Noveno LP de Thin Lizzy. Año 1979, con Gary Moore a la guitarra y el todopoderoso Phil Lynott comandando un disco que te acaricia. Si juntas al genio irrepetible de Dublin con el macarra de Belfast ocurren milagros como este. Es cierto que ambos ya trabajaron juntos previamente en la banda de Blues Skind Row -no confundir con los SkidRow posteriores-, aunque entonces el resultado no llegó a cuajar. Los planetas se alinearon del todo hace 37 años, con un bagaje importante a las espaldas de ambos. Y así, Black Rose vino a mejorar este mundo.
Producido por Tony Visconti, con la impronta de Moore pero respetando la esencia de Thin Lizzy, Black Rose suena hoy tan fresco y puro como el aliento de un recién nacido. Si bien estamos hablando de la banda perfecta para ayudarte a superar un mal día, este disco en concreto tiene el poderoso don de tocar el alma. Quizá hablo desde un punto muy personal. O no; si nos detenemos en sus letras, llenas de misticismo, leyendas, tradición irlandesa… junto al tratamiento de la adicción de las drogas de Lynott, creo que encontramos el álbum más profundo de la inmortal banda que es Thin Lizzy.
Magia desde el principio, con el buen rollo infinito de Do Anything you Want to. Un temazo a la mitad como es Got to Give it Up, con Lynott pidiendo ayuda de manera escalofriante. O el final de apoteosis instrumental con Roisin Dubh (Black Rose) -posiblemente el mejor tema de la banda-, hacen que estemos ante un disco que debería sonar de manera obligatoria en todas las escuelas del mundo. Yo al menos me siento obligado a ponérselo a mis hijos, y disfrutar de ver su reacción. Un disco que es luz, un disco para llorar de emoción.
Os lo pongo aquí entero. No se si es legalmente lo más adecuado, pero quiero pensar que compartir cosas así no puede ser algo malo: