Que nadie se equivoque, el que esto suscribe sigue huyendo del género Southern Rock como la peste. El único grupo al que le doy una concesión, los únicos que me han tocado la fibra son The Allman Brothers Band; sólo ellos han conseguido transmitirme la esencia del Sur como ningún otro. Casi puedo oler los campos de su Georgia natal y sentir el aire cálido del verano sureño cuando pincho su música y, en especial, este disco. Y es que, a veces, hay que escuchar la música adecuada en el momento adecuado y dejar que la magia haga el resto del trabajo. En mi caso, todo ocurrió cuando viajaba por una polvorienta autopista por el sur de Alicante y el desierto se extendía a ambos lados de la vía. Era pleno verano, estaba sudando como una puta en una iglesia y metí en el reproductor un viejo CD de The Allman Brothers Band que perteneció al ex de una ex y que, por algún motivo, acabó en la guantera de mi coche. Total, pensé, puestos a estar jodidos, me pongo Southern Rock de fondo para hacer bingo. En efecto, se hizo la magia. Los primeros acordes de Revival me hicieron dar un respingo de sorpresa y empecé a prestar más atención al disco, pues esa música encajaba perfectamente con el entorno. Empecé a ver la vida de otra manera con «Don’t Keep Me Wonderin'»; notaba alivio y esa melodía me transportaba directamente a Georgia y a la hospitalidad de sus habitantes. Con «Midnight Rider» ya caí rendido a los pies de Duane & Co., pues era una de las canciones más bellas que había oído y en «In Memory Of Elizabeth Reed» estaba ya completamente hipnotizado para el resto del disco y del viaje. Desde entonces, «Idlewild South» es un disco que me acompaña en mis viajes estivales allá donde quiera que vaya, y mi sueño de viajar a Georgia sigue vivo.