Por Rafa Diablorock.
Producción: Nick Terry.
Sello: Roadrunner.
Tras dos parejos mordiscos como fueron los dos primeros discos de Kvelertak, la banda del búho publica su tercer largo bajo el título de Nattesferd. No nos andemos con rodeos, Kvelertak son una banda de moda, de esas que durante un lustro están en boca de todos. Si llevas una camiseta de ellos eres cool, es de esas bandas que sirve para que muchos presuman de haberlos descubierto cuando grabaron el primer disco, pero… han pasado ya demasiados años y con este tercer trabajo entramos en terreno peligroso. La banda empiezan a despuntar en popularidad, ya se ven demasiadas camisetas de ellos, y encima ahora van y graban un disco en el que no se dedican a repetir la fórmula, sino que maduran y bajan de revoluciones. Los noruegos tenían claro que esto iba a ser polémico, así que el primer adelanto, 1985, dejaba bien claro el cambio de rumbo. Para colmo cambian de productor suavizando su sonido y prescinden de Baizley para su portada. Mientras que para para muchos Kvelertak han muerto en 2016, para servidor están más vivos que nunca. Creo que Nattesferd definitivamente confirma que tenemos una banda grande, aún joven, y que tiene mucho que decir no solo a mamporrazos.
“Nattesferd” (que significa viajero nocturno) es un claro paso evolutivo en la banda. Evolución, una palabra despreciable para muchos. Kvelertak en este disco conservan lo mejor de su ADN pero tomando unas claras nuevas referencias en su música. Si el black metal primigenio aparecía con alfileres en su anterior “Meir”, en “Nattesferd” está casi desaparecido. El espíritu punk o crust ha sido en gran medida reemplazado y ennoblecido por los pilares del rock clásico. No hablamos de un abandono caprichoso, es consecuencia de la necesidad de habilitar el espacio necesario para poder desarrollar un nuevo y ambicioso estilo mucho más luminoso. Un sonido donde Lemmy no está tan presente, pero donde Kiss, Iommy, Boston, Van Halen o Cheap Trick han cogido sitio. Todo eso conservando la mirada del tigre, la voz rasposa y sus tres vibrantes y características guitarras.
El disco cuenta con dos temas que sirven de ejemplo de todo lo que fueron y todo lo que son, estos son las geniales “Dendrofil for Yggdrasil” y “Berserkr”, de una estructura similar que va descendiendo en revoluciones de blast-beats a unos luminosos pasajes guitarreros, con una esencia Kill Em All tremenda en los compases finales de «Berserkr». El claro ejemplo de ese nuevo perfil groovie de influencias clásicas es “1985”, y la absolutamente magistral “Heksebrann”. Este tema, de 9 cortos minutos, es para mí la auténtica joya del disco, con unos coros formidables en su magnético y multicolor estribillo, donde el bajo capitanea un épico riff adornado por tres aguerridas guitarras, acústicas y eléctricas en perfecta armonía. Un corte emotivo e intenso, totalmente evocador y que toca la fibra sensible de un modo que jamás pensé que esta banda pudiese conseguir.
Identificamos claramente a los Kvelertak de siempre en las afiladas guitarras de “Nattesferd” o en la punky “Bronsegud”. Y el disco se termina con el tema más riffero del disco, “Nekrodamus”, con un cierto aroma Iommi delicioso; tema que podría haber sido firmado por The Sword, y donde el vocalista cierra el disco desgañitándose por compleo.
Discazo como la copa de un pino de unos Kvelertak que nos ofrecen una versión distinta, para otros estados de ánimo, y donde presentan un buen número de temas que aportarán un mayor dinamismo a sus actuaciones en directo. Un disco que por desgracia contará con un buen número de detractores, aunque estoy seguro que con el tiempo será debidamente apreciado.
1. Dendrofil for Yggdrasil
2. 1985
3. Nattesferd
4. Svartmesse
5. Bronsegud
6. Ondskapens Galakse
7. Berserkr
8. Heksebrann
9. Nekrodamus