Hace pocas semanas, recibía la proposición de hablar de Thin Lizzy con motivo del 40 aniversario de uno de sus álbumes más emblemáticos, como es Jailbreak. Una de esas propuestas que a este humilde juntaletras recibe con mucha alegría. Pero al poco, el amigo Rafa Diablorock y servidor, hablando de aniversarios, caímos en la cuenta de que cuarenta años atrás, en el ya lejano 1976 Thin Lizzy publicaron, no uno, sino… ¡dos discos! ¿Era justo hablar de Jailbreak e ignorar Johnny The Fox? ¿Sería mejor dedicar un artículo a cada disco? ¿Nos olvidábamos del asunto? Al final, admito que un poco avergonzado por haberme olvidado en un primer momento de un trabajo de tanta calidad como es Johnny The Fox, decidí agarrar el toro por los cuernos y explayarme con los dos discos y con lo que fue un año especial en la carrera de Lizzy. He de decir que me declaro sin tapujos fan acérrimo de Thin Lizzy en general y de PhilLynott en particular. El bajista me parece uno de los más grandes compositores de todos los tiempos y un tipo dotado de un talento especial para meterse de lleno en lo que cantaba. Su voz podría ser la de un macarra de barrio, la de un Romeo urbano, la de un trovador celta, la de un cowboy o la de un hombre enamorado. En cada canción Phil se metía con pasión en la piel de un personaje y no solo se limitaba a contar una historia, sino que se transformaba. En su momento, llegó a ser comparado con Springsteen precisamente por ese motivo. Además de eso, musicalmente siempre me ha atrapado ese sonido tan peculiar, sobre todo ese inconfundible «twin guitar sound» (guitarras gemelas), tan característico, y que tan bien supo desarrollar la banda desde que Scott Gorham se incorporara a ella. Soy fan de todos los discos, incluídos los más flojos. Y podría pasar horas deshaciéndome en elogios. En resumen, si alguien espera objetividad, equidistancia, etc. mejor es que deje de leer aquí mismo. De esta banda solo es posible hablar olvidándose de la cabeza. Se habla con el corazón, con las vísceras. Hasta luego, razón. Bienvenida, pasión. Abróchense los cinturones y pónganse cómodos para el viaje. Destino: Irlanda, 40 años atrás.
1976, año grandioso para el rock en Irlanda, sin duda. No solamente veían la luz estos dos históricos títulos, sino que Rory Gallagher, además, publicaba el sobresaliente Calling Card. Nada mal, ¿eh? El año se iniciaba con Lynott y sus compañeros de viaje a un paso de la fama y el estrellato. A lo largo de los años habían logrado ir haciéndose más y más populares, pero con la excepción del momento en que disfrutaron de un moderado éxito con la publicación de su versión del tema tradicional Whiskey in The Jar en 1973, a la banda le faltaba ese hit que suponía el paso a la primera división de la fama, a las grandes giras como cabeza de cartel y a la colocación de singles en puestos altos de las listas de éxitos. Habían sido perseverantes. Hasta 1975 habían publicado varios discos y habían girado sin parar, tanto por clubs británicos como en grandes recintos norteamericanos, teloneando a todo tipo de bandas, desde Bob Seger, de quien versionearon su canción Rosalie hasta Bachman Turner Overdrive. Eran, en definitiva, el paradigma de una banda trabajadora como pocas. Auténticos obreros del rock que, quizás sin saberlo, estaban a punto de convertirse en estrellas. Fighting, publicado en 1975, había obtenido una cierta repercusión y sentaba definitivamente las bases del sonido del grupo, asentado sobre la característica voz de Phil Lynott y el personalísimo estilo de las guitarras de Scott Gorham y Brian Robertson. Y si Fighting (1975) se puede considerar la llamada de Lizzy a las puertas del cielo, Jailbreak sería directamente el derribo a patadas de dichas puertas, el título que marca un antes y un después en la vida y la trayectoria del grupo. Hasta entonces habían ido subiendo peldaño a peldaño su particular escalera a la cima del estrellato. Ahora, se trataba de un gran salto. La pregunta es ¿Es realmente un disco que marque la diferencia de tal manera? La respuesta es un rotundo SÍ.
Jailbreak
Jailbreak salió a la venta en marzo de 1976. El productor John Alcock trabajó en el estudio con la banda y, pese a creer en las canciones, contrató a músicos de sesión para aportar un toque más comercial a temas como Running Back, canción pensada inicialmente para ser lanzada como single. Pero estos mínimos retoques no alteran para nada la pureza de la banda. Tan solo reflejan que su posición dentro de la industria musical les obligaba a aceptar decisiones ajenas aunque no le gustasen. Finalmente, la banda decidió apostar por The Boys are back in Town como single y…..¡pam! Dieron de lleno en el blanco. A las pocas semanas, la canción sonaba en todas las emisoras de Irlanda y el Reino Unido y era coreada por un ejército de seguidores que crecía de manera exponencial. Algo que no es de extrañar, puesto que es una de esas canciones redondas en donde cada nota, cada riff, cada arreglo, cada fraseo vocal, es simple y llanamente perfecto. Al principio había cierto temor en el sello discográfico ya que se pensaba que quizás podría ser un tema demasiado agresivo para la radio, pero el instinto de Lynott y los suyos les decía que esa era LA CANCIÓN. Se salieron con la suya y el tiempo les dio la razón.
Con habilidad, cuando la estela de The Boys Are Back in Town comenzaba a decaer, la banda publicó otro single y de nuevo….¡pam! ¡¡otra diana!! La canción escogida era la que daba título al álbum. Otra de esas canciones que lo reúne todo para perdurar. Melodía, estribillo, riff… todos los ingredientes necesarios. Y vaya si perduró. Aún ahora mismo es un himno hard rock presente en cientos de recopilaciones, bandas sonoras de películas o listas de favoritos de prensa y fans. Pero Jailbreak no es un disco de un par de hits y con siete u ocho canciones de relleno. Hay temas menos populares que los dos singles, pero igualmente remarcables. La citada Running Back, es una canción muy melódica pero es una delicia que, estoy convencido de que hubiera podido triunfar a nivel radiofónico también. Romeo and The Lonely Girl con su sonido muy pop era otra canción con mucho potencial. Pero no todo era pop o temas melódicos, por supuesto. También había sitio para el rock más callejero en canciones como Angel From Coast to Coast, coescrita por Lynott junto a Brian Robertson, Warriors, compuesta por el bajista junto a Scott Gorham o Emerald firmada por toda la banda y que fue cara B del single The Boys Are Back in Town. Dejo para el final esa fantástica The Cowboy Song, con una letra producto de la devoción y fascinación de Phil por la tradición del western americano y que define, en mi opinión, a la perfección lo que era el sonido Lizzy sobre todo con esas melodías y ese sonido de guitarras que tan estupendamente lograron plasmar siempre Gorham y Robertson. Jailbreak significó, y muy merecidamente, el premio a los esfuerzos de la banda y los consagró como uno de los grupos punteros del momento. Era ya el sexto disco de su carrera. Y el tercero en el que repetían formación. Y se notó esa estabilidad. Lo que se pude entrever en Night Life (1974) y sobre todo en Fighting (1975) lo percibimos en todo su esplendor en este gran disco. Es como si la banda hubiera ido poco a poco perfeccionando una fórmula y en 1976 se produjera la culminación a un proceso de años de progreso y trabajo duro.
Johnny The Fox
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Y con el grupo preparando el asalto a Estados Unidos y sus primeras giras por grandes recintos como cabezas de cartel en Europa. Se colocan de teloneros en conciertos sueltos de bandas como Styx y REO Speedwagon (muy olvidadas hoy en día pero muy exitosas por aquel entonces en USA), pero cuando van a iniciar una gira americana como teloneros de Rainbow surge un importante contratiempo. Lynott es diagnosticado con una dolencia hepática y no puede salir de gira por una convalecencia de meses. Un revés que no amedrenta a Phil ni a los suyos, acostumbrados a encontrarse con decenas de obstáculos e infortunios a lo largo de su carrera. Como están en un momento dulce, la banda ni se toma un respiro ni se quedan llorando su mala suerte. Están en racha, lo saben y aprovechan esa inercia para meterse de nuevo en el estudio. Están seguros de sí mismos. Tras Jailbreak, la inspiración no ha dejado de visitar a Lynott, que aprovecha su convalecencia para escribir varios temas, con la ayuda de Gorham, Robertson y Downey. Así, en julio la banda se desplaza a los Musicland Studios en Munich para comenzar la grabación de su nuevo disco. Sin embargo, las canciones no estaban del todo perfiladas y dentro del grupo no había acuerdo acerca de qué dirección musical tomar. El productor John Alcock trató de mediar entre todos, pero al final, regresaron a Londres en agosto. Y sería allí en donde comenzara la grabación propiamente dicha.
Johnny The Fox, que es como se titularía el LP, es un disco menos exuberante y quizás menos impactante que su antecesor, pero no por ello ha de ser considerado un disco menor. Nada más lejos de la realidad. En realidad, se mueve en unos parámetros parecidos a los de Jailbreak, algo bastante lógico, por otra parte teniendo en cuenta que en ambos trabajos repiten los mismos músicos y son canciones compuestas en el mismo periodo de tiempo. La joya de la corona es Don´t Believe a Word, que pasó a ser una de esas canciones que nunca faltarían en el repertorio de Thin Lizzy. Classic Rock de manual. Su grabación, sin embargo fue accidentada. Phil compuso la canción para ser una balada blues. Cuando se la mostró a sus compañeros, Brian Robertson pensó que era una mierda y se lo hizo saber a su compañero, que abandonó el estudio ofendido. Tras el incidente, el guitarrista, arrepentido por su reacción, trabajó en la canción junto a Brian Downey y rehizo la melodía dándole un tempo más rápido. Cuando le enseñaron a Phil la nueva versión, éste quedó encantado y así la grabaron. Aunque el mal rollo no terminó ahí ya que en el disco, el tema apareció acreditado solo a Lynott, lo cual no sentó nada bien al bueno de Robbo que consideraba que el debía figurar como co-autor. A modo de anécdota, decir que en el disco en directo Life (1983), apareció la canción del modo originalmente concebida, lenta y mucho más melódica que la versión de estudio. En el disco había hard rock potente como el caso de Johnny o Rocky, la dupla con la que comenzaba el álbum, con las guitarras a pleno rendimiento y la garganta de Lynott dándolo todo con rabia y fuerza. Massacre también era una canción rockera y pasaría a formar parte del repertorio de directo del grupo durante años. En el otro lado de la balanza podríamos situar canciones lentas y más melódicas como Borderline, compuesta por Phil junto a Brian Robertson y que es otro de los grandes momentos del disco, o Sweet Marie, coescrita a medias entre el bajista y Scott Gorham y que también encaja como un guante con la manera de cantar de Lynott. Entre medio podríamos citar la canción Johnny The Fox Meets Jimmy The Weed, con un sonido casi blues funk y más rapeada que cantada en ciertas partes.
Un tema que demostraba los muchos recursos estilísticos de los que la banda disponía y la falta de prejuicios a la hora de componer y grabar. Cuando el disco fue publicado, fue bastante bien recibido por el público. En la cabeza de sus seguidores aún estaba fresco Jailbreak y rápidamente y gracias al apoyo de Don´t Believe a Word como exitoso single, el álbum llegó al número 11 de las listas británicas. Con el tiempo, el disco ha quedado un poco eclipsado tanto por su antecesor Jailbreak como su sucesor, Bad Reputation (1977), ambos más afamados. Y lo cierto es que no es un disco tan redondo como ninguno de esos dos, pero pese a ello diría que no puede faltar en las estanterías de cualquier fan, tanto de Thin Lizzy en particular, como del hard rock en general. Quizás por la premura de tiempo a algunas canciones posiblemente les faltaba más trabajo. Algunas de ellas, según el productor John Alcock, fueron terminadas en el estudio con ciertas prisas. Podría ser, pero de cualquier modo, canciones como la mencionada Don´t Believe a Word o Massacre, justifican por sí solas el hacerse con este disco.
Lo que sucedió posteriormente al lanzamiento del disco al mercado, es conocido. Cuando la banda, al fin iba a iniciar una gira en condiciones, Brian Robertson sufrió una lesión en su mano durante una pelea y la gira debió ser pospuesta. Se inició una serie de entradas y salidas de Robbo de la banda, siendo sustituido temporalmente por Gary Moore. Tras 1976, la racha de éxitos y títulos memorables continuó durante varios años. Bad Reputation (1977), Black Rose (1979), Thunder and Lightning (1983) o el mítico directo Live and Dangerous dan buena cuenta de que Jailbreak y Johhny The Fox no fueron fruto de la casualidad o de una buena racha puntual, sino que había talento a raudales. La banda prosiguió su carrera con varios cambios de guitarristas hasta que finalmente decía adiós en 1983. En 1986 se produjo el fallecimiento de Phil Lynott, lo que dio al traste con las esperanzas de que en algún momento el grupo pudiera reunirse. Tal reunión se produjo finalmente años después, auspiciada por un Scott Gorham que lo hizo más a modo de homenaje que otra cosa. De hecho, cuando se decidió a grabar nuevas canciones, finalmente, decidió que, por respeto al legado de Lizzy, aparecieran bajo otro nombre.
Volviendo a 1976, si echamos la vista atrás, vemos a unos tíos queriéndose comer el mundo y consiguiendolo. Una voz insustituible como la de Lynott, un artista con una talento especial para contar historias de 3 minutos en sus canciones. Un sonido de guitarras muy especial y una banda total y absolutamente desprejuiciada que no tenía miedo de incorporar elementos pop o melódicos a su sonido si pensaban que ello ayudaba a mejorar sus canciones. Si digo que fue un grupo con un sonido único, no creo que exagere. Podrán gustar más otros, pero creo que Lizzy fueron diferentes a todos. Durante años, tras su disolución, quedaron injustamente relegados al olvido y fueron peyorativamente tachados de vulgar banda heavy. Menos mal que a finales de los 90, gente como Hellacopters o Gluecifer (que grabaron una buenísima versión de Thunder and Lightning), reivindicaron su legado y descubrieron a Thin Lizzy a su público, motivando que se les volviera a tener el respeto y consideración merecidos.
De todos modos, por mucho que se hable o escriba acerca de ellos, nunca será suficiente reivindicación no ya de la banda, si no de una manera de entender y vivir el rock. Celebremos una vez más la existencia del legado de estos maravillosos irlandeses que seguirá haciéndonos estremecer de la emoción cada vez que escuchemos sus inconfundibles melodías. Thin Lizzy, un nombre especial, de una época especial. Y si alguien os dice lo contrario, ya sabéis, seguid el consejo de Lynott: «Don´t believe a Word».
1. Jailbreak (Lynott) 4:01
2. Angel from The Coast (Lynott, Robertson) 3:03
3. Rinning Back (Lynott) 3:13
4. Romeo and The Lonely Girl (Lynott) 3:55
5. Warriors (Lynott, Gorham) 4:09
6. The Boys Are Bak in Town (Lynott) 4:27
7. Fight or Fall (Lynott) 3:45
8. Cowboy Song (Lynott, Downey) 5:16
9. Emerald (Lynott, Robertson, Downey, Gorham) 4:03
Johnny The Fox
1. Johnny (Lynott) 4:18
2. Rocky (Downey, Gorham, Lynott) 3:43
3. Borderline (Lynott, Robertson) 4:37
4. Don´t Believe a Word (Lynott) 2:18
5. Fools Gold (Lynott) 3:53
6. Johnny The Fox Meets JimmyThe Weed (Downey, Gorham, Lynott)
7. Old Flame (Lynnot) 3:05
8. Massacre (Downey, Gorham, Lynnot) 3:01
9. Sweet Marie (Gorham, Lynott) 3:58
10. Boogie Woogie Dance (Lynott) 3:06