Noche gris en la mágica y ensoñadora Praga para recibir a The Cure, gris y oscura, como debía ser. He de confesar antes de todo que servidor no es true fan o un connoisseur (como dirían los franchutes) de los británicos. Siempre he pasado de puntillas por ellos, pero a su vez siempre han estado ahí. Animado por su status y fama de conciertos largos e intensos, no dudo que seremos testigos de algo especial. Y así fue.
The Cure
O2 Arena – Praga (República Checa)
22 de octubre de 2016
Texto: Kashmir.
Fotos: Petro Tibi / Kashmir.
El O2 praguense acoge la velada, espléndido tanto como recinto como sobre todo por sonido, necesario para que la música obtenga el relieve y potencia necesarios. Animaron la espera los escoceses The Twilight Sad, una especie de The Smiths post-punk y noises, que comenzaron estupendamente captando toda mi atención, pero lamentablemente se fueron diluyendo como un azucarillo. Actuación correcta, conformada por momentos con ojos de impresión agradable y atención, y otros de absoluto tedio.
Pasados unos diez minutos de las ocho de la tarde salieron a escena los de Robert Smith, y para mi sorpresa comprobando que gozan de un estado de forma envidiable tras casi cuatro décadas de carrera, que se dice pronto. Vale que llevan muchísimos años de sequía, algunos destellos en una baja producción discográfica en más de veinte años, algo que contrasta con sus mejores años donde sacaban discos como churros, justo hasta “Wish”. Pero en directo es arena de otro costal. En el escenario se muestran con una seguridad abrumadora, sonando mucho más potentes que en disco como era de prever, sobre todo en su producción ochentera, que si bien son temas concebidos así y cuyo sonido ya no podemos disociar (y así lo queremos), en directo obtienen un enfoque más moderno y redondo, sin perder esencia.
No hay ningún montaje monstruoso, la banda se apoya en un fantástico y efectivo juego de luces, y una pantalla donde proyectan a la banda o imágenes y videos que coordinan muy bien con los temas. Como por ejemplo una simple espiral que da vueltas hipnóticamente (a lo Twilight Zone) y que abre y cierra el primer set, al igual que su disco “Wish”; hablamos de Open y End. Abrir un concierto así da muestra de la enorme personalidad de los ingleses, en lugar de un tema directo apuestan por algo tan hipnótico, profundo y sugestivo, con el bajo de Simon Gallup saturado a tope y esas guitarras acuosas marca de la casa. Continúan con una más liviana pero maravillosa High, comprobando que “Wish” será el disco al que más cancha le den esta noche. Ya en A Night Like This vemos como Mr. Smith conserva su voz intacta, y a pesar de no ser un vocalista con amplitud de registros, llega con toda su identidad a donde quiere. La banda suena cañón, muestra una pegada mucho más brutal de lo que pudiera imaginar, y el concierto va hacia arriba, tanto en volumen como en intensidad. Ese sonido más moderno en composiciones más primitivas se manifiesta por ejemplo en joyas como Primary o la asfixiante One Hundred Years, rayando ambas el rock y metal industrial, de los que ellos fueron influencia seminal. Con la sensualmente siniestra Pictures Of You caemos rendidos aún más ante una banda pletórica, donde Gallup es el reverso inquieto de Smith, no para de moverse en el escenario, con una actitud muy punk y un carisma desbordante, aporreando su bajo inmisericorde.
Pero todo no van a ser luces, y aunque pocas fueran las sombras (como las de ojos en el público, no estamos en los 80s) The End Of The World fue momento de mucha gente para avituallarse, Step Into The Light no pareció una elección muy acertada para volver al escenario tras el primer set, o desafortunadamente los teclados de Lovesong le faltaron fuerza. Sin embargo a megahits como Lullaby o Just Like Heaven no le faltaron vigor y un público rendido. Pero yo seguía a lo mío, ya que me estaba percatando que los temas que más me ponían y con los que disfrutaba como un gorrino retozando en un charco, eran los más densos y oscuros, los más machacones e hipnóticos, synths, guitarras liquidísimas y etéreas,.. Pasado el ecuador del concierto es cuando me encuentro totalmente entregado a su propuesta, esa forma de concebir su música, cómo te meten en los temas, esos efectos, ese sonido del que son progenitores. Y así voy salivando y moviéndome cada vez más mientras van cayendo From The Edge Of The Deep Green Sea donde el guitarrista Gabrels se luce a solazos, Shake Dog Shake, Want, o una soberbia A Forest, donde Gallup y Smith se baten en duelo con las palmas del público al ritmo del bajo en uno de los momentazos de la noche.
Para liberar tanta tensión musical y emocional viene bien una reposada Trust o temas más bailongos como The Walk, Wrong Number o Never Enough, en los que Cooper muestra aparte de su pegada, un buen catálogo de ritmazos y juegos de batería. Por supuesto no falta la fascinante, valga la redundancia, Fascination Street (qué guitarras, y cómo rasga y arrastra Gallup el bajo, por Dio!) y la mítica Burn, llegando a la piel de gallina y no por pura y simple nostalgia adolescente, sino porque sonaba de cojones.
La banda volvió hasta tres veces al escenario, y en el último tramo la consigna fue clara, rematarnos con sus temas más hiteros y luminosos. Quizás se condensan éstos demasiado y debieron equilibrar el final con otros temas más duros o distintos, pero a esas alturas ya se hace complicado rebatir un set list con más de 30 temas, 31 en el caso de hoy, y hasta 34 ó 35 otros días, variándolo sustancialmente aunque con un amplio esqueleto definido. Quieren acabar más festivos, con acústicas, con Robert despojado de guitarra en Close To Me (lástima que no tocara el solo de peine) y hasta bailando en la última Why Can’t Be You?
Dentro de unas semanas nos visitan a España, y tanto si ya los has visto como si no, no os los perdáis, es un grandísimo momento para disfrutar de su directo. Yo salí convencido… y convertido.