Los años 90´s no fueron para Mötley Crüe, desde luego un camino de rosas. Todo lo contrario. Si tuviese que poner un ejemplo de banda superexitosa de los 80´s barrida del mapa en la era del grunge, creo que el de los Crüe sería uno de los mas evidentes. En 1989, con la publicación de Dr.Feelgood, la banda se había convertido en un gigante que llenaba estadios, vendía millones de discos (que tiempos en los que había grupos que vendían millones de copias de sus obras) y copaban titulares de prensa. Y ojo!!! No hablo de prensa musical, sino de todo tipo de prensa. Por lo general, en los diarios, cuando aparecían lo hacían por motivos extramusicales, como arrestos o líos de faldas, pero se hablaba de ellos, por su condición de estrellas. Condición que no estaban dispuestos a perder, una vez alcanzada con tanto esfuerzo.
Pero una cosa es lo que se pretende y otra, muy diferente a veces, lo que se consigue. En 1991, la banda decide prescindir de los servicios de Vince Neil en lo que fue una arriesgada apuesta. Siempre es un riesgo cambiar de cantante y frontman, pero Nikki Sixx, envalentonado, decidió continuar al frente de los Crüe, con John Corabi en lugar de Neil. Con Corabi al frente (una gran cantante por otra parte) en 1994 se publicó el disco titulado simplemente Mötley Crüe, un título que pretendía reflejar un nuevo inicio. Solo habían pasado cinco años desde la publicación de Dr.Feelgood, pero lo que puede parecer poco tiempo, a principio de los 90´s no lo era. El mundo musical había cambiado. El sleazy y el hair metal habían dejado paso a los vaqueros rotos y las camisetas y artistas como Kurt Cobain o Eddie Vedder que eran los ídolos del momento, eran en muchísimos aspectos, la antítesis de Nikki Sixx o Tommy Lee. Motley Crüe fue un disco incomprendido y la asociación con Corabi, terminó en el momento en el que Sixx, Mick Mars y Tommy Lee vieron que solo había una solución para tratar de recobrar la popularidad perdida. Si, se trataba de hacer volver de nuevo a la banda a Vince Neil. Tras años de acusaciones varias y de cruces de insultos a través de la prensa, todos se tragaron el orgullo y decidieron volver a trabajar juntos en otro disco, con la esperanza de reverdecer viejos laureles y engordar unos saldos de las cuentas corrientes que en aquel momento menguaban de manera preocupante.
En 1997, se publicaba Generation Swine con la vitola de “reunión de la formación original”. Para sorpresa del grupo, el disco no solo no triunfó sino que pasó bastante desapercibido. Con todo merecimiento en mi opinión. Un disco olvidable que mostraba a unos Crüe poco inspirados. En 1998, el grunge había sido relevado por el neo swing, que triunfaba en USA, mientras que Europa encumbraba bandas punk y hard rockeras nórdicas tales como Hellacopters o Backyard Babies. Pero Sixx y los suyos seguían sin encontrar su lugar en el negocio. Para colmo de males, la formación original no duró demasiado. Las tensiones entre Vince Neil y Tommy Lee se hicieron insoportables hasta que Lee, harto de todo y de todos se largó. Otro obstáculo en el camino. Pero Sixx no es de los que se rindan con facilidad y motivado por las dificultades, volvió a ser el líder que se puso al frente en los momentos de adversidad. Lo primero que hizo fue fichar a un batería que estuviera a la altura. Y la decisión no puedo ser más acertada. Randy Castillo. Uno de esos baterías sobrios, pero contundentes y efectivos. Además, venía con el plus de haber sido el batería de la banda de Ozzy lo que significaba que no se asustaba ante nada ni ante nadie. Por otra parte, la banda de se puso las pilas. Olvidaron cualquier tipo de pretensiones e ínfulas y se dedicaron a hacer lo que mejor sabía. Puro, duro y crudo rock´n´roll. Esta es la característica principal de la obra que vió la luz en el ya lejano año 2000, con el título de New Tattoo.
Tras años de experimentos, de ir a medio gas y de tratar de encajar en las vanguardias, en New Tattoo lo que suena no es un grupo tratando de marcar tendencia, sino una banda rockeando como solo ellos saben hacerlo. Sixx está inspiradisimo como compositor y junto a Randy Castillo forma una base rítmica inmejorable. Las guitarras de Mick Mars suenan menos metálicas que antaño, pero, por el contrario más hard rockeras que nunca. Y Vince… bueno, simplemente, vuelve a ser el Vince altivo y chulesco de siempre. Y pone la guinda al pastel con su voz chillona y su carisma. Queda claro desde el primer riff de Hell on High Heels que se encuentran más cerca de KISS o Aerosmith que de Marilyn Manson.
Treat Me like The Dog I am confirma esta impresión. Así como la power ballad que da título al disco. Pocas veces habíamos visto a los Crüe tan inspirados en un tema lento. El cañonazo a lo AC/DC de Punched in The Teeth by Love hace que quiera uno gritar y desahogarse, lo mismo que Fisrt band on The Moon. Nos pondremos tiernos con la balada Hollywood Ending y maldeciremos a quienes daban al grupo por acabado con la mala baba de desprende Fake. Eso es todo? Noooo!!!!! Por si no quedaba claro aquello de «The Crüe are back», el grupo se animó con la versión de White Punks on Dope de The Tubes,que suena muy punk rock y es uno de los bombazos del disco, junto, como no, a Porno Star, un tema que hoy puede parecer muy cándido como es el del cibersexo, pero que en el año 2000 era un tema del que se hablaba mucho. Un rock and roll brillante que podría haber sido firmado por unos Cheap Trick sin ningún problema.
Que gran retorno al hard rock significó New Tattoo!!!! No constituyó el regreso a las ventas millonarias, a las giras de estadios ni a ser las celebridades de antaño, pero sirvió para tapar muchas bocas, demostrar que quien tuvo retuvo y sentó las bases para el esperadísimo retorno que se fraguaría poco después, curiosamente, en forma de libro, ese magistral tratado de las cloacas de Mötley Crüe titulado de The Dirt. Pero de eso hablaremos en otro momento. Dediquémonos ahora a disfrutar de este buenísimo New Tattoo que, en lo que a mí respecta, está en lo más alto de su discografía.