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Escrito por: Manuel L. Sacristán
Sello:  Cooking Vinyl, Dine Alone
Productor: Bob Rock


 

Un nuevo disco de The Cult en el Siglo XXI sólo cabe recibirlo con una dosis exagerada de gozo. No hay una banda como ellos en activo en este momento, y muchas cosas han cambiado desde los tiempos en que el hard rock dominaba las listas de éxito. Hidden City aparece recién estrenado el año, no mucho después del poderoso Choice of Weapon (2012), y en palabras de Ian Astbury, forma junto a este y Born into this (2007) una trilogía espiritual de redención, mezcla de culturas e invocación a los espíritus de los viejos nativos americanos.

Una vez escuchado el disco, queda claro que The Cult siguen manteniendo la urgencia creativa y una plena vigencia en un panorama musical que en ocasiones puede resultar desolador. “Dark Energy”, “No Love lost”, “In Blood”, “Birds of Paradise”, “Hinterland”, “GOAT”, “Deeply Ordered Chaos” y “Lilies” son los grandes momentos de un disco que contiene todos los detalles que esperas encontrar en esta banda legendaria. Hachazos en forma de riffs, arpegios góticos, pegada y concreción en los parches, líneas de bajo sugerentes y un cantante capaz de viajar del latigazo violento a sermones majestuosos más reposados. El disco apenas contiene lastre y sí muchos momentos épicos. Hay cosas que no están al alcance de cualquier banda, y las grandes canciones de los Cult son una de ellas. En estos momentos, The Cult son una banda impredecible, imprescindible, en estado de gracia. La industria no les agradece nada, pero ellos transitan su propio camino, pura leyenda del rock and roll. Como resaltaba Bunbury sobre The Black Crowes en su día, vale la pena traer esa frase a colación de los Cult: estamos viviendo algo homérico, una hazaña maravillosa en tiempo real. Tras el impresionante Beyond good and evil (2001), y quedando aun más lejos el fabuloso The Cult (1994), parecía que habían desaparecido del planeta. Astbury pasó un periodo de tiempo oscuro, de búsqueda permanente, recalando en la reformación de los Doors y probablemente reconstruyendo varias de las piezas que formaban su propia personalidad como artista. El hecho de que un disco de The Cult en 2016 contenga tantos detalles y momentos míticos tan sólo con un puñado de escuchas dice mucho de su trayectoria, de quiénes son, y también de cómo se echa de menos una banda de estas características en estos tiempos tan extraños.TheCult_2426x1365

The Cult son ahora una banda de veteranos haciendo rock como ningún imberbe es capaz. Con la clase, la pujanza y el sentido lírico de viejos sabuesos del rock, conocedores de su trayectoria y respetuosos con ella. Mientras Billy Duffy está contenido y perfecto en todo el disco, y Tempesta ajusta cuentas con la batería, Ian Astbury emerge de nuevo como un cantante plenamente comprometido con su discurso. Es este un disco más de Astbury que de Duffy, por las atmósferas y en general el tono del disco, producido por cierto de forma sensacional por Bob Rock. Un trabajo de celebración y de regodeo, de disfrute casi bordeando el misticismo, porque los que amamos a esta banda sabemos que la ceremonia del gozo que supone tenerlos de vuelta es cualquier cosa menos terrenal.

Escrito por: Manuel L. Sacristán

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«Dark Energy» – 4:26

«No Love Lost» – 3:13

«Dance the Night» – 4:15

«In Blood» – 4:48

«Birds of Paradise» – 6:26

«Hinterland» – 5:06

«G O A T» – 3:18

«Deeply Ordered Chaos» – 4:32

«Avalanche of Light» – 4:31

«Lilies» – 4:16

«Heathens» – 3:39

«Sound and Fury» – 3:54