Habíamos terminado la tercera parte del repaso a la carrera de Rory Años de frenesí. Parte III – 1975-1979 con la publicación del excelente Top Priority y el final de la década de los 70´s. Una década que terminó, como era habitual en el caso de nuestro protagonista, con giras y conciertos sin tregua, como si no hubiera un mañana. Pero ciertos cambios estaban por llegar y el mundo de la música pop y rock iba a sufrir convulsiones con el cambio de década y el inicio de los 80´s. Tras el punk y la new wave, empezaban a destacar también géneros heavy metal, sobre todo en una Gran Bretaña en la que bandas como Iron Maiden, Saxon o Judas Priest empezaban a dar mucho que hablar. Incluso bandas como Thin Lizzy o Motorhead, sin pertenecer al gremio metálico, se aproximaron al metal por aquel entonces.
Por otro lado, al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, tendría lugar el nacimiento de un canal, denominado MTV, que terminaría por ser decisivo y determinante dentro del negocio musical. Y que contribuiría decisivamente a hacer que el videoclip fuera la herramienta de promoción dominante y que, para bien o para mal, la imagen de las bandas, pasar a tener tanto peso (o más, por desgracia) como sus aptitudes musicales. Siempre hubo casos así, pero en los 80´s se multiplicaron los casos de pseudo artistas todo fachada y con poco o nada que ofrecer musicalmente.
Stage Struck
En este contexto, Rory Gallagher, que había publicado en 1979 el brillante Top Priority, entró en la nueva década sin preocuparse por su imagen ni adoptar un nuevo look. ¿Y cómo fue dicha entrada? Pues como elefante en una cacharrería, publicando el Stage Struck, un potente directo, grabado a lo largo de varias fechas de la gira mundial que transcurrió entre noviembre de 1979 y junio de 1980. El directo, por primera vez en la carrera del irlandés, provocó una cierta división de opiniones, ya que en opinión del sector más purista de sus fans, se aproximó demasiado al hard rock, dejando un tanto de lado el blues, que era la esencia de su música. Algo un poco exagerado, creo yo, pero lo cierto es que en Stage Struck, vemos al Gallagher más acelerado, furibundo y ruidoso. Ya desde el inicio con Shin Kicker y Wayward Child lo que se escucha es a un trío demoledor con los amplis a tope y un Rory que fuerza su vozarrón al máximo y haciendo que su guitarra suene más sucia que nunca. Casi casi, se podría decir que fue una declaración de principios. Cuando muchos grupos que habían triunfado en la década anterior suavizaban su sonido, el irlandés, cabezón como pocos, decidió endurecer el suyo, poniendo de manifiesto que no estaba dispuesto, de ninguna manera, a ceñirse a moda o corriente alguna.
El disco, que fue simple, constó de 8 canciones. Y curiosamente no fue Top Priority (que se presentaba en esa gira) el disco con más representación, si no, Photo Finish. Se ve que nuestro protagonista confiaba plenamente en esas composiciones ya que cuatro temas de ese disco se incluyen en Stage Struck, destacando para mi gusto, el inicial Shin Kicker y la acojonante versión en directo de Brute Force & Ignorance. De Top Priority se incluyeron Follow me y Wayward Child. Posteriormente, en la reedición en CD del año 2000, se incluyeron Bad Penny y Keychain. El resto del listado de temas, incluía una brillante relectura de Bought & Sold, incluida originalmente en Against The Grain y Moonchild, procedente de Calling Card. Comentar que la añadidura de los temas extras para la reedición en CD fue un poco chapucera, la verdad. Donald Gallagher, hermano de Rory y encargado de las reediciones, decidió encajar esas canciones en medio del disco, alterando la estructura original y cabreando así a más de un fan que consideraba este tipo de cosas una herejía. En ocasiones, se habían cambiado las portadas originales de los discos, algo que no tenía ningún sentido y que cabreó a mucha gente, pero lo de no poner los temas extras al final del disco fue una decisión, si cabe, más controvertida e inexplicable. Como todo disco en directo, puede ser considerado un poco de transición y de fin de un ciclo. No sé si el caso de Stage Struck encaja al 100% en esta descripción, pero sí que representa, en cierto modo un cierre de ciclo. Y por consiguiente, como todo cierre de ciclo, esto lleva al inicio de otro. Que sería largo y hasta doloroso desgraciadamente. Pero no adelantemos acontecimientos.
Jinx
En 1981, el puesto de batería de la banda queda vacante, tras el abandono de Ted MacKenna. Visto lo visto, no debía ser nada fácil ocupar ese puesto. Gerry McAvoy fue bajista de Rory durante toda su carrera, pero MacKenna ya era el tercer batería que abandonaba, siendo sustituído por Brendan O´Neill. Con este cambio, volvía a grabar en los estudios Dierks de Colonia el que sería su nuevo disco en estudio, Jinx. Un disco que tardó en ver la luz después de su grabación debido a los problemas que tuvo el artista en encontrar un contrato discográfico. Había abandonado Chrysalis Records y encontró acomodo en Budda Records (que publicó el disco en Europa) y Mercury que se encargó de la publicación en Estados Unidos. La exigencia del músico de tener total control sobre los aspectos artísticos de su música hizo que muchas discográficas fueran reticentes a ficharlo. Tras dos discos en formato trío, en esta ocasión, Rory añadió saxos en un par de temas y contó con la puntual colaboración como teclista de Bob Andrews. Además, tras varios títulos en los que compartía tareas de productor, ahora volvía a hacerse cargo de esta labor en solitario. El disco no presentaba especiales diferencias con los anteriores títulos de estudio, pero parece que tras una etapa en la que primó la fuerza bruta, ahora, nuestro hombre, quería volver a dotar a su música de cierto color y variedad. Y lo cierto es que se nota que el sonido es algo menos rudo que en Top Priority y Stage Struck, aunque por supuesto, no hablamos de un disco suave o pop, si no de un disco de hard blues muy en la línea de lo que venía ofreciendo el irlandés.
Como es habitual hay abundancia de temas guitarreros. La primera mitad del disco es netamente rockera, desde la inicial Big Guns con la que se iniciaba el disco de forma muy enérgica hasta Signals, pasando por canciones más basadas en el blues como The Devil Made Me Do It, o Double Vision. Sin embargo, en mi opinión, es en la segunda mitad del disco, donde encontramos los mejores momentos del álbum. Ride On Red, Ride On es una estupenda versión del bluesman Louisiana Red. Jinxed es una canción fabulosa que incorpora saxofón y armónica. Y dejo para el final esa exquisitez que es Easy Come, Easy Go, una balada muy folk blues con predominio de la guitarra acústica y en donde Rory canta como nunca con una profundidad y una pasión difícilmente igualables. Se nota que puso toda su alma en la canción. Fuera del listado de temas original (nueve en total) se quedaron fuera canciones que posteriormente se añadieron en la reedición en formato CD. Y son dos grandes canciones. Lonely Mile y ese tremendo Nothin´But The Devil, que en su momento había popularizado Lightning Slim y que es un blues acústico de pura cepa en el que Rory demuestra su extraordinaria habilidad con la slide. Increible que esa gema fuese descartada originalmente. De lo mejor de este disco. Menos mal que, finalmente, y haciendo bueno aquello del “Más vale tarde que nunca” la canción puedo ver la luz.
Jinx fue un disco bien recibido en general, pero significó el fin de una era que ya nunca más volvería. No se vendió mal. Tampoco fue un súper éxito. Más o menos se mantuvo en las cifras habituales. Sin embargo, Rory, tras la publicación del disco volvió a quedarse sin contrato discográfico y fue en ese momento, hacia 1983 cuando comenzó una larga travesía en el desierto. Travesía que realmente y por desgracia no tuvo final. Nunca fue el irlandés hábil en los negocios. Y el compromiso con su música era tan fuerte que nunca se planteó, a la hora de componer o grabar, si un tema era comercial o dejaba de serlo. Solo se basaba en su instinto y no estaba dispuesto a cambiar su modo de crear bajo ningún concepto. Pero lo que había funcionado años atrás, ahora no era aceptado por una industria que había cambiado. El negarse a rodar videoclips promocionales o a adoptar una determinada imagen y el pretender conservar un amplio grado de independencia hizo que la década de los 80´s no fuera una etapa feliz para el irlandés. Subsistió a base de tocar en directo incansablemente. Y si bien sus directos tenían gran aceptación entre prensa y fans, la gran mayoría de sellos discográficos lo consideraban veneno y lo rechazaban. O bien le ofrecían condiciones que el artista consideraba indignas.
Defender
El tocar en directo y girar sin parar fue una huida hacia delante que, desafortunadamente, tuvo otras consecuencias además de las artísticas. Y es que la salud de Rory comenzó a resentirse. Su desenfrenado estilo de vida en el que alternaba viajes kilométricos, conciertos de 3 horas con extenuantes esfuerzos físicos, seguidos de juergas etílicas maratonianas. Lógicamente, con el tiempo, los excesos pasaron factura y el guitarrista, comenzó a consumir medicamentos, que si bien a corto plazo le serían de ayuda, a largo plazo terminarían por ser letales para él. Por lo visto desarrolló un miedo a volar que hizo que aumentara exponencialmente su consumo de alcohol y sedantes con las funestas consecuencias que se harían notar tiempo después.
En este contexto, el bueno de Gallagher hizo lo que que mejor sabía hacer, tocar en directo a lo largo y ancho de todo el planeta. Llegó a pisar en varias ocasiones los escenarios españoles (todavía hay quien recuerda memorables conciertos del irlandés en la piel del toro) y tocó incluso varias veces en países del este de Europa, en la era anterior a la Perestroika. Quizás confiaba en que la industria cambiase. Fuese como fuese, finalmente, se hartó de esperar y fundó su propio sello discográfico, Capo Records, para de ese modo dar salida a su material en las condiciones que él consideraba adecuadas. Habían pasado cinco años desde su anterior incursión en el estudio de grabación, cuando comenzó a grabar su siguiente disco, el fantástico Defender, que vería la luz en 1987, en el cual ejerció de productor como era habitual. El disco presentaba algunas novedades, sobre todo en cuanto al plantel de acompañantes, siendo la principal, el regreso de Lou Martin, que aportaba su clase y su talento al piano en el tema Seven Days. Un esperadísimo retorno y una gran noticia. Martin era de esos músicos que engrandecían cualquier canción con su talento. Por lo demás, seguía haciéndose acompañar de su inseparable Gerry McAvoy el bajo y continuaba Brendan O´Neill a la batería, puesto que había ocupado desde el inicio de la grabación de Jinx.
El álbum comenzaba con Kickback City un tema un tanto alejado del blues rock y más enraizado en el hard rock de estadio 70´s. Y continuaba con dos temas en los que el blues y el boogie volvían a dominar y nos mostraban que el tiempo no parecía haber pasado desde su anterior aventura discográfica cinco años atrás. Loanshark Blues y Continental Op, son dos temas con sonido 100% Gallagher. El segundo de ellos, era además un tributo al escritor Dashiell Hammet (creador del personaje de Sam Spade), uno de los autores favoritos de nuestro protagonista, gran lector de novela negra. El disco no baja el ritmo a lo largo de sus diez canciones. Es quizás el disco más eléctrico del irlandés ya que casi no hay temas acústicos o baladas, hasta que llegamos al final con el fabuloso Seven Days. Desde incursiones en el blues-funk de Ain´t No Saint a boogie rock de alto voltaje en Doing Time, pasando por la excelente versión del Don´t Start Me Talkin´, de Sonny Boy Williamson II, un blues festivo que ya en su momento habían versionado (de manera brillante también) New York Dolls en su disco Too Much Too Soon. Para el final, a modo de guinda del pastel Rory dejó Seven Days, una joya que merece figurar entre lo mejor que compuso e interpretó en su carrera. Un blues con guitarra acústica, slide, armónica, cantado con mucho feeling y con el acompañamiento del piano de Lou Martin. 5 exquisitos minutos que ponían un broche de oro al retorno, tras cinco años de silencio discográfico, al retorno del guitarrista a la primera línea.
Un disco que, personalmente, me parece algo inferior a joyas como Top Priority o Calling Card, pero superior a Jinx. En cualquier caso, creo que es una notable obra a reivindicar, que ha caído injustamente en el olvido. En el año 2000 se reeditó en formato CD y se añadieron dos temas, Seems to Me y No Peace for The Wicked, dos canciones que continuaban la tónica de las diez inicialmente publicadas y en las que la electricidad volvía a ser la reina de la función. El disco, tuvo una buena acogida y sin llegar a un nivel de ventas espectacular, demostraba que había un hueco para la música sin artificios, rellenos o efectismos. Y que los fans, por supuesto, no se habían olvidado de Rory. Éste, entusiasmado y con renovadas ilusiones, se lanzó a la carretera, acompañado de sus fieles O´Neill y McAvoy a quienes se unió en ocasiones de Lou Martin como en los viejos tiempos.
Fresh Evidence
Con ilusiones renovadas, volvió al estudio en 1990, presto a volver a grabar. En esta ocasión, además de su sección rítmica habitual, estaría acompañado de un teclista, John Cooke (que ya había participado en Defender), además de Lou Martin nuevamente al piano. También contó con un acordeonista e incluso con una sección de vientos con dos saxos y una trompeta. Estaba claro que estaba en un momento dulce y con su propio sello se sentía complacido de no tener que aceptar más reglas que las suyas.
Además, tras años de ausencia, volvía a girar por Estados Unidos. En uno de los conciertos que dio en Los Angeles un emocionadísimo Slash se subió al escenario a tocar un par de temas con su ídolo. Algo que le marcó mucho y que el gunner aún sigue recordando en muchas entrevistas. Volviendo a la grabación, nuestro protagonista, sabedor de tener en sus manos un material de primera, puso todo de su parte para dar forma a un trabajo muy variado y que, por momentos, parece todo un homenaje al blues y a la música sureña tradicional.
El inicio tiene lugar con Kid Gloves, canción inspirada en la película Fat City de John Huston. Un rock´n´roll de alto octanaje con un Lou Martin luciéndose con el piano. Y a partir de ahí, lo que abunda es el blues en sus diferentes formas. Y también ecos de New Orleans, sobre todo en King of Zydeco, homenaje al músico de Louisiana, Clifton Chenier. Versiona a Son House en Empire State Express con mucha clase. Sangrante blues tradicional. Un tema que Rory grabó con su guitarra el día de Saint Patrick de una sola toma. Escalofriante. Por primera vez, el irlandés graba dos temas instrumentales. Uno de ellos. Alexis, es un tributo a uno de los padres del blues británico, como era Alexis Korner, y en él se adentra en el funk, siendo un tema incluso bailable. El otro, The Loop, suena a Chicago Blues por los cuatro costados y es buenísimo también. Además suena blues en Heaven´s Gate o boogie a lo John Lee Hooker en Ghost Blues. Siempre con mucha clase y que confirmaba de nuevo lo que los fans ya sabían, que el guitarrista, era uno de los mejores y más completos músicos de las últimas décadas y que, cuando se adentraba en el blues más clásico, demostraba una maestría casi inigualable.
Fresh Evidence, fue el título que finalmente eligió para el disco. Disco que recibió elogios casi unánimes. Y muy merecidos, en mi opinión. Creo que nos hallamos ante uno de los mejores trabajos de su discografía. Desde luego, para mi, claramente, su mejor obra desde el ya lejano Top Priority. En la reedición en CD del año 2000 se añadieron dos temas. Bowed not Broken, que era una canción muy en la línea del Rory de los 70´s y una joya como Never Asked You For Nothin´ que, si no fuera por la voz del irlandés parecería sacada de un disco de Dr.John o algún otro artista de New Orleans. Una grandísima canción que hace que adquirir esta reedición sea casi una obligación. Hay quien apunta de que Rory era ya consciente de su mal estado de salud y de que no sería muy longevo. Y de ahí el tono sombrío de algunas letras y títulos de canciones (Ghost Blues, Heaven´s Gate, Walking Wounded, etc.) Si bien es cierto que no es un disco que se pueda definir como alegre, quizás sea precipitado hablar del artista como alguien en ese momento consciente de que moriría en breve. Al fin y al cabo, el temido fallecimiento tendría lugar 5 años después de la publicación del disco. Eso es mucho tiempo.
Pero por desgracia, Fresh Evidence, sería el último disco que Rory Gallagher grabaría en su vida. Fue bien recibido, pero irremediablemente, había quedado reducido a la condición de artista de culto, para bien o para mal. El estrellato ya estaba totalmente fuera de su alcance y el artista conseguía salir adelante con interminables giras. El problema es que su salud empezò a empeorar seriamente en los últimos años, llegando a desmayarse en mitad de un concierto en Holanda. Tras esto, su actividad fue intermitente hasta su fallecimiento un 14 de junio de 1995.
No pretendo extenderme acerca de los últimos años de vida del guitarrista ya que esta serie de artículos pretendían y pretenden centrarse en la faceta musical del de Ballyshannon y no ser una lacrimógena crónica de su declive físico. Los últimos meses de su vida fueron bastante tristes. La industria discográfica le había dado la espalda, no era capaz de grabar un disco, había engordado por medicaciones diversas y quienes le conocían, hablaban de alguien que, pasó de ser alegre y vitalista, a convertirse en alguien solitario, bebedor, huraño y malhumorado. Finalmente, tras una crisis, ingresó en un hospital. Se intentó un trasplante de hígado, pero su maltrecho organismo lo rechazó. Quizás había perdido las ganas de vivir, quizás se aferró a la vida pero sus últimas fuerzas no fueron suficientes, ¿quien sabe? Cuando falleció, se encontró junto a su cama del hospital una carta que Bob Dylan le había escrito días antes, interesándose por él, dándole ánimos y deseándole una pronta recuperación. Carta que Gallagher guardaba como oro en paño.
Lanzamientos póstumos
Tras el fallecimiento, como suele suceder en estos casos, hubo una serie de lanzamientos póstumos de material, tanto en formatos de audio, como de vídeo. En DVD se editaron en Live at The Cork Opera House, que recogía el regreso a Cork tras años de ausencia en un concierto de la gira de Defender en 1987. Posteriormente tambien se editarían en DVD sus conciertos en Rockpalast y los del festival de Montreux. Asimismo, vió la luz el documental Ghost Blues: The Story of Rory Gallaguer and The Beat Club Sessions. Editado en DVD constaba del del documental, al que se le añadieron las apariciones del guitarrista en el programa Beat Club de un canal televisivo alemán en 1971 y 1972. Recomendabilisimos todos ellos. Al fin y al cabo, cualquier material en directo de nuestro hombre siempre era garantía de calidad. Del festival de Montreux, también hay versión de audio ya que en 2006 se editó en CD y posteriormente en vinilo. Si hablamos de discos, también se publicaron varios títulos con posterioridad a 1995. En la mayoría de casos, fue Donald Gallagher (hermano de Rory) quien se hizo cargo de supervisar los lanzamientos. Su labor, encomiable por una parte, fue también discutida. El mayor foco de controversia fue que en alguna de las reediciones de los discos en formato CD cambió las portadas y, en algún caso, como hemos comentado, incluyó temas extras encajandolos en el medio del disco en lugar de añadirlos al final, una decisión que no gustó a muchos fans. Respecto a discos “nuevos”, destacaré fundamentalmente 4 títulos.
1999 era el año en que veía la luz el doble CD, The BBC Sessions. Como su nombre indica, recogía grabaciones del irlandés para la televisión británica. El primer CD constaba de grabaciones en directo realizadas entre 1977 y 1979 (a excepción de la canción What in The World, grabada en 1973). El segundo recogía sesiones en los estudios del canal televisivo. Sesiones que tuvieron lugar entre 1971 y 1973. También se incluyó el tema When My Baby She Left Me, grabado en 1986. Es una disco imprescindible y que ningún fan debería de dejar de lado. Tanto las sesiones de estudio, como los temas en directo, están a la altura de lo que se espera de un músico de este calibre y suenan con la garra habitual. Una tormenta eléctrica. En 2003 se publicó el también excelente Wheels Within Wheels. Podríamos decir que sería el disco unplugged de la discografía del amigo Gallagher. Su hermano Donald se encargó de recopilar 14 canciones desprovistas casi totalmente de electricidad. Casi casi, el contrapunto al eléctrico y rabioso The BBC Sessions. En Wheels Whitin Wheels podemos apreciar la faceta más folkie y blues del artista. Desde la balada que da título al disco hasta la última canción del listado de temas, todo el material incluido provoca un cierto estremecimiento de emoción. Es un Rory Gallagher ”desnudo” que lo mismo se une a un guitarrista flamenco como Juan Martín en Flight To Paradise, como se une al armonicista Mark Feltham y al banjo de Bela Fleck en directo con 3 excepcionales versiones recogidas aquí de Amazing Graze, Walkin´ Blues y Blue Moon of Kentucky. Hay una versión del As The Crow Flies, de Tony Joe White, una primeriza versión del Barley & Grape Rag, diferente a la aparecida en Calling Card o un Going To My Hometown en el que colabora con la leyenda del skiffle Lonnie Donegan. Pero realmente no cabría destacar demasiado unos temas sobre otros. Son 14 JOYAS que merecen ser escuchadas de manera reverencial de un tirón, de la primera a la última.
En 2010 se publicaría en formato CD y vinilo The Beat Club Sessions, paralelamente a la edición en DVD. Tal como hemos comentado, se trataba de recopilar las apariciones de Gallagher en el programa The Beat Club de un canal germano de televisión. Apariciones que tuvieron lugar entre 1971 y 1972 y pertenecen a la etapa en la que Wilgar Campbell se sentaba a la batería. El listado de temas se compone de una selección de canciones mayormente pertenecientes a sus dos primeros discos más una versión de Messin´ With The Kid de Junior Wells y otra de Toredown de Sonny Thompson. Un gran disco, muy válido como complemente al Live! In Europe de 1972 y que dejaba patente el poderío de la primera formación con la que el irlandés se lanzó en solitario tras su andadura en Taste. Ya en 2011 se editó el denominado “disco perdido” del irlandés. Notes from San Francisco recoge, tal como habíamos comentado en el tercer artículo publicado en agosto, las grabaciones de Rory en San Francisco en 1977, tras la publicación de Calling Card junto al productor Elliot Mazer. Aún estaban en la banda Lou Martin y Rod De´Ath. El guitarrista no quedó satisfecho con el resultado y descartó publicar esas canciones. En su mayoría, fueron posteriormente regrabados de cara a su aparición en Photo Fisnish, aunque ya sin Lou Martin y con Ted MacKenna como batería. Además se añadía un CD extra que recogía un potente concierto también en San Francisco. Como era habitual, la banda funcionaba a pleno pulmón, y la Stratoccaster de Gallagher sonaba crujiente y cruda, mientras forzaba su garganta lo indecible. Follow Me, Bought and Sold, Shin Kicker, Calling Card, etc. Gran repertorio, lo que unido a la publicación de las sesiones en estudio, hasta el momento, inéditas, hacen de este Notes from San Francisco, otro título que no debería faltar en las estanterías de todo fan que se precie.
Por supuesto, no fueron los únicos lanzamientos. Hubo diversos recopilatorios y algunos directos más, pero no es mi intención realizar un repaso tan pormenorizado ni ser excesivamente enciclopédico. En cualquier caso, como suele suceder con este tipo de artistas, los fans suelen ya conocer toda su obra al dedillo. Y quien no esté familiarizado con la obra de Rory, puede empezar con cualquier recopilatorio para probar que no saldrá defraudado. Es lo grande de una carrera que nunca conoció altibajo alguno ni momentos de transición. La brillantez y la calidad siempre se impusieron. En pocas palabras, cualquier cosa con forma de disco y con el nombre de Rory Gallagher en la portada, siempre será más que recomendable.
Epílogo y cierre
Espero que este repaso de la carrera del excelso guitarrista haya servido para rendir un más que merecido tributo a su figura. Valga además como reivindicación de un hombre que marcó su propio camino, con el rechazo de una industria que terminó dándole la espalda y con un compromiso con su arte y con sus seguidores que muy pocas veces se ha visto en el mundo del rock y del pop. Puede que no haya sido el más conocido, ni el que más anécdotas haya generado, ni el más popular. Pero si el que tiene seguidores más fieles y fans más incondicionales. El los últimos años ha habido ciertos intentos de poner las cosas en su sitio y gente como Slash inició una campaña a favor del ingreso de Gallagher en el Rock and Roll Hall of Fame. Puede que se cumpla el deseo de Slash o no, pero imagino que poco cambiará la situación pase lo que pase. El mundo seguirá ignorando casi en pleno la existencia de este genio, mientras que algunos seguiremos estándole eternamente agradecidos por tantos grandes momentos que su música nos ha proporcionado y que son parte ya inseparable de nuestras vidas. Me despido con una cita del gran Jimi Hendrix que resumen a la perfección lo que muchos pensamos:
Pregunta (entrevistador): ¿Qué se siente al ser el mejor guitarrista del mundo?
Respuesta (Hendrix): No lo sé. Pregúntele a Rory Gallagher