Route Resurrection: Max & Igor Cavalera – Return to Roots + Crisix.
Sala Santana 27 – Bilbao – 5 de noviembre de 2016.
Crónica: Txiki Kilmister.
Fotos cedidas por Sandra Ortega y Patx Black.
Segunda parada de la semana de un Route Resurrection en Bilbao (tras Alter Bridge), y segunda vez que la sala Santana 27 tuvo que colocar de manera consecutiva el ansiado cartel de “no hay billetes”, lo que es sinónimo de éxito absoluto y del buen hacer de estas giras itinerantes que hacen los organizadores del festival gallego.
Los encargados de abrir la velada fueron los catalanes Crisix, banda que fue incluida prácticamente sobre la bocina pero que fue todo un acierto a la postre, vista la enérgica e intensa descarga que la banda de Igualada ofreció a la notable audiencia que poblaba la sala a esas horas. Hay que reconocer que el sonido en los primeros temas no fue todo lo bueno que nos gustaría, pero poco a poco fue mejorando hasta sonar francamente bien, Crisix sobre el escenario son pura actitud thrash, y no pararon de moverse e interactuar con la gente en todo momento. Pura diversión y adrenalina consiguiendo conectar con el respetable con temazos como The Great Metal Motherfucker, Bring´em to the Pit o su ya clásico Ultra Thrash, que pusieron la sala patas arriba; de hecho hasta Marc Rizzo y varios pipas de los hermanos Cavalera disfrutaban de lo lindo en la balconada de la sala. No faltó tampoco el habitual “football of death” y los elementos típicos de un show de Crisix en los 40 minutos que tuvo la banda para demostrar su buen hacer. Está claro que están viviendo su mejor momento de forma y popularidad, y eso lo están llevando a dónde se tiene que llevar, que es al directo. Gran show de una banda que va madurando mucho y que todavía no ha tocado techo.
Los hermanos Cavalera se presentaban en Bilbao tocando íntegramente su mítico Roots (1996 Roadrunner), último disco de Sepultura con Max y su gran éxito comercial, y visto el llenazo de la sala parece que la gente no olvida esa obra angular del metal de finales de los noventa. Ese lleno contrastaba con el vacío puesto de merchandising, y es que pagar 30 euros por una camiseta en los tiempos actuales nos parece una labor titánica. Reconoceremos que visto el estado de forma de Max en los últimos años poco nos esperábamos del concierto, y ya sea porque Igor -el cual sigue siendo un animal a los tambores- le exige un mínimo de dignidad, o porque Roots tampoco es que sea un disco excesivamente difícil de tocar en directo, la verdad es que el concierto fue mejor de lo esperado, o por lo menos fue así hasta que le duró la gasolina al bueno de Max Cavalera. El sonido, sin ser malo del todo, sí que quedó deslucido por el poco volumen de las guitarras. El mayor de los Cavalera se defendió aceptablemente bien en la primera parte del show, temas como Roots Bloody Roots, Attitude, Cut Throat, Straighthate o Spit, las superó bastante bien, incluso se le veía tocando la guitarra de manera más regular que lo habitual. Sin embargo a partir de Dusted ya se le vio sufrir excesivamente y de manera progresiva, hasta llegar a Ambush, en la cual ya se dedicaba a vociferar las canciones y a salir del paso más que a otra cosa; algo que tampoco importó ya demasiado a una audiencia entregada y dispuesta a pasárselo en grande, hasta llegar a la corta y salvaje Dictatorshit, en la que la banda se retiró del escenario. Contrario a lo que mucha gente esperaba ver en los bises, como algún clásico de Sepultura, los hermanísimos nos ofrecieron una serie de covers; como la pesada versión del tema de Celtic Frost Procreation (of the Wicked); un macarra homenaje a Motorhead con Ace of Spades; y el clásico Polizia de sus compatriotas Titãs; antes de finalizar con una corta y acelerada versión de la inicial Roots Bloody Roots . En definitiva poco más de hora y cuarto de un aceptable show, en el que a pesar de que se volvieron a ver las carencias actuales de Max, fue bastante mejor de lo esperado.