Como buen seguidor del Post-Punk y College Rock 80’s, debería deshacerme en elogios hacia Echo And The Bunnymen, pero nada más lejos de la realidad. Nunca me gustó su música, y menos aún la actitud pedante y aborrecible de su líder Ian McCulloch; por lo tanto, no me afectó lo más mínimo su separación temporal allá a mediados de los 90. Esta separación postiza provocó que McCulloch y el guitarrista Will Sergeant unieran fuerzas con los mercenarios Leon de Sylva y Tony McGuigan; aunque la aventura duró poco, ya que Echo And The Bunnymen volvieron al ruedo y el proyecto Electrafixion se esfumó, pero les dio tiempo de facturar uno de los álbumes de culto definitivos de los 90: Burned. Fue una sorpresa, ya que este disco no tiene prácticamente nada que ver con los aburridísimos Echo, sino que se trata de un chute de puro rock alternativo 90’s repleto de riffs gordos y guitarras enmarañadas propias del shoegaze, eso sí, con una dosis de psicodelia y oscuridad muy estimulante y una producción exquisita. Como unos The Jesus And Mary Chain con anabolizantes, se podría decir. El único «pero» es la voz del insufrible Ian McCulloch que, aunque parece que le echa más huevos, sigue sin encajar del todo en Burned.

Tema destacado: Bed of Nails.