Crónica y fotos por Unai Endemaño.
29 de septiembre 2016 – Sala Santana 27 – Bilbao
No hay nada más definitivo para sentirse viejuno, que asistir al veinte aniversario de un álbum, que pudiste contemplar en su mismo momento de salida. Esto fue lo que me ocurrió el pasado 29 de septiembre, con Angra celebrando la publicación de su legendario Holy Land. Una extraña sensación de orgullo, que al rato fue transformándose en lógico bajón por los muchísimos años que han transcurrido desde aquellos tiempos. Los noventa en el horizonte, y una tierra santa que no volvería a florecer tal y como la recordábamos.
Para empezar, ni Matos ni Loureiro estaban ya sobre las tablas, por no mencionar a Mariutti o Confessori, quienes dejaron el barco hace ya media vida. Al frente de la nave, tan solo podríamos encontrar al guitarra Rafael Bittencourt, quien demostraría que tiene galones de sobra, como para llevar a buen puerto la empresa. Suyo sería el protagonismo absoluto de la comparecencia carioca.
Antes de regresar al Holy Land, tocaba meternos entre pecho y espalda, un bolo entero de los asturianos Alquimia, quienes parecen haber llegado por fin, hasta las primeras posiciones del Power Metal patrio. Su propuesta sería la propia de una banda solvente, con grandes músicos y perfectas ejecuciones, aunque portasen una inevitable querencia por redundar en los clichés más manidos del género. Una circunstancia que en ningún momento pareció afectar a los aficionados, que disfrutaron con su presencia.
Comenzaríamos la noche de esta manera, arrullados por las habituales historias lacrimógenas del amigo Rionda, entretenidos por cuentos de perdedores. que siempre andan acordándose de alguna mujer que les ha dado la patada. Así comenzarían con “Vulnerable”, proseguirían con “Dama Oscura” y retrocederían hasta la mítica “Xana” de Avalanch. Para el que suscribe, uno de los temas definitivos dentro del panorama metálico estatal de hace dos décadas.
La banda se mostraría impecable desde el punto de vista de la ejecución, sonando empastados y con gran pegada, aunque no dejasen de recordarnos los evidentes cimientos que residían bajo su sonido. Nos venían a la cabeza por momentos, los Kamelot (cuantos grupos de Power han copiado la estética que patentaron Youngblood y los suyos), los mismos Angra o por supuesto, los inevitables Avalanch.
Haciendo que comparásemos a la fuerza, interpretarían un par de temas más de la antigua banda de Rionda, deleitándonos con unos “Delirios de Grandeza” pelin almibarados y un “Torquemada” que serviría para cerrar la parte central de su set. Volverían a la palestra con cuatro temas bajo el brazo, en los que invocarían a la “Divina Providencia” con Rafa Bittencourt de invitado estrella, clamarían con vehemencia por un “Sacrificio” y concluirían tratando de que la peña cantase “Almas Unidas” al unísono.
Tras los minutos necesarios para que el cambio de backline aconteciese, Angra aparecerían sobre la Santana con la polémica formación que iba a recordarnos el Holy Land. Comenzarían con “Newborn Me” y al momento nos presentarían una de las primeras sorpresas de la velada. En la siguiente “Waiting Silence”, Rafa Bittencourt demostró sus dotes vocales, cantando el tema entero sin cortarse medio pelo. En mi opinión, aquí encontraríamos el mayor pero que se les podría acabar achacando a los brasileños a lo largo de la noche entera y es que, a pesar de cantar notablemente, Rafa demostró no ser un cantante como tal, desluciendo en gran medida los cortes que decidió vocear.
Una vez hubo regresado Fabio sobre las tablas, la diferencia se hizo evidente, y la cosa pinto mucho más favorable. El italiano demostraría ser uno de los grandes cantantes de Power Metal a escala mundial, capaz incluso de salvar con nota un reto tan difícil como el de hacernos olvidar a Andre Matos. Esto último no lo conseguiría del todo, pero no se quedaría muy lejos, clavando una interpretación poderosa y fiel a la original.
Caería de esta manera el Holy Land corte tras corte, una obra maestra de casi una hora, que a mediados de los noventa puso a Angra como referentes de un estilo entero. “Nothing To Say” de primeras, especialmente emocionante, “Silence and Distance” a continuación y la barbaridad de “Carolina IV” subrayando las raíces cariocas de esta banda de leyenda. Contarían con un percusionista para acentuar los timbales de la pieza, y con toda la sala entregada ante los trepidantes ritmos que terciaban sobre una carabela con nombre de mujer. Espectaculares minutos.
La fiesta continuaría igual de folklórica, con el tema titulo del album poniendo el acento sobre los ritmos brasileiros. No podríamos impedir mover la cintura al son que nos invitaban estas gustosas historias de nuevos mundos, auténticos homenajes a una tierra de riquísima cultura, que Angra supieron encapsular sabiamente a golpe de Power Metal mestizo.
Llegaríamos hasta “Make Believe”, con Rafa una vez más poniéndose al frente del escenario, tomando las tareas vocales, y haciendo pequeña una balada inmensa, a pesar del encomiable espíritu que le puso a la acometida. Mucho más inspirado andaría Lione, tomando el timón de “Z.I.T.O.” Sonaría espectacular y nos dejaría ir felices hasta las azules aguas de “Deep Blue”. Cuantos recuerdos de hace veinte años agolparíamos por el camino
Tras una nueva pequeña decepción de Rafa interpretando “Lullaby For Lucifer”, Rionda se sumaría a la fiesta durante una versión acústica de “Bleeding Heart”, que precedería el único recuerdo de Angles Cry que nos regalaría la noche. Sería “Time” la escogida, resultándome el momento menos lucido de Lione, sin que llegase a salir trasquilado de ninguna manera.
Concluirían homenajeando la época gloriosa de Falaschi, interpretando dos de sus cortes más memorables. De esta manera zanjarían la noche “Rebirth” y “Nova Era”, contando con Israel Ramos de Alquimia para acompañar al señor Lione. Elegante final para un bonito regreso al Holy Land. Un regreso que hubiese sido excelso, con todos los protagonistas en escena, pero que de ninguna manera puede ser tildado con desprecio.