Por Manuel L. Sacristán
mlsacristan@gmail.com
- Es la figura más polarizante de la historia del rock
Una de las acepciones de la palabra “polarizante” la define como la acción de acumular en dos partes determinadas de un cuerpo cargas eléctricas opuestas. En el campo de la física, el término polarizante se aplica a todos aquellos mecanismos que tienen como función alterar la intensidad de algunas ondas, tales como las luminosas, a fin de obtener cambios en ellas y generar así nuevos tipos de ondas que puedan ser útiles en diferentes circunstancias. Se me antoja que ambas son definiciones correctas para acercarnos a la figura de W. Axl Rose, un travieso muchacho oriundo de Lafayette (Indiana), nacido en 1962 y criado en una familia absolutamente disfuncional. Aparte de no conocer a su verdadero padre y ser frecuentemente vejado, física y emocionalmente, por su padrastro, un primer dato que conviene conocer es que a Axl de pequeño no le dejaban escuchar música rock. Sus primeros pasos en la música los dio en un coro de góspel, en una época donde aún debía esconder la cinta de Houses of the Holy de Led Zeppelin para que su padrastro no pensase que estaba poseído por el diablo.
Aunque pueda parecer que el propósito de este artículo es endulzar la figura de Axl Rose, es innegable que hablamos de un tipo que ha despertado durante su trayectoria musical los odios más encendidos, acompasados con una defensa a ultranza y casi irracional de todos y cada uno de sus, a menudo, controvertidos pasos. A Axl se le quiere mucho o se le odia a muerte; en los últimos años, desde su “retiro” en 1994, proliferaron incluso los intentos de vender que su figura ha sido intrascendente para la historia del rock. Es en vano: más de 65 millones de discos vendidos con Guns N’ Roses, giras multimillonarias, videos inolvidables, y un buen puñado de canciones legendarias, que todo el mundo (aunque lo niegue) conoce e incluso ha disfrutado, aunque sea secretamente. Sencillamente, llegado un momento se puso de moda criticar a Axl Rose, pasando a encabezar el selecto grupo de blancos fáciles a los que destripar a la menor ocasión. En los años de gloria de Guns N’ Roses había argumentos de peso confrontados, tales como que era demasiado heavy o que hacía baladas para niñas pijas. Tras la marcha de Slash y Duff y durante su aventura con otros músicos, bajo el mismo nombre Guns N’ Roses, lo más frecuente era leer que no debía usar ese nombre sin Slash y Duff McKagan, aunque los derechos le hubiesen sido cedidos en 1992, en una época en la que todos coinciden en reconocer que sus dos compinches andaban demasiado perjudicados como para asegurar su presencia en la banda en años venideros. Luego se argumentó que ya no era el de antes, porque había perdido la voz para siempre (quienes le han visto recientemente con AC/DC ahora dicen, sin embargo, que los cirujanos obran milagros en las cuerdas vocales), y por último, en uno de los ejercicios de hipocresía más alucinantes de los últimos tiempos, que está gordo. Y para colmo, ¡que canta sentado! (con un dedo del pie roto, hay que aclarar).
En el otro rincón, sus fans, aparte de practicar la abogacía en los ratos libres, procuran (procuramos) disfrutar de él, por el sencillo motivo de que las canciones de Axl Rose suenan como nos gusta que suenen las canciones.
Por eso, aunque parezca que el artículo quiere lavar la imagen de Axl Rose, jamás podría servir a tal propósito, pues todos sabemos que aunque se demostrase que Rose cura enfermedades con la mirada, quienes le odian seguirían considerándole el mayor gilipollas de la historia del rock.
- Axl Rose sabe algo de música
Se trata de otra figura con su generosa dosis de polarización, pero Lars Ulrich lo dijo mejor que nadie cuando surgió la fiebre del rock industrial: “Axl Rose ya nos hablaba de un grupo llamado Nine Inch Nails cuando todos aun andábamos haciéndonos pajas con los jodidos Judas Priest”. Como es lógico, Lars no se refiere al instante en que The Downward Spiral reventó el mercado en 1994, sino a mucho antes: Nine Inch Nails fueron, junto a Skid Row, teloneros de Guns N’ Roses en su famosísimo concierto de Wembley el 31 de agosto de 1991, justo antes de la salida de los dos volúmenes de Use Your Illusion. Entonces, los cerriles fans británicos de la banda que tan sólo cuatro años antes les habían abucheado en The Marquee y que ahora llenaban el mítico estadio inglés, insultaron a Trent Reznor y lanzaron objetos al escenario. Esos mismos comprarían religiosamente tres años después el disco más reconocido del genio de Pensilvania. Sería el propio Reznor quien, años más tarde, y ante la siempre absurda polémica Nirvana/Guns N’ Roses, zanjaría la cuestión con unas declaraciones altisonantes en las que cuestionaba la actitud contraria a los clichés de muchos miembros de la generación grunge, al decir que “no era Axl, sino Kurt, el que cargaba contra todos los clichés del rock para después ir cumpliéndolos uno por uno”, refiriéndose, entre otras cosas, al disparatado consumo de heroína por parte de Cobain.
En su entrevista con Mick Wall en 1990, publicada en el libro “The most dangerous band in the world”, Axl daba por primera vez una verdadera dimensión de sus gustos e influencias musicales, eligiendo canciones de Led Zeppelin (“D’Yer Mak’er”), Elton John (“Benny and the jets”) y la Electric Light Orchestra como tres de sus aficiones musicales más representativas en aquel momento. Habían pasado tres años desde que salía a cantar ataviado con camisetas de Junkyard o Jane’s Addiction. Axl siempre se anticipaba a la onda. ¿Por qué?
En años posteriores, tras desaparecer de la escena de forma voluntaria en el 94, se filtraría a la prensa su interés por productores no ligados al hard rock, tales como Moby, Scott Litt (R.E.M.), Steve Lillywhite (U2), Mark Bell (Bjork) o Youth (The Verve). Asimismo, expresó en alguna entrevista cuánto le había impresionado el disco Endtroducing… (1996) de Dj Shadow, un álbum trascendental para el movimiento del hip hop instrumental, al tratarse de un disco creado casi enteramente de “samples”, con innovadoras técnicas de muestreo y arreglos. Es decir, antes de que nos enterásemos de su existencia, Axl Rose conocía Endtroducing… si esto no quiere decir algo para ti, no importa. A mí consiguió aficionarme a cierta clase de música electrónica, quizá porque el disco contiene un sample de la serie Twin Peaks. Vete a saber.
Al final, serían Sean Beavan y Andy Wallace los que terminarían trabajando con Axl durante una buena porción del tiempo que pasó creando Chinese Democracy. ¿Es el dinero quien compra a los productores, o ellos se involucran en los proyectos en los que creen? ¿Aún hay posibilidades de que en la música comercial suceda lo segundo?
- Axl nunca tiene un “NO” para sus amigos
No sólo vestía camisetas de sus compañeros de generación. También presentó a los miembros de Blind Melon, en especial a su cantante Shannon Hoon, a gente de la industria, y les ayudó a labrarse una carrera en la ciudad de Los Ángeles. Este punto se entremezcla con el anterior, ya que la decisión de llevar a determinados teloneros en las giras de Guns N’ Roses ha sido casi siempre de Axl; a veces por echar un cable, y otras por profesarles admiración musical. La lista es interesante: Soundgarden, Alice In Chains, Faith No More, The Cult, Soul Asylum, Blind Melon, los mencionados Skid Row y Nine Inch Nails, Suicidal Tendencies, Quireboys, Lenny Kravitz o Smashing Pumpkins. Chequead lo que esa gente ha dicho sobre Axl Rose y Guns N’ Roses a lo largo de los años.
Y aunque Nirvana no quisieran completar la lista de teloneros de Guns N’ Roses en 1991, y se dedicasen durante mucho tiempo a ponerles a parir, Dave Grohl le prestó su silla homenaje a la serie Juego de Tronos para que Axl pudiese cantar sentado en la primera parte de la gira de regreso de Guns N’ Roses en 2016. Gracias por el detalle, Dave.
Además, en la dedicatoria de su libro “It’s so easy and other lies”, Duff se refiere a nuestro protagonista de la siguiente forma: “A Axl: gracias por ayudarme con mi mierda y ser mi amigo en aquellas horas oscuras”. Aquí se refiere Duff al momento en que su páncreas dijo basta en 1993, en la época en la que consumía unas diez botellas de vino diarias; la banda casi se había separado, y apenas se veían, pero a Axl le faltó tiempo para echar un cable a su amigo. Años más tarde, aunque para la mayoría la reunión sólo venga provocada por el dinero, algunos todavía creen que existen fuertes lazos entre esta gente, aparentemente sin alma (minuto 1:41).
Entre 1994 y 1998, Axl nunca se olvidaba de mandarle a su amigo Sebastian Bach de Skid Row una caja de galletas por navidad. Y no era ese el único detalle que tenía con su gente. Cuando Brian Carroll (también conocido como Buckethead) recibió la llamada de Axl invitándole a unirse a Guns N’ Roses, no estaba realmente interesado. Conocía a la banda, claro está, pero no era su rollo. Axl perseveró: en las Navidades de 1999 invitó al tipo a su casa, y no eran unas Navidades felices para Carroll, a quien nadie le había regalado cierta muñeca con la cara de cuero que era muy difícil de encontrar. “Axl me invitó en Nochebuena. Yo estaba triste por la muñeca, y cuando conocí a Axl, me dio una caja, y ahí estaba, era Cara de Cuero”. Carroll se lo tomó como una señal. “Debe comprenderme de alguna forma”, pensó. Y se unió a la banda. “Guns N’ Roses ha sido tan divertido como una carrera que aun no has corrido. Todo es nuevo, y será interesante ver a dónde nos conduce”.
- Y además, no es cierto que sea homófobo
Cuenta el propio Axl que Elton John se le acercó al camerino antes de su dueto en el concierto homenaje a Freddie Mercury en Wembley en 1992 y que, mientras preparaban las estrofas, Elton de pronto le chilló “¡Soy gay!” A lo cual Axl continuó con mucha naturalidad hablando de cómo debían cantar la parte que seguía al solo de Brian May.
Sí, es verdad que Axl tiene por lo menos tres canciones grabadas con una dosis de polémica justificada. “Used to love her” es la que menos problemas plantea, ya que ¿quién no ha querido enterrar a dos metros bajo tierra a su pareja, sea esta hombre o mujer? Luego casi nunca se lleva a cabo el delito (Ricky Gervais, abandona este cuerpo). La versión de Charles Manson “Look at your game girl” no debería contar, ya que incide sobre la misma temática homicida sólo que de forma un pelín más incisiva (de acuerdo, prometo que ya no más, ni una broma más). Es “One in a million” la que más problemas plantea: su letra es racista, xenófoba y homófoba, demonios. Es una canción maravillosa, que Axl compuso bajo los efectos del cannabis, lo cual no es excusa porque luego el muy lunático insistió en grabarla incluyendo las palabras “negrata” y “maricón”. Muy mal, Axl.
¿Qué pasa luego? Pues que es esta misma sociedad hipócrita (la que le llama “gordo”) la que olvida que el propio Elton le regaló un ramo de rosas antes de su participación conjunta en los MTV Awards unos meses después del homenaje a Freddie, con una tarjeta que decía “Que no te importe lo que digan”. Y pasa que por las filas de Guns N’ Roses han pasado músicos negros (aunque a Michael Bland le pareciese imposible tras su audición de 1997, Frank Ferrer ES el batería de GNR, y ES negro), y seguramente músicos homosexuales, como es lo más normal del mundo. ¡Eh, incluso últimamente llevan hasta un teclista que es una chica!
Pero… ¿no se limitaba el papel de las chicas en el rock a ser coristas?
- Los vídeos de Axl, en realidad, molan
Sí, ya sé que muchos parecen excesivos, que se emperró en hacer una trilogía absurda, megalomaníaca y surrealista, y que el hecho de que la iglesia de la cual sale Slash en “November Rain” sea minúscula en comparación con el pedazo de templo donde tenía lugar la boda de Axl y Stephanie Seymour (de la cual Slash huye con toda la razón del mundo) resulta una chapuza sin precedentes.
Pero piensa en esto un segundo. ¿No es entrañable que Axl decidiese tras su separación (la real) de la Seymour que no volvería a sacar a una mujer en uno de sus vídeos, y en su lugar optase por pedir que se filmase con delfines? ¿Y no es aun más entrañable que durante el rodaje terminase harto de los cetáceos y los dejase tirados a todos, delfines incluidos, cansado de intentar agarrarse a una de sus aletas?
Por favor, no me digas que este video no es la hostia:
- Axl sabe que es un tarado…
En el mejor de los sentidos, e incluso en el peor, Axl Rose sabe que es un desequilibrado. Además de un tipo caluroso y sensible, chillón y sonriente, ágil y rechoncho, que viaja de un extremo a otro sin inmutarse. En el mismo concierto, protegiendo a los fans de las primeras filas, y expulsando a uno por hacerle un gesto obsceno o llevar una camiseta que no le agrada. Un tarado, vamos.
Pero un tarado, además de entrañable, enternecedor. Y valiente, además. Si no, no se entiende que sea capaz de hacer esto delante de doscientas mil personas (sí, lo has leído bien, erase una vez una banda que ya no le importaba a nadie… Rio de Janeiro, 15 de enero de 2001: 200.000 personas).
Yo lloro cuando lo veo. En serio. Piensa que al chico su verdadera madre no le defendía y le dejaba a merced de un padrastro maltratador. Piensa en eso, y lee esto:
My mamma never really said much to me
She was much too young and scared to be
Hell «Freud» might say that’s what I need
But all I really ever get is greed
An most my friends they feel the same
Hell we don’t even have ourselves to blame
But times are hard and thrills are cheaper
As your arms get shorter
Your pockets get deeper
- …Pero un tarado con un curioso sentido de la integridad
Al final, podemos estar más o menos de acuerdo con el rumbo que tomaron los acontecimientos cuando, supuestamente, el grunge deglutió a Guns N’ Roses. Axl Rose siguió adelante con su proyecto, embarcado en pleitos judiciales de la más variada índole (ex mujeres, y lo que es peor, ¡ex baterías!), y con una banda desintegrándose paso a paso. Slash comenzó a tener ansias de volver al pleistoceno, grabando un disco de blues rock completamente desfasado, correcto pero que no cambiaría el curso de la historia (It’s five o’clock somewhere, 1995). Duff McKagan comenzó a rehabilitarse de su afición a la bebida y a la cocaína, cambiando la botella y la bolsita por una mountain bike y un saco de kickboxing. El resto de la banda ya se había desintegrado: Steven Adler fue expulsado en 1990 por toxicómano (el propio Slash se llama a sí mismo hipócrita por aquello) e Izzy Stradlin abandonó el barco un año más tarde, cansado de un estilo de vida que él había fomentado (fue camello y consumidor de heroína durante años) y de una línea musical que ya no sentía como propia, pese a que una buena porción de los Use Your Illusion vienen firmados por él, en solitario o junto a Axl Rose. Si bien se trata de las canciones de corte más clásico, también hay temas mucho más complejos que fueron compuestos por Izzy para esos clásicos (“You could be mine”, “Double talkin’ jive”).
El caso es que entre 1994 y 2001, Axl vio cómo sus compañeros iban dejando el grupo, Slash en 1996, Duff en 1998. Fue reemplazando a cada uno con un músico de corte bien distinto, incluso vanguardista. En cuatro años, Guns N’ Roses estaba formada por Axl Rose, Robin Finck (Nine Inch Nails), Buckethead y su amigo Paul Huge (sustituido después por Richard Fortus) como guitarristas, Tommy Stinson (The Replacements) como bajista, y Brain (Primus) como batería. Una amalgama difícil de conjuntar, que deparó un disco muy polémico cuya verdadero tronco no se nos permitió escuchar (la compañía ordenó regrabarlo una y otra vez hasta dejarlo casi irreconocible en 2008) y una serie de conciertos en los que hubo de todo. La reaparición en Rio de Janeiro en 2001 sólo cabe considerarla como histórica, y la gira de 2002, aunque presidida por altibajos, deparó momentos inolvidables. Al final, esa formación tenía mucha personalidad, y podría haber funcionado. Axl trató de crear un nuevo concepto, más arriesgado, menos clásico, pero la gente sólo quiere oír “Sweet Child O’Mine” y “Knockin’ on heaven’s door”. Quizás su rabia y su frustración (y también las rastas y las camisetas anchas de fútbol americano y los pantalones de chándal y las zapatillas con su nombre en la lengüeta) sean comprensibles, teniendo en cuenta todos los hechos.
Sea como fuere, a mí me parece que en este escenario ESTABA PASANDO ALGO:
- Y al final… ¿no es entrañable la locura?
En 2008, en la víspera de su victoria, cuando la discográfica le obligó a sacar Chinese Democracy, tras habérselo impedido hasta en tres ocasiones durante los años anteriores, Axl Rose dijo basta. Y desapareció.
¿Qué pasó, en realidad? Axl y la industria del rock, eso pasó. Basándose en su concepción de lo que debía ser una relación con una compañía de discos, y en especial con una que se había dedicado a lamerle el trasero durante siete años (de 1987 a 1994), Axl solicitó que el disco saliese en condiciones, con un plan consistente: espacio en la MTV, otro en la televisión general con un anuncio de motos y ovejas negras (el malogrado anuncio de Harley Davidson), y una entrevista en la Rolling Stone. Lo que obtuvo –de forma posterior a la salida del disco– fueron una serie de entrevistas para panfletos desconocidos, la negativa para la realización de un video, y ni siquiera unos miserables carteles. 2009 fue el año de su respuesta: enfrascarse en más batallas legales y aguantar la respiración hasta explotar. El trato de la compañía hacia Axl, y en general hacia todos los artistas una vez pasada la época de bonanza del rock en 1998, fue sencillamente insultante. El plan de marketing era un jodido insulto a él, a su obra y a los fans. La compañía y los managers (Irving Azoff, para más señas) querían que doblara la rodilla y forzar la reunión con Slash. Ese es uno de los motivos por los cuales contrató a un guitarrista (por lo demás, excepcional) que tocaba con un cubo de Kentucky Fried Chicken sobre la cabeza. Hablando de KFC, Axl se puso como una vaca en 2009, tras desaparecer. ¿Hundido? Es decir, aparte de un par de entrevistas en internet, ¿Dónde estuvo Axl cuando Chinese Democracy salió a la venta? En ninguna parte. Quizá esperando a que fraguasen implantes de pelo.
Axl Rose creía en su proyecto, en su visión remozada de Guns N’ Roses. Quién se pasa meses viviendo con un teclista nuevo (Chris Pitman) que nada tenía que ver con el hard rock, tratando de concebir sonidos, texturas, nuevas capas para un estilo de música que supusiera un paso adelante. Más de la mitad de Chinese Democracy es innovador en el mejor sentido de la palabra, y suena diferente, contemporáneo. Apenas nada que haya en el disco es contemplativo. Sí, las letras son autoindulgentes, y la música suena desfasada en muchos momentos. Pero, insisto, más de la mitad del disco es creativo, y nadie de su entorno corporativo supo o quiso defender ese disco. Ni siquiera Jimmy Iovine, uno de los artífices (eso sí, hace ya demasiado tiempo) del rompedor Born to run de Bruce Springsteen, en 1975.
Axl Rose era el único que creía en su proyecto. ¿Qué ha pasado para que haya accedido a reunirse con Slash en 2016, cuando dijo que no lo haría, “no en esta vida”? ¿Una nueva perspectiva? Yo creía que nunca lo haría; que estaríamos hablando de otra persona, no de Axl Rose. Sin embargo, sí creo que todo el mundo hizo todo lo que pudo para que Chinese Democracy fuese un fracaso y obligar así a Axl a una reunión, que ha tardado otros 8 años en hacerse realidad. Pero todo el mundo quería ver a Axl y a Slash sobre el mismo escenario.
¿Y qué hizo Axl para confirmar el regreso de Slash y Duff a la banda? Publicar un tweet en Fin de Año de 2015 que decía: “La única cosa que sé que está confirmada es mi amor por Taco Bell. Mmmmmm… ¡Taco Bell!”.
- La prensa odia a Axl Rose
Y puede que no le falten motivos. Pero Axl siguió una línea recta, a veces no demasiado clara, pero sí directa. Se enfrentó con las revistas y fanzines imperantes. La MTV siempre le adoró. Hay periodistas que consideran que no hay música decente posterior a 1980 que llaman a su disco de 2008 “noble” (http://www.robertchristgau.com/). Atizó a Mick Wall sin compasión en “Get in the ring”, pero Wall aun escribe sobre él. La prensa, más que nadie, contribuyó a construir esa imagen polarizante de Axl. Y Axl nunca cedió. Fue Axl quien encabezó una banda, la última gran banda de rock, el último dinosaurio del rock, hasta colocarla en lo más alto de una de las décadas más prolíficas que ha conocido la música rock. Los 90, nuestros adorados años 90. Y ahí estaban Guns N’ Roses, el acto más reivindicado del tributo a Freddie Mercury, con la gira más polémica, los discos que conseguían records, el debut más vendido, los álbumes cuádruples que todo el mundo quería escuchar.
A su lado, su gente, sus amigos (Del James, West Arkeen, Paul Huge, Dizzy Reed, Sebastian Bach), y su banda, que ahora ha vuelto con él. En su contra, la prensa. Era un “nosotros contra ellos”, e iba ganando Axl, con el desgaste que ello suponía, y seguramente él ni siquiera lo sabía.
Pero… ¿qué hubiese pasado si…?
Recuerdo aquellos cómics de Marvel de los 90, los famosos “What if…?” Eran casi todos una mierda, un mundo paralelo absolutamente carente de credibilidad (lógicamente), pero también de calidad, en su mayoría. Atractivos, pero sin sustancia. El mayor de los “¿Y si…?” lo podría haber protagonizado Axl Rose, con Duff y Slash, y podría haber escrito el guión John Byrne, si no fuese porque todos entramos en una espantosa decadencia antes o después.
- ¿Y si Guns N’ Roses no se hubiesen separado nunca?
- ¿Y si las canciones polémicas de Guns N’ Roses sólo existiesen en bootlegs?
- ¿Y si Axl Rose hubiese sido tenaz y persuasivo con la prensa?
- ¿Y si Duff no hubiese bebido tanto?
- ¿Y si Slash no hubiese sacado su libro?
En mi opinión, la combinación de las cinco opciones da como resultado una carrera similar (en trascendencia) a la de los Rolling Stones. Ahí lo dejo.
Pero no, Axl era demasiado cabezota y demasiado suyo como para ceder. Recuerdo ahora la anécdota de Sebastian Bach y el reality show del millón de dólares. Un canal de televisión había tratado en 2007 de hacer un reality sobre Axl y su banda. Según All Your TV, “el show aparecería en un canal de pago, y seguiría al problemático rockero y su banda mientras se preparan para el lanzamiento de su nuevo disco. Incluiría ensayos e imágenes de estudio, así como entrevistas y un buen número de participantes”. El acuerdo al parecer era cuestión de flecos, pero no llegó a firmarse. Se pretendía que coincidiera con el lanzamiento de Chinese Democracy, pero según una rectificación aparecida en abril de 2008 en la cutre-web de Guns N’ Roses, “pese a los rumores que flotan por Internet, Guns N’ Roses no aparecerán en ningún programa de reality de televisión para promocionar Chinese Democracy, ni por cualquier otra razón”. Sebastian Bach contaba poco después a la revista Rolling Stone que “no veréis a Axl en ningún reality de televisión. Recuerdo que estábamos de gira por Europa en 2006, él y yo cenando en un restaurante, cuando le comenté ‘Tío, he filmado este reality para la VH1 y me han pagado esta cantidad… te pagan como un millón de pavos por 10 días de esa mierda. Y él me echa esa mirada tan tranquila suya y me dice ‘Sebastian, no lo entiendes. ¡Yo le pagaría a VH1 dos millones de dólares para que me dejasen en paz de una puta vez!”.
- Y al final, hablamos de un compositor y un cantante excepcional.
Y a fin de cuentas, es lo único que importa. No lo digo yo, ni lo dicen sus fans enloquecidos. Lo reconocen compañeros de profesión (gente como Alice Cooper, Brian May, Elton John, Mick Jagger & Keith Richards, Steven Tyler & Joe Perry), y su grupo, que por si alguien lo duda tampoco son mancos. El propio Slash lo decía en su libro, en tiempos de arduos litigios: Axl Rose es un compositor maravilloso, un arreglista cojonudo, y un cantante excepcional. Para los neófitos, bastaría con introducirles en la maravilla sónica de las piezas más largas de los Use Your Illusion. Por sobada que esté, nos valdría “November Rain”. Quizá “Estranged” fuese aun mejor. Dedicadle veinte minutos de vuestro tiempo. No os pido más, después de leer este mamotreto. Luego, probad con “There was a time”. Ya está, es todo lo que os pido.
Si preferís algo más inmediato, probad con “Dead Horse”. O con “Breakdown”. Ya no se hacen canciones así.
Como cantante, supongo que quedan pocas dudas ahora que el telediario de La 1 ha dicho que “Axl Rose convence al frente de AC/DC”. Pero… ¿Se trata del mismo cantante en “Welcome to the jungle”, “It’s so easy”, “Nightrain”, “Outta get me”, “Mr Brownstone” y “Paradise City”, así seguidas? ¿El que hace el solo vocal de “Rocket Queen”? ¿El que silba y canta en “Patience” con voz de seda? ¿El que susurra en “Estranged” y luego convoca la tormenta? ¿El hombre que todo lo puede en el Tourmalet/Mortirolo/Lagos de Covadonga que es “Coma”?
No, en serio. ¿Es el mismo cantante?
Su voz tiene muchas capas. Su timbre clásico puede provenir de Dan McCafferty de Nazareth, pero ese timbre es sólo uno de los múltiples que posee. Axl Rose, como cantante, no es humano; es un mutante. Y cuando tantos y tantos músicos y amantes de la música en todo el mundo se sienten poderosamente atraídos por la figura de Axl Rose, a ti que no te gusta o que no te dice demasiado, ¿no te dan ganas de preguntarte por qué?
A mí, para serte sincero, no se me ocurren motivos para no adorar a Axl Rose.
El texto que acabas de leer es de Manuel Sacristán, autor de Forajidos Inc, «Axl Rose contra la industria” (Bubok Libros, 2015). Obra donde se trata la gran gesta de la historia discográfica del rock n’ roll: “Chinese Democracy”.
Pedidos y toda la información aquí: mlsacristan@gmail.com