Roger Waters.
Us + them tour 2018 .
Barcelona, 14 de abril de 2018 – Palau Sant Jordi.
Promotora: Live Nation.

Texto: Beto Lagarda.

Fotos: Roger Waters oficial.


La mastodóntica gira de Roger Waters citaba al público barcelonés en las dos primeras fechas de la ansiada gira europea Us + them tour 2018. Barcelona se vestía de gala para recibir al maestro Waters, que aterrizó en la ciudad condal varios días antes de unos shows programados para el viernes 13 y el sábado 14 de Abril. Waters destinó parte de ese tiempo libre en ofrecer varias entrevistas y hacer algún que otro coloquio, como el del pasado día 9 en la Fabra i Coats bajo el lema de «Todos con Palestina».

Los vestigios de Pink Floyd son y serán siempre presentes alrededor de la figura del bajista británico, y él sabe aprovechar la situación con una gira basada en gran parte de los mejores hits de su banda madre alternados con varios temas de su último disco en solitario, el crítico y aclamado Is this the life we really want ?.

El público de un abarrotado Sant Jordi acudía a la visita de un artista al que adoran con ilusión de adolescentes;  y esa era la única adolescencia que se podía encontrar en un aforo donde la mediana edad y las canas predominaban, pese a que disfrutar y rememorar de los clásicos de los 70 que sonaron no debería tener límite de edad alguno.

Bastante puntual se entonaron las primeras notas de Breathe, el tema arranque del mítico The Dark side of the Moon, álbum de cabecera para todo amante de la música y del que Waters rescató hasta siete piezas a lo largo de las más de dos horas y media de show. Con una sobria puesta en escena y un perfecto sonido envolvente a 360º, las pantallas y las proyecciones penetraban en tu retina en lo que no parecía un concierto al uso, dejando sensaciones de un show multisensorial.

Time marcó el primer punto álgido con una hinchada cantando a pulmón uno de los temas más trascendentales e icónicos de la disuelta banda madre. Welcome to the Machine gozó de una respuesta asombrosa, esa que dio arranque a la reivindicación, elemento clave en toda la carrera de Pink Floyd y Roger Waters. Una reivindicación anti política, anti guerra y a favor de los derechos humanos, que no cesó en todo el concierto con claras alusiones a tipejos como Bush, M.Rajoy, Berlusconi o Putin entre otros, con un Donald Trump como gran bufón de la corte en una serie de fotomontajes que arrancaron las risas de todo el público.

Tras Welcome to the Machine llegó el momento de representar tres de los temas de su nuevo disco en solitario, menos celebrados pero de igual importancia dentro del repertorio. Tras Picture That arrancó uno de los trinomios más queridos: la perfecta Wish you where here y las dos segundas partes de Another Brick in the Wall, los tres temas hicieron trizas al que aún no estaba viviendo el show de su vida, y lágrimas brotaron ante tal espectáculo.

Tras 20 minutos de descanso, unas pantallas descendieron del techo del Sant Jordi y ocuparon el dos tercios del espacio de pista, donde las proyecciones de la mítica fábrica Battersea Power Station londinense junto al cerdo hinchable deleitaron a todo asistente. Momentos para viajar a Animals en su 40 aniversario, de él interpretaron Dogs y Pigs (Three Different Ones), en lo que fue un sin parar de sensaciones gracias a las proyecciones y a la gran calidad de las composiciones. Tras ellas otro achaque de nostalgia con Money y Us and Them, mientras que Smell the Roses completaba la interpretación de los cuatro temas escogidos de su disco en solitario, a la vez que servía como intro de otro de los momentos más mágicos de la noche, cuando Brain Damage y Eclipse cerraron el círculo The Dark Side of The Moon, mientras tomaba forma sobre nuestras cabezas el icónico el prisma de colores, que bien podría haber supuesto un formidable cierre.

Pero tras una oda al teatro antiguo, con unos superlativos aplausos y vítores que causaron un visible shock en Rogers, llegó el ansiado bis con Mother y el cierre soñado, Comfortably Numb, otro de los tótems de la historia del rock, con sus solos de guitarra perfectos incluidos, ambas de su obra magna The Wall.

El señor Waters logró arrancar esa sonrisa estúpida que te queda tras haber presenciado el que conscientemente será uno de los conciertos más impactantes e impresionantes de nuestras vidas, tal como fue su última visita de 2011. Creo que nadie puede salir indiferente de un show de tal magnitud, incluso sin necesidad de ser un acérrimo fan de PF o Roger Waters. Personalmente me siento muy afortunado de poder incluir en mi «top-5» de los mejores conciertos que he asistido en mi vida las dos últimas visitas de Roger a Barcelona.

Aún quedan dos citas en Madrid en unas semanas, recomiendo que si podéis, no dudéis en ir.


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