Han llegado las altas temperaturas veraniegas, y eso sólo puede significar dos cosas para mí: sacar la camisa hawaiana más hortera que conserve en el armario, y entregarme al Rock más comercial y radiable que pueda encontrar en mis estanterías. Hoy me apetece pinchar «Reckless» del canadiense Bryan Adams, sin duda su disco más inspirado, y subir el volumen cuando llegue ese temazo redondo que es «Summer Of ’69».
Pero sería muy injusto descatar este corte, pues el disco está tan repleto de hits que más bien parece un grandes éxitos. Los 30 primeros segundos de «One Night Love Affair» ya me ponen en sintonía con el espíritu del disco, «She’s Only Happy When She’s Dancin'» mantiene la tónica super-cool que devolvería a la vida a un fan comatoso de Radiohead y «Run To You» es puro bálsamo para mi organismo. Y eso es sólo el comienzo, porque el resto del disco no tiene desperdicio: ahí están para demostrarlo «Heaven» (no soy fan de las baladas, pero me rindo ante Heaven!), «Somebody», «Kids Wanna Rock» o el dueto con Tina Turner en «It’s Only Love», con un riff inicial sencillo pero infeccioso.
1984, un año maravilloso. Un año en el que podías entrar en una tienda de discos y salir con «Reckless», «Powerslave», «Born in the U.S.A» y «Love At First Sting» bajo el brazo, para después entrar en una sala de cine y contemplar «Indiana Jones y el Templo Maldito» o «Gremlins».