Hablar de Rock and Roll en España puede ser considerado hoy algo normal, incluso rutinario. Superados ciertos prejuicios (hace años ya) acerca de la “peligrosidad” de los rockeros, hoy en día, poca gente identifica Rock con crimen o subversión. Un fiel reflejo, esto, por otra parte del declive del género como catalizador de la rebelión, el inconformismo. Pero hubo un tiempo, y no demasiado lejano aún, en que montar una banda de Rock, era una señal de ir contra el orden establecido. De navegar contra el viento y de desafiar a una autoridad que veía con malos ojos cualquier manifestación cultural que implicara romper con unos estereotipos sociales fuertemente arraigados en gran parte de la población.
A finales de la década de los 70´s en España, soplaban vientos de cambio. Pero dicho cambio no se iba a conseguir de un día para otro. Y no se iba a conseguir con facilidad. En 1978, en cualquier ciudad de España, muchos jóvenes formaban bandas de Rock como podían, a base de instrumentos de ínfima calidad, con escasísimos medios, pero sobrados de ilusión. Desafiaban a los convencionalismos de una sociedad como la española, que se debatía entre una vieja guardia que se resistía a evolucionar y una juventud que, cansada de llamar a puertas que nunca se abrían, estaba cada vez más dispuesta a derribarlas. Y en muchos casos, se optó por tratar de derribarlas a guitarrazos.
Armados con sus instrumentos, sus melenas, su descontento con el entorno y con -además de ilusión- mucho talento, Leño grabaron su disco debut, que hoy es considerado con justicia un clásico del Rock made in Spain. La banda -por aquel entonces formada por Rosendo Mercado, cantante y guitarrista; Chiqui Mariscal, bajista; y Ramiro Penas, batería- se metió en el estudio de grabación al amparo del legendario sello Chapa Discos, grabando su primer disco con Teddy Bautista, ejerciendo de productor, teclista y armonicista.
Lo que escuchamos en el disco es algo que muy pocas veces hemos escuchado en el Rock español. No digo que no hubiera nadie como ellos anterior o posteriormente, pero realmente, Leño fueron de los pocas bandas que en este país supieron entender el formato y la filosofía del llalado power trío, tan en boga en los 70´s en Gran Bretaña y Estados Unidos. Así, el disco, muestra todas las influencias de Rosendo, Chiqui y Ramiro, y es fácil reconocer a Black Sabbath, a Grand Funk, los primeros Motorhead e incluso a Taste, idolatrados por un Rosendo fan casi enfermizo de Rory Gallagher.
El disco se abre con la larga canción Castigo, que por momentos parece una jam más que una canción en sí, y continúa con la caústica (ojo a las letras) El Oportunista, balazo Hard Rockero inapelable. Cierra la mítica El Tren, compuesta por Rosendo junto a José Carlos Molina, y que se podría decir que fue la canción de referencia de la banda. Brillante metáfora del submundo de las drogas. Machacona y heavy, por momentos parece como si el espíritu de T.Iommi se hubiera apoderado de Rosendo.
La cara B del vinilo se abre con otro súper clásico como es Este Madrid. El lado oscuro de una ciudad que, desde luego no gustaba a Leño. Y así lo expresaron. La Nana es posiblemente, en mi modesta opinión, un tema que ha envejecido algo mal, sobre todo su larga intro. Es justo reconocer que la segunda mitad de la canción es brillante y el grupo rockea duro. Y da paso a Sodoma y Chabola, con otra brillante letra y con la banda sonando desbocada por momentos. El cierre viene con Se acabó, un suave y breve instrumental, con Rosendo a la guitarra española que pone un gran broche de oro al disco.
Son siete temas. Solo siete. Pero ¡qué siete! Contrariamente a lo que a veces se piensa de Leño, no eran músicos toscos y limitados. Y quien conozca este disco estará de acuerdo en que Rosendo se muestra como un guitarrista y letrista muy muy brillante. Y la sección rítmica con Chiqui Mariscal y Ramiro Penas cumple de manera más que sobrada. Ramiro Penas, concretamente fue un excelente batería y creo que nunca obtuvo el reconocimiento que se merecía. Decir que Chiqui Mariscal abandonó el grupo cuando aún no se había terminado de grabar el disco, y Tony Urbano es quien toca el bajo en el tema El Tren. La portada reflejaría este cambio, ya que en ella se ve a Rosendo y a Ramiro sentados en una mesa, Chiqui se está yendo y vemos como Tony Urbando está llegando, En la contraportada vemos a Rosendo, Ramiro y Tony sentados juntos y la silueta de Chiqui, en alusión a su abandono.
Creo que cabe destacar también la labor como productor y músico de apoyo del hoy muy denostado Teddy Bautista. Dejando de lado lo que cada cual opine sobre él en la actualidad, a nivel artístico su currículum es más que meritorio y su trabajo en este disco es, desde luego, digno de mención.
Un disco que a mi entender, es imprescindible y que sigue sonando, treinta y siete años después de su publicación, poderoso como pocos. Si sois fans, os invito a que lo volváis a escuchar. Y si no lo conocéis, os propongo que lo descubráis. Estoy convencido de que resultará una gratísima sorpresa para muchos.
Cara A:
Castigo
El oportunista
El tren
Cara B:
Este Madrid
La nana
Sodoma y chabola.
Se acabó