Por Candy.
Sello: Nooirax Producciones
La escena rockera Jiennense está de moda en la redacción de Diablorock, mientras aguardamos el regreso de unos, siempre acechantes, MundoZero, y después del subidón que nos producen Santo Rostro, nos toca campear la resaca con un revitalizante brebaje indio etiquetado como «Blood Moon«, el nuevo engendro sonoro de Arapahoes, una banda de stoner rock robusto y corrosivo, fraguada por cuatro músicos provenientes de incestuosas cepas rockeras de la capital Jiennense. Fruto de esta nueva y fortalecida genética sonora, cae en nuestros brazos, aún sangrando y entre gritos parturientos, este vástago maldito de naturaleza retorcida, pues su único y siniestro Leitmotiv, no es otro que castigar nuestros maltrechos tímpanos con una cruda colección de Riffs flagelantes y azotante ritmo.
Agradecidos ante tan viles credenciales, y con una actitud de sumisa expectación, descorchamos este frasco de seis deliciosos temas, a la espera de que aporten pingües beneficios a nuestra salud mental. Bebemos a morro, a gallote, tragando el sanalotodo elixir con ansia. Limpiamos con la mano nuestra mugrosa barba, y caemos a horcajadas sobre el sucio lecho de nuestro cubil. Nos espera un corto viaje de 27 minutos, pero tranquilos, será más que suficiente para que estos cuatro nativos indígenas te despejen la mente y el espíritu a base de patadas en el trasero.
Lo primero que escuchamos son claros signos de tormenta, «S.I.M.B» arranca con un Riff eléctrico de la guitarra de Víctor, la furiosa batería Rubén y el galopante bajo de Jose, produciendo una luminosa descarga, a la que le sigue la estruendosa voz de Fermín. Tratamos de ponernos a cubierto durante «El Diablero«, otro vendaval rítmico lleno de rabia contenida. Su tramo final nos da esperanzas de poder estar a salvo, pero tras un oscuro aquelarre de notas, el paréntesis termina abrúptamente con una explosiva danza flamígera de instrumentos incendiarios. Decidimos huir, alejarnos de este malsano vórtice sónico. Con el cabalgante ritmo de «City of Rage» nos replegamos sin mirar atrás, pero no sin antes ser testigos de una sórdida aparición, la voz de Santo Rostro (Antonio) hace presencia, imprimiendo una espeluznante sinergia de aullidos que consiguen helarnos la sangre.
Lo peor ya ha pasado, fingimos ver un claro en el horizonte, el desenfadado paisaje que perfila «Lazy men» intenta seducirnos, un compás chulesco junto a una arrogante voz tratan de persuadirnos. Somos conscientes del engaño, «A thounsand Wolves» nos recuerda que seguimos rodeados de bestias saliendo de sus madrigueras. Para cuando se desata la colérica «Birth Death Cycle«, solo podemos dejarnos llevar por su frenesí, la caída en picado hasta la consciencia es cruel. Despertamos sudorosos y asustados. Hemos sido víctimas de un escarmiento atroz. Culpables o no, y lejos de sentirnos indemnes, ¿qué daño podría hacernos otro trago?.
El rock de Arapahoes se comporta de la misma forma que un escualo, moriría si dejara de moverse, continuará siempre merodeante, buscando una nueva presa, percibiendo a distancia nuestro transigente mutismo, el condescendiente estado de pasividad que nos mantiene adormecidos y dóciles. Arapahoes son una sonora bofetada de advertencia. Manteneos alerta.
1. S.I.M.B.
2. El Diablero
3. City Of Rage
4. Lazy Men
5. A Thousand Wolves
6. Birth Death Cycle