Bruce Springsteen siempre ha sido como ese buen vecino en el que puedes confiar y con el que hablar de chicas, coches y rememorar the good-ol’ days mientras os tomáis unas cervezas después del trabajo en cualquier cutre-bar. Al menos esa es la sensación que uno tiene tras devorar Born In The U.S.A., la de tener un viejo amigo que te abre su corazón y va desgranando parcelas de su vida. Una vida tan normal y ordinaria como la tuya y la mía; con sus alegrías, ilusiones y miserias. Y ahí precisamente radica la magia de Born In The U.S.A. (y prácticamente de toda la obra de Bruce): esa cotidianidad, la familiaridad, lo normal, el tú a tú. De esta forma, el amigo Bruce nos habla entre luces y sombras de las ganas que tiene de salir del curro para irse de fiesta con los colegas, las consecuencias que la guerra de Vietnam ha tenido sobre los veteranos, la búsqueda de empleo, la pérdida de amores y amigos, despedidas, reencuentros y chicas.
Si alguien realmente merece el título de Working-Class Hero, ése es Bruce Springsteen.