Hace una semana se nos fue un artista que no ha acaparado portadas en los periódicos ni titulares en las redes, más allá de algunas menciones. Soy consciente de que hablamos de alguien sin la dimensión de otros recientes desaparecidos como Lemmy, Bowie, Prince o el aún caliente Cohen; de hecho “sólo” fue un músico de una banda,.. pero qué banda y qué músico!!
Ed nació hace 59 años en Toronto, donde también ha pasado sus últimos días. Pero Detroit se convirtió en su ciudad de adopción, donde llegó a mediados de los 80s atraído por la subcultura bohemia, subiendo a escenarios, mezclándose con bandas locales y prestando sus servicios a leyendas del blues como Albert Collins o James Cotton. Fue adquiriendo experiencia, técnica y guardando feelin’ en su tarro hasta que le llegó la oportunidad de su vida. El mítico Chuck Leavell (Allman Bros, Rolling Stones, Clapton,..) había grabado con unos arrogantes jovenzuelos llamados The Black Crowes su imponente debut “Shake Your Money Maker”, pero sus motivos tendría para no querer girar con ellos, así que recomendó a nuestro homenajeado que ocupara su puesto. Cogió un vuelo hacia Atlanta para una audición, y tras una jam de diez minutos de los dos singles de la banda, Hard To Handle y Jealous Again, Steve Gorman saltó por encima de la batería y gritó: “Ok, él conoce los hits!”. Estaba dentro.
Eddie realmente pensó que duraría en la banda cuatro meses, pero el tiempo le quitó la razón, y se demostró que no sólo iba a ser un simple músico de apoyo. Él mismo recordaba esos primeros tiempos: “Teníamos el mismo background musical, escuchábamos las mismas cosas. Cuando nos sentamos y empezamos a hablar, fue algo sorprendente lo parecidos que éramos”. Chris solía llamarlo entre carcajadas “nuestro alien residente”, “pero es un genio” apostillaba. El humor y las chuletas de Harsch fueron el complemento perfecto para los Crowes, según también el pequeño de los Robinson. Por mucho que pudiera esperar de una banda que valora tanto la libertad artística, Eddie sentía que tenía mucho espacio para operar en el mundo creativo de los hermanos Robinson. A pesar de que Rich normalmente era el que escribía el cuerpo instrumental de las canciones, siempre aceptaba sus sugerencias y sentía que tenían la suficiente fe en él para llegar a algo grande.
Y así fueron cayendo giras memorables, obras maestras y discos tan especiales, siendo Ed capital en el status de leyendas que han obtenido con el tiempo los Crowes. Y es que para servidor son la última gran banda de rock clásico. Ha habido formaciones que han intentado coger ese testigo, pero no han llegado a la magia y maestría durante tantos años tanto en directo como creando. Tras girar con “Lions” los hermanísimos decidieron tomarse un respiro (o hiatus como ellos definieron) hasta que regresaron con Marc Ford también en sus filas en el 2005 y 2006. Tras ese tour de reunión, tanto Ed como Marc abandonaron lamentablemente el barco definitivamente. Rob Clores sustituyó durante poco tiempo a Ed, hasta que llegó Adam MacDougall que se hizo con el puesto definitivamente.
Eddie tuvo cierta actividad, siendo miembro de Detroit Cobras, Bulldog o grabando con Kid Rock. Tras unos cuantos años lejos de los focos musicales, estaba listo para volver a la acción con sus excompañeros de los Crowes, Rich, Marc y Sven Pipien, formando The Magpie Salute. La banda tenía programado hacer su debut en Atlanta a finales de este mes, y en enero ya tenían el sold out en varias fechas en New York, en el The Gramercy Theater. Había mucha expectación, y quizás era la antesala para una esperadísima reunión con la formación clásica de los Crowes (a excepción del bajo de Johnny Colt). Pero este pasado 4 de noviembre todo se truncó.
He tenido la suerte de ver a los Crowes dos veces en directo, y en las dos bailé, levité y lloré literalmente. A pesar de que Adam ha sido un dignísimo sustituto, tengo la espinita de no haber disfrutado del hechizo de Eddie Harsch. Y digo hechizo no sólo por la magía que transmitían sus dedos, sino también por esa imagen de bruja piruja que tenía. Te echaremos mucho de menos, más de lo que seguro nunca llegases a imaginar. Tienes tus alas más que ganadas.