En diablorock nos gusta celebrar los cumpleaños de los grandes lanzamientos discográficos invitando a amigos, artistas y redactores de distintos medios, para que entre todos construyamos un puzle de ideas, vivencias e impresiones que conforme un estudio transversal. Ænima era imposible que faltase de estas citas pese a que celebrar el paso de los años por un disco atemporal quizá suene contradictorio. No nos extendemos, que lo disfrutes.

[Puedes escuchar el disco mientras lees, haciendo clic aquí (youtube)]


Alberto Díaz – director de Rock On Magazine y redactor de Popular 1.

Seguro que recuerdas tu primer amor. Tu primera borrachera. Tu primera muerte en la familia. Tu primer polvo. Acontecimientos de mayor o menor magnitud, importantes todos ellos a la hora de dictar quién eres y quién debes seguir siendo. Seguro que recuerdas la primera vez que escuchaste a los Ramones o a AC/DC, el momento en el que descubriste a los Metallica de Cliff Burton o, si eres lo suficientemente viejo, la eclosión de la escena alternativa, inaugurando los coloridos años noventa con un manto de refrescante rabia y saludable angustia. Todo tiene su momento y su fecha de caducidad, y en 1996, pasado ya el ecuador de una década que parecía haberlo dado todo a un nivel de revulsión musical (el grunge estaba muerto y el recién instaurado reinado del nu-metal olía a prometedor cadáver en tiempo récord), daba la impresión de que las copias de copias, el abuso de rentables clichés y la amargura de ciertos artistas a punto de arrojar la toalla iban a llevarnos cuesta abajo en ese sentido. Sin nuevos alicientes ni sorpresas en el horizonte, aquello parecía el bajón después de la madre de todas las fiestas. Una resaca del tamaño de Godzilla. Seguro que recuerdas ese momento, y cómo 1996 supuso, en su condición crítica, el último gran año –el último año realmente importante- en cuanto a lanzamientos discográficos que supusieron “algo” en esto del rock, el metal y demás satélites. Seguro que tenéis en mente a ese puñado de nombres, desde los cantos de cisne de Soundgarden y Screaming Trees a unos reconducidos Pearl Jam, una incontestable Tori Amos, los Sepultura que ahondaban en las raíces, unos Marilyn Manson reinando a la mayor gloria de Nietzsche y, especialmente, unos Tool en su mejor y más clarividente momento. Tres años antes, “Undertow” nos había dejado con la boca abierta; ahora, con “Ænima”, lo que los angelinos nos abrían –palanca en mano- era el alma y todos los sentidos, haciéndonos partícipes de una de las experiencias más intensas y fascinantes del rock de las últimas décadas.

Mucho más que un álbum al uso, “Ænima” suponía una auténtica invitación a explorar nuevos mundos dentro del nuestro, de la mano de una banda más robusta, precisa e inquieta que nunca, que barajaba jeroglíficos existenciales con agresivas denuncias, instrumentales cercanas a la parodia y estallidos de auténtica épica espiritual. En el Popu, lo catalogaron como “rock progresivo para mentes enfermas”, pero aquello estaba muy por encima de una mera etiqueta. Cada canción –si es que podemos reducirlo a ese término- podía convertirse en una nueva obsesión en la psique del oyente, un poderoso catalizador de percepciones y conceptos para todo aquel que, pillado con la guardia baja, se rindiera a abrazar una propuesta tan inteligente como perturbadora, tan condenadamente oscura como deslumbrante en su fondo y forma. Agónicos cantos frente al entumecimiento sensorial (“Stinkfist”), las tentaciones (“Pushit”) y la necesidad de evolucionar a un estado superior (“Forty Six & 2”), puyazos a falsos mesías (“Eulogy”) y ridículos defensores de la autenticidad (“Hooker With a Penis”), afilados trampantojos sónicos (“Die Eier Von Satan”, “Message To Harry Manback”), el despertar químico de los sentidos sobre la materia (“Third Eye”)… todos y cada uno de los pasajes de “Ænima” abrían puertas e interrogantes, provocando desde lo más profundo, trascendiendo justo al borde del abismo. Sumadle a todo eso la enigmática personalidad de sus protagonistas, los deliciosamente trastornados video-clips de sus singles y los magníficos envoltorios que dotaron al trabajo (tanto en su formato de doble vinilo plagado de símbolos arcanos como en holográfico compacto) y tendréis una obra que, veinte años más tarde, no sólo suena tan innovadora como el primer día, sino que mantiene intacta la magia de la que siempre hizo gala. Seguro que recuerdas la primera vez que pinchaste, o diste al play, y dejaste que “Ænima” te cambiara la vida; es más, probablemente este disco no haya dejado de girar en tu cabeza desde entonces. Eso es buena señal. Sigue excavando.


Juan Angel Martos  – redactor de Necromance Digital Magazine.

“Aenima”, marcó un antes y un después en la música de los 90. Sus hipnotizantes estructuras, su lírica emocional, su técnica instrumental…, Un disco, en el cual una vez indagas en todos sus recovecos, pasa a formar parte del alma. Desde las introspectivas letras de Maynard a la sofisticada percusión de Carey, pasando del perfecto bajo de Chancellor a las enigmáticas melodías de Jones. TOOL es Aenima y Aenima es el espíritu de TOOL.


Luis Pardo – redactor de La Estadea.com

Erase una vez una época, en la que la Mtv era un canal de vídeos de música, el compact disc era lo más y podía comprarme uno muy de vez en cuando (cosa de la edad y los escasos recursos personales) y si a los colegas les llegaba algo interesante por otro vía, lo grababas en un cassette, con su fixo pegado en las esquinas superiores, sacrificando algún desdichado disco que no había cumplido las expectativas. En este escenario me tropecé los vídeos musicales de “Prison sex” y “Sober”, y pude conseguir grabar el imprescindible Undertow,, preludio del huracán que vendría después. Este disco lo conseguí unos meses antes de que saliera Aenima, disco que me cambió como melómano de forma irreversible. Meses después de su lanzamiento y vencedor de una criba inmisericorde, Aenima fue el elegido, y lo compré en mi siguiente visita a la tienda de discos. Y de aquella, esas ocasiones eran especiales y esporádicas, así que cuando pillabas algo, lo exprimías hasta la extenuación.

Unas veces la cosa salía mejor y otras peor. Pero esta fue de las ocasiones en que di en pleno centro de la diana. Una piedra filosofal y un disco perfecto de principio a fin. Muchos dirán que Lateralus le superó, pero ese no es mi caso. No se si es mejor o no, ciertamente, pero el vinculo personal que establecí con este disco, creo que solo puede ser comparable al que entablé con Dirt de AIC, Troublegum de Therapy?, Superunknown de Soundgarden y un pequeño puñado más.. Por mucho tiempo que pase sin escucharlos, han quedado grabados a fuego en mi “cerebro reptiliano”, y sus textos y su musicalidad me han influido como individuo de una forma sutil, perpetua y abisal. Las percusiones de “Eulogy” y su furiosa diatriba contra cierta fe, la he escuchado de forma compulsiva, “Forty six & two”, “Hooker with a penis” o “Jimmy” han conectado de forma profunda y me han abierto los ojos a la ratonera existencial y a mi condición de víctima y verdugo al unísono. “Aenema”, ”H” y “Stikfist” son otras trascendentes obras maestras. Incluso algo como “Ions”, que en cualquier otro lugar tendría todos los números para ser un skip, tiene su sitio en esta dimensión paralela que supone Aenima.

Pero es que independientemente de las connotaciones personales, a nivel musical, Tool era (es) una banda absolutamente única, de una calidad indiscutible, y con un sonido complejo, identificable e inimitable, y eso que se intentó hasta la saciedad. Desde luego, no puedo valorar esta obra de otra manera, porque con respecto a mi, se dio en el momento y en el lugar apropiado para suponer un pilar que define mi desarrollo psicológico y filosófico posterior, sin yo haberlo buscado de una forma premeditada. Cuando palme, no se si me incinerarán, si me enterraran, me lanzarán al mar atado a una piedra, o dejaran mi carcasa a los cuervos, pero sea como sea, Aenima es uno de los que se vendrá conmigo. De hecho, en cierta medida, yo soy un poco Aenima y Aenima es algo de mi.


Kashmir – redactor de Diablorock.com

Por los clavos de Maynard!! Me resultan ahora mismo tan lejanos Tool que me va a costar montar ese puzzle de recuerdos de este artefacto venido de un apocalíptico futuro, donde California desaparece en el mar. Como muchos de mis compañeros, los descubrí con el homenajeado ‘Ænima’… y aquello me supuso un cortocircuito en mis esquemas musicales. Cosa meritoria, ya que por aquel entonces estaba inmerso en una vorágine de descubrimientos y obsesiones, compitiendo con Alice In Chains, Kyuss, Faith No More, Pantera y un largo etcétera de deidades noventeras.

¿A qué suena Tool? Si alguien es capaz de contestarme otra cosa que no sea «a Tool» le doy 2900 pesetas para que se compre ‘Ænima’. Melvins, Rush, Meshuggah, King Crimson… Ok, ninguna banda sale de la absoluta nada. Pero cuando descubres un disco como el que nos ocupa, lo normal es haber pensado que estábamos ante un universo inexplorado. Desde la extraterrestre e insólita voz de Maynard, pasando por las dimensiones desconocidas a las que nos lleva la guitarra de Adam, o los compases imposibles del acuoso bajo de Chancellor, hasta la innovadora y polirítmica batería de Carey. La suma de todo, el cerebro de Adam y el corazón de Maynard, hacían un cóctel que no estaba hasta la fecha en ninguna carta.

Recuerdo el ritual perfectamente: poner cuidadosamente en la bandeja de mi minicadena Aiwa el cd, apagar la luz del dormitorio, acostarme en la cama bocarriba, darle al play, cerrar los ojos, abrir los oídos y comenzar el viaje astral. Sólo podía escucharlo así, sin interferencia alguna. 

Ahora me resultan lejanos como decía, culpa mía y culpa de ellos por el abandono al que nos han sometido. Pero como diría el también presente en ‘Ænima’ Bill Hicks: «No todas las drogas son buenas, ¿entienden? Algunas son…grandiosas. Solo tienes que saber cómo manejarlas, eso es todo.» La música es nuestra droga, y ‘Ænima’ es una de las más grandiosas.


Xisco García – director de Rock I+D.

Estoy empezando a sospechar que 1996 es una fecha a remarcar. Una especie de serendipia espacio-temporal en la que, sea como sea, ha dado lugar a varios álbumes seminales y transformadores del género metal —si por metal hemos de entender un género musical intrínseco y no una mera mutación como lo son la mayoría de géneros contemporáneos.

En septiembre de ese mismo año se publicó Ænima el segundo larga duración de Tool, continuación de Undertow con el que dieron la campanada vendiendo casi 3.000.000 de copias. Una auténtica locura si nos paramos a pensar en Tool como una banda de metal progresivo. No encuentro un ejemplo tan rotundo de una banda pretendidamente intelectual, corrosiva, compleja y libre que haya conseguido tan altas cotas de popularidad a las puertas del siglo XXI, y ya no digo con los que cuelan de puertas para adentro.

Los misterios de Tool son los misterios de la industria musical. Un rara avis que en poco menos de cuatro años alcanzaron un status de banda de culto amplificada con la publicación de su segundo LP Ænima, que fue todauna bomba mediática, cuando MTV aún seguía siendo un referente musical. En este álbum Tool se quitan las máscaras y se muestran en todo su esplendor esotérico, místico, irónico y humorístico, que después elevaran al paroxismo con Lateralus, aunque este desquite solo sirviera para generar aún más misterio y morbo alrededor de la banda.

Los estertores del grunge, más por la parte de Alice In Chains o The Melvins que por la de Nirvana o Pearl Jam, se reconocen en algunos temas como «Stinkfist» o «Forty Six & 2» (este tema por cierto con algunos detalles que para los que somos muy seguidores de A Perfect Circle suenan a premonición). Se trata de un momento de rotura, de liberación de las ataduras estilísticas y para dar rienda suelta a la locura creativa sin atender a nada ni a nadie; apuesta que doblaron, incluso triplicaron, con éxito.

Si atendemos a lo estrictamente musical certificamos Ænima como un joya de su tiempo que marcaría un antes y un después dentro del metal y el rock alternativo dejando su huella en géneros como el nu metal, que imperarían en los próximos años con la entrada del nuevo milenio. Memorable es su colaboración en el White Pony de Deftones, en el tema «Passenger», haciendo dueto con otro genio de las voces como es Chino Moreno, y que es todo un himno de aquella generación perdida.

Alumnos aventajados de King Crimson, Tool consiguieron elevar el sonido metal al Olimpo de la música, de cuya altura aún no logramos discernir su grandeza, que es mucho más elevada que lo que a simple vista podemos distinguir. Ænima se convertiría en la piedra de toque que generó toda la imagen de dioses terrenales que aún siguen teniendo, el comienzo de una obsesión de la que algunos todavía no hemos podido escapar y de la que no deseamos marchar aunque el próximo álbum aparezca en el siguiente milenio.


Rafa Robinson – colaborador de Diablorock.com

Situémonos en el espacio-tiempo: impasse del momento entre el final de la era Grunge y el advenimiento de la ola de Hard R’n’r-Punk escandinavo. Desaparecidos del mapa Kurt Cobain, Shannon Hoon y, no mucho después, Jeff Buckley, voces que los dioses nos arrebataron por pura envidia terrenal.

“Opiate” había sido un magnífico esbozo que apuntaba la imposible fusión entre Hardcore y Progresivo, dentro de ese gran cajón de sastre que fue lo “alternativo” de principos de los 90. Y “Undertow” era inmenso, un clásico que, de no haber tenido continuidad, hubiera estado a la misma altura que un “Appetite…” de haber estallado los Gunners en aquella época, o un “Nothing’s Shocking” si a Perry Farrel se le hubiera ido la mano con la aguja. Pero “Aenima” resultó descomunal: nada nos previno para semejante avalancha. Como si hubieran lanzado una bomba sónica de enésimos gigatones sobre la falla de San Andrés y ésta hubiera desplomado a California de la noche a la mañana bajo las aguas del Pacífico. Y este disco pusiera banda sonora al apocalipsis de destrucción y plegarias de millones de ánimas.

Hace 20 años el Rock seguía en pleno auge, como cultura de entretenimiento y como filosofía vital, pese a la incipiente crisis de la industria por descargas digitales y pirateos varios y lejos de la hoy en día instaurada cultura de la distracción de las redes sociales y nuevas tecnologías. Hace 20 años este monumento sonoro dividió al mundo en dos una vez más: por un lado, los que conocían a Tool y su música; por otro, el resto del mundo. Como antes ya había sucedido en tantas ocasiones, con GN’R, Juana’s, Pearl Jam, Kyuss…quienes vosotros queráis.

Lo que siempre me fascinó de este grupo fue, canciones como catedrales aparte, esa capacidad para polarizar calma y tempestad, susurro y alarido, pasajes introvertidos y estallido eléctrico, caricia vocal y agresión verbal. Vertientes que en “Aenima” alcanzaron su cénit gracias a sus tres instrumentistas estratosféricos y por culpa de esa voz sin igual, alcanzando cotas que (y perdón por la comparación, pero yo amo igualmente a estas bandas y sólo podría equipararlos con los más grandes) tan sólo podrían haber alcanzado unos R.E.M. de haber tenido un bagaje Punk-HC en vez de raíces americanas, o una Rollins Band con un cantante que, ¡ejem!, supiera “cantar”.

Todos perdimos algo en el camino: amigos, amores, juventud…pero estas canciones permanecen imperecederas, esculpidas en sus microsurcos de vinilo como si lo estuvieran en piedra, por los siglos de los siglos. Para quien quiera retomarlas o sumergirse en ellas por vez primera. Bienaventurados estos últimos. Hace ya 20 largos años el mundo volvió a dividirse en dos (y si estás leyendo esto sepas que eres la Resistencia): ¿en qué hemisferio estabas tú en aquel entonces?

Nos vemos en la bahía de Arizona.


Jorge Fretes – director de Goetiamedia.com

Quien diga que tras «Undertow» se esperaba de Tool algo como «Ænima» simplemente miente. Dos universos paralelos de la banda, su álbum de 1996 guarda tantos secretos que escucharlo supone una aventura aún 20 años después. Tanto en las letras como en la estructura de las canciones (¿Conocéis a muchas bandas que hagan versiones de este álbum?) es una banda mucho más madura, cuasi-poética, y totalmente sumergida en la ambigua oscuridad que los acompañaría hasta nuestros días. Se puede decir muchas cosas de este disco, pero nunca que tiene alguna canción de relleno como muchos apuntan en su tracklist. No es un disco conceptual pero cada pieza es fundamental. Incluso los silencios en la final «Third Eye» tienen su porqué en el disco, con un Maynard bendecido que no ha maldecido tanto en un disco de Tool como en éste. Tenemos que posicionarnos en 1996 para entender la importancia de este álbum: cuando sus contemporáneos tiraban para el industrial o el grunge daba sus últimos coletazos, ellos hicieron algo que mucha (pero mucha gente) no entendía y por ende odiaba…hasta llegar a nuestros días y amarlo sin contemplaciones. Ni el hecho de que la MTV les pidiese cambiar el título de la primera «Stinkfist» y algunas partes de la letra (por su referencia sexual) los ablandó. Eso sí, sin duda es la ofrenda mas dura que nos han regalado, y Justin Chancellor el bajista mas infravalorado de los que recuerdo.



Mikel “Cthulhu” – director de Cosmictentacles.com

Con Aenima los estadounidenses Tool marcaron a fuego la década de los 90, creando uno de esos trabajos generacionales a los que el paso del tiempo no ha hecho ni un sólo rasponazo.  Consiguieron resucitar un género como el Rock Progresivo que llevaba lustros muerto para el gran público, y rizando el rizo lo amalgamaron con un Rock/Metal Alternativo que en apariencia era la antítesis de las propuestas barrocas y pretenciosas. 

Todo esto, unido a unos músicos de unas capacidades extraordinarias (las infinitas capas de guitarra de Adam Jones, la exhubernacia tribal de Danny Carey o la personalísima voz de Maynard James Keenan), forjaron una obra hipnótica, mutante y genial cuya fusión con el fascinante universo visual del señor Jones nos dejó a más de uno patidifuso por aquella época. 

Su lentísimo ritmo compositivo y lo irregular de sus posteriores lanzamientos alejaron a Tool de ese sueño de convertirse en los King Crimson actuales, pero en nuestra memoria siempre quedará un disco como Aenima que nos enseñó que aún había cabida para el riesgo en la música popular. Gracias.


Jorge Guede – redactor de Diablorock.com

Difícil describir los sentimientos que me transmite esta inmensidad de obra. Gracias y mil gracias les tengo que dar a esas cuatro mentes retorcidas que pudieron completar un disco de semejante calibre. 20 años de mi fiel compañero de viaje. Hablar del Ænima en su vigésimo aniversario, es hablar de un álbum totalmente actual, imperecedero, un álbum universal que está a la altura de los grandes clásicos de la música rock que todos conocemos.

Sin lugar a dudas es mi disco favorito de siempre y mi banda predilecta desde entonces. Pese a escucharlo mil veces, todavía siento escalofríos cada vez que le doy al play. Son tantísimos los detalles, los recursos, las particularidades que contiene Ænima que es difícil llegar a comprenderlo todo. Técnicamente no tiene parangón alguno. A esto le debemos sumar otra parte, y no por ello menos esencial, que es la correspondiente a lo extra-musical, con unas letras inspiradas en la filosofía, ciencia, sexo, religión o incluso en el humor, por lo que la experiencia resultante es abrumadora.

Por citar varios ejemplos, me siguen poniendo los pelos de punta cuando escucho frases o pasajes como lo de Arizona bay (Aenema), que trata sobre la destrucción de California por un terremoto; atónito y embobado ante la ejecución perfecta de 46 and 2 mientras recita sobre los cromosomas que tenemos los seres humanos; o el lema que es recurrente en todo el disco, Think for yourself question authority (third eye), o lo que es lo mismo, busca las respuestas por ti mismo, ten tu propia opinión de las cosas.

Este es el legado de Ænima, un álbum que trasciende lo puramente musical para adentrarte en un terreno más espiritual, el cuál te facilita una serie de consignas para que puedas llegar a completar la perfección de tu cuerpo y de tu mente. (Después que cada uno haga lo que pueda).


Mario Torija – bloguero y fanlocaza de tool.

Recuerdo perfectamente la primera vez que escuché Ænima. Quedé tan absorto que estuve cerca de 30 minutos sin articular palabra, totalmente callado, y pensando que ese era el mejor disco que mis oídos habían escuchado jamás. No estaba equivocado. Casualmente me pasó lo mismo la primera vez que vi a Tool en directo. Al terminar el concierto, estuve 10 minutos sin poder articular palabra. Ænima es un disco atemporal, de los más grandes discos de la historia; uno de esos discos en los que es imposible tener una canción favorita, pues todas son tan buenas que hasta los intros/outros que en otras bandas/discos acabas odiando porque no entiendes cómo pueden perder el tiempo en grabar esas chorradas, te gustan!

Y no solo es la música de Ænima que es la perfección más sublime del metal progresivo, es el sonido que el señor David Bottrill supo sacarles tras un par de discos oscuros por una producción marca «Sylvia Massy» en unos vetustos RadioStar Studios, que por cierto están a la venta. Si te sumerges en las letras de Ænima encuentras cosas tan bonitas como «Eulogy», profundas cromosómicamente hablando como «46&2», con la rabiosa «Hooker with a Penis» donde Maynard escupe toda su rabia contra los OGTs entre los que me encuentro, la catastrofista Aenema cerrando con el texto del difunto de Bill Hicks que da entrada a uno de los más temas de la banda, «Third Eye.» La conjunción de musica + letras + sonido es simplemente perfecta.

No quiero terminar sin nombrar «Problem 8 – The Riemann Hypothesis», más conocido como el Santo Grial de Tool, ese supuesto tema que nunca ha visto la luz, esa supuesta canción cuya duración tendría que ver con el misterioso título del disco… y que estoy seguro que nunca sabremos si es verdad o no. Ænima disco atemporal y del que muchos fans de Tool siguen esperando su continuación, algo así como un Ænima 2. Nunca lo veremos/oiremos.


Txiki Kilmister – redactor de Diablorock.com

Aenima de Tool, muy posiblemente sea el mejor álbum de música progresiva editado en las últimas décadas; y si no lo es, poco le falta. Aquí hay metal, rock alternativo y música experimental. Riffs profundos y oscuros, todo ello bajo la increíble voz de Mr. Maynard James Keenan que dota a las canciones de un sentimiento y pasión que hace falta estar muerto para no sentir. Un disco imprescindible en la discografía de cualquier amante del rock con mayúsculas y sin duda alguna, uno de los clásicos que nos dejó esa maravillosa e irrepetible década que fueron los años 90.


Jose Aelmaero – Subliminal Chaos / Mordida.

Es innegable que hay discos mejores que el que nos ocupa (no tantos para mi, pero King Crimson o Pink Floyd han hecho evidentemente obras gigantes y atemporales), pero éste sin duda es MI disco. Su llegada a mis manos estuvo rodeada de tanto misterio como el que la propia banda transmitía con su imagen (o la falta de ella..), y fue por ello que me enfrente a él con reparo, respeto, y por que no.. con algo de miedo. No eran muchos los conocidos que lo poseían y se hablaban autenticas locuras sobre sus miembros.. sin embargo a las primeras escuchas no percibía claramente algo raro, algo especial.. hasta que llegó el día en que no pude parar de oírlo, buscar letras, otros álbumes y engancharme como sigo estando hoy a la forma de transmitir de Maynard. A partir de ahí, comentar cada tema nos llevaría horas, pero si tuviera que elegir, sin duda me quedo con H+, la canción que desde el primer momento que la escuché supe que no encontraría otra igual, mi himno de los siguientes 10 o 15 años. Aunque no hablar de Aenema, Stinkfist, es un disco de los de antes, perfecto, redondo, sin fisuras, épico, completo en definitiva. Cabe destacar aparte del trabajo instrumental de cada miembro (TODOS están sublimes, frescos y precisos) la producción de David Botrill.. la frialdad y la aspereza del sonido de este álbum debería ser estudiada como lo que es: una obra que lo cambió todo.. en mi caso os aseguro que lo cambiaron TODO.


John Custer – redactor de Diablorock.com

Aenima no es uno de los discos de mi vida. Reconozco que aunque lo escuché en su momento, no me atrapó hasta unos años más tarde que pude verlos en directo. Pero qué disco más grande es. Ese punto intermedio en la discografía de Tool, entre las canciones más cortas y orgánicas de su inicial Undertow y la frialdad y progresión posterior; o ese sentido del humor tan particular (Y es que ese dibujo retrato del gran Bill Hicks en el libreto era toda una declaración de intenciones) y que desgraciadamente no supieron mantener en los siguientes discos… Es muy difícil destacar un tema, todos son perfectos, y cada uno tendrá sus favoritos, pero si tuviera que elegir seguramente me quedaría con Aenema y su riff matador.


Jose «Poti» Moreno – Atavismo / Viaje a 800.

Hace como unos 20 años llego a mis manos un CD con una portada tridimensional bastante extraña en la cual aparecía un cuadrado blanco con unos filamentos en movimiento rodeada de ojos de algún ser de otro planeta también en acción, si… se trataba de Aenima de Tool, después de haber escuchado sus dos anteriores trabajos, este fue una gran sorpresa, ya que pudieron llegar a su punto mas alto como composiciones, consiguiendo un sonido único y transgresor. Canciones largas y progresiones al nivel de los dioses de rock, en pocas palabras, uno de los mejores discos de la historia.


Beto Lagarda – redactor de Diablorock.com

Aenima no es uno de los discos de mi vida ni considero a Tool uno de mis Tops como banda. Quizás es porque tardé años en descubrirlos y el efecto sorpresa no fue tan heavy como si lo descubres al momento. Hay mucho de Tool en la actualidad. Los descubrí cuando había ya paseado por bandas del estilo, no me supuso un sorpresón. A eso añado que no he podido ver su espectaculo en directo, que seguro que gana un plus.

Aunque reconozco que Aenima o Lateralus, son grandiosos álbumes y en cada escucha descubro pasajes nuevos. Musicalmente es de 10/10 , las voces son penetrantes y la complejidad prog es perfecta. Tienen el don de transportarte a donde ellos quieren y la magia de la atemporalidad, su música es imperecedera, 20 años y el disco sigue sonando fresco en todos los sentidos.

Quizás siga chocándome el concepto de los temas »cortos» como ‘Useful Idiot’ o los 4 minutos de ‘(-) Ions’  entre la belleza de los temas estos »nexos» siguen descolocándome.



Satur Romero
– redactor de Themetalcircus.com

¿Puede un disco sonar fresco e innovador en 1996, en 2016 y, posiblemente, dentro de otros 20 años? “Aenima” de Tool es el más claro ejemplo. De todos es sabido que las canciones de la banda californiana no encuentran una rápida recepción en sus oyentes. Es algo que ni sus propios creadores esperan. Pero ahí es donde reside su magia. Y cuando logra superar el test del tiempo, llega incluso a ser disco de oro, cómo les ocurrió con este segundo trabajo en su propio país. Esa inquietud reflejada en melodías o esos juegos de claros oscuros, nos llevan a estados casi paranormales y nos sumergen en un mundo de recovecos desconocidos. Tanto musical, como lírico. El ejército americano no resultó ser una grata experiencia para Maynard James Keenan, pero le enfundó de una experiencia y un sentido crítico que de forma particular (¿y por qué no decirlo?, enrevesada) deja patente en muchas de sus canciones. El comienzo con “Stinkfist”” es demoledor. ¿Cuántas bandas venderían su alma al diablo por componer una canción de este calibre? Pero el viaje sigue, y con “Eulogy” y otras canciones de esta joya sonora como “Forty-Six & 2”, nos van introduciendo en laberintos sonoros cuya salida no encontramos, ni nos importa. Servidor ha tenido la oportunidad de haber gozado de un concierto de TOOL, y no puede fallar en su set temas de este trabajo. Puede que muchos no lo consideren el mejor, pero la importancia en su carrera es incuestionable. No sólo Keenan es protagonista por su peculiar voz, el batería Danny Carey (¡en directo es una auténtica bestia!), el guitarrista Adam Jones, y el bajista Justin Chancellor forman un tándem sólido e inquebrantable que no ha parado de crecer álbum tras álbum. Muchos le atribuyeron el término de metal alternativo tras la publicación de “Aenima”. Algo que considero fuera de lugar. Porque cuando la música alcanza el nivel de arte, todas las etiquetas sobran.

Rafa Diablorock – director de Diablorock.com

“I’ll keep digging
  Till I feel something”

Recuerdo perfectamente la primera vez que escuche a Maynard lanzar esas frases, fue viendo el vídeo de Stinkfist, y en ese momento las escuche sin saber qué significaban. Ojiplático contemplaba el fabuloso vídeo con el que Tool presentaban el primer single de Ænima. Seguí cavando y me hice con el disco, y temas como Eulogy o Aenema me propinaron un jeringazo del que jamás me recuperaré. Seguí cavando. Vinieron meses y años de obsesión con la banda, de revisar el misterioso artwork en el que no aparecían los miembros del grupo, quienes apenas ofrecían fotos promocionales… Tool lo hacían todo distinto. Seguí cavando. Con un internet en pañales di con las letras del disco, la piel se me seguía poniendo de gallina con ellos (mientras escribo esto me sigue ocurriendo). Seguí y seguí cavando…

Ænima es un milagro de la música. Un puyazo inesperado e irrepetible donde lo más complejo y retorcido toma forma equilibrada. La base rítmica se presenta en este disco a años luz de lo que Tool ofrecieron en su pasado. Los tiempos se rompen, la percusión se multiplica, se adorna de electrónica, y los compases imposibles impulsan unas fibrosas guitarras que chirrían en tus oídos hasta hacerte flotar. Ænima es el último disco de Tool compuesto por una banda conectada, un todo y no la suma de partes; algo que luego se echó de menos. Un disco tremendamente oscuro, orgánico, corrosivo… Un disco que por más progresivo y lisérgico que sea, jamás podrá ser llamado viaje espacial, Ænima es un escalofriante camino entre vísceras, mugre y olor a azufre. Un disco en el  que podrás rascar hasta sangrar sin que deje de sorprenderte.

I’ll keep digging…

 


www.diablorock.com

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