Escrito por David Mat.
Producción: Danger Mouse.
Polydor Records / Interscope Records.
Decían Led Zeppelin en una de sus canciones «let the music be your master»; es decir, «que la música sea tu dueña». Esto cada vez es más difícil por el ritmo de vida que llevamos de prisas, falta de tiempo, saturación de información, etc. lo que hace que, muchas veces, oigamos superficialmente la música mientras nos dedicamos a otros menesteres y dediquemos poco tiempo al noble arte de ESCUCHAR música. Así es como debería ser: cada vez que iniciemos el ritual de darle al play en nuestro equipo de música, deberíamos ser capaces de dejarlo todo, poner la mente en blanco y dejarnos conducir por la música, nos lleve donde nos lleve. Por supuesto, hay músicos cuya obra ya predispone para iniciarse en dicho viaje debido a sus atmósferas, la riqueza musical, el ingenio en las composiciones, los ritmos utilizados, la instrumentación o lo que sea. Artistas y discos que caen en esta categoría se me ocurren, por ejemplo, Pink Floyd, Dead Can Dance, el «What’s Going On» de Marvin Gaye o, más recientemente, salvando distancias y sin querer ponerlo al nivel de los anteriormente mencionados, el artista y disco que nos ocupa: Michael Kiwanuka y su flamante «Love & Hate», segundo trabajo del músico británico de raíces ugandesas después de su debut «Home Again» de 2012 que, para algunos, es incluso mejor que su sucesor.
Centrándonos en «Love & Hate» y dejándonos llevar por la elegancia y el savoire-faire que impregna el disco, es fácil deducir las influencias musicales de Kiwanuka. El primer corte, una épica composición de casi diez minutos que lleva por título «Cold Little Heart», recuerda poderosamente a una especie de Pink Floyd fronterizos o también, por qué no, a un Marvin Gaye producido por Morricone, a juzgar por ese «soul progresivo» con aire western que domina la canción. Pero no acaba ahí la majestuosidad del disco, ya que el resto de temas que componen el disco configuran un verdadero tour para degustar diferentes géneros de la música negra aderezados con algún toque psicodélico, sin llegar a sonar a pastiche en ningún momento.
Un ejemplo de ello sería «Black Man In A White World», segundo tema del disco que empieza como un gospel, incorpora después elementos funk y acaba como una preciosa pieza soul. La canción que da título al disco, pese a no llegar al nivel de epicismo de «Cold Little Heart», sí contiene un desarrollo instrumental y un coro que se repite a lo largo de la canción como un mantra que le otorga ese aire cinematográfico tan sugerente. «One More Night» es un respiro entre estas atmósferas tan deliciosamente densas como exuberantes, con un ritmo ultra-cool que nos invita a no dejar de movernos. «The Final Frame» es la última estación de este viaje del cual Michael Kiwanuka es el guía; un tema bordado por arreglos de cuerda que disponen de un clima conmovedor a todo el corte y deja al oyente con un regusto melancólico, que no pesaroso.
Con todo lo descrito, «Love & Hate» podría encajar perfectamente en esa categoría de «bandas sonoras para películas imaginarias» dada su atmósfera, a veces tan nocturna, a veces tan slo-burn, a veces tan sensual. Su autor, Michael Kiwanuka es por tanto, un músico a tener muy en cuenta por los seguidores de la música negra pero, sobre todo, por los seguidores de la buena música.
Cold Little Heart
Black Man In A White World
Falling / Place I Belong
Love & Hate
One More Night
I’ll Never Love
Rule The World
Father’s Child
The Final Frame