con “Last Exit for the Lost”, diez minutos de épica gótica que provocarían el éxtasis colectivo de una sala rendida ante un McCoy con los brazos abiertos, evocando a Cthulhu  y cantando “And we´re getting closer, closer and closer…”. Para los bises volverían con la bonita y profunda “Vet for the Insane”, de su primera obra Dawnrazor, relajando un poco al personal, antes de despedirse con la contundente “Mourning Sun” de su álbum homónimo de 2005, con McCoy finalmente dirigiendo un simple “Thank You” a un público totalmente entregado. La esperanza de que salieran a tocar un bis más se fue diluyendo con el paso de los minutos, algo que lo hubiera convertido en un concierto perfecto; eso y que Tony Pettitt llevara un sombrero en vez de una gorra. 

En resumen, 80 minutos de pura nostalgia de la época dorada del rock gótico, con una banda que mantiene la esencia de sus mejores años ante una sala llena y entregada a un Carl McCoy que hipnotizó con sus oscuros y mágicos versos inspirados en Aleister Crowley o H.P. Lovecraft. Una experiencia mística.