Nikki Hill
Auditorio Víctor Villegas
Sala Miguel Ángel Clares
Murcia – 11 de noviembre de 2016

Por Francis Sarabia.


Gran noche de rock and roll la que tuvimos la oportunidad de disfrutar gracias al buen hacer de Nikki Hill y su banda en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Con una muy buena entrada (algo más de 300 personas) que hizo contemplar un auditorio casi lleno, el combo estadounidense se presentó muy puntual al público murciano, que acogió a Nikki y a sus músicos con mucho cariño desde la primera nota.

Quizá un auditorio y sentados no es la mejor manera de disfrutar de un concierto de esta índole, pero con tal descarga de clase, potencia y actitud, el grupo juega a caballo ganador, así que no podía ser de otra manera: gran parte de la gente de pie desde el principio de la actuación (aunque al final sería la totalidad de los asistentes los que acabarían fuera de las butacas) y animando durante todo el concierto. Un público entregado y con razón, ya que si nos gustaron mucho sus actuaciones del año pasado, este año la cosa está mejor aún. La banda suena como un cañón, y esto se debe en gran parte a la inclusión del nuevo guitarra Robert Nesbit, que manteniéndose quizá en un plano más discreto, apoya a la perfección al carismático Matt Hill (inconmensurable en todo el concierto), dejándole más libertad musical y escénica si cabe y creando un sonido de guitarras muy musculoso. Charles Jones y Ed Strohsahl, batería y bajista respectivamente, aún siendo los más estáticos del grupo en escena, cumplen su papel a la perfección, conformando una base rítmica ruda y solvente. Nikki se presentó como siempre, cantando de lujo, con la simpatía que le caracteriza, (aunque no sea de hablar mucho por el micro), y conectando con el público de principio a fin. Sigue siendo un portento de voz y de frontwoman.

Sonaron canciones de sus dos discos editados hasta el momento, como la inicial Let me tell you about love, Ask yourself, Struttin o Mama wouldn´t like it. No hubo muchos momentos de descanso en esta descarga de adrenalina pura, pero éstos tuvieron su banda sonora en temas como And I wonder o I´m gonna love you, situadas en puntos estratégicos en los que no nos dimos apenas cuenta de que la banda había pisado un poco el freno. Nos sorprendieron con algunas versiones que no les habíamos escuchado antes: You can´t put your arms around a memory, del malogrado Johnny Thunders y la enérgica Sweet little rock and Roller del gran Chuck Berry. Pudimos escuchar también la habitual Twistin´ the night away, de Sam Cooke. Un setlist a prueba de bombas, aunque eché de menos ese cañonazo rockero de su segundo álbum llamado Hotshot y tampoco hubo final con versión de AC/DC esta vez, como nos tienen acostumbrados.

Una noche de rock con mayúsculas, con una banda sobresaliente y un público que mostró una entrega total. Nikki Hill y su banda se lo han ganado a pulso.


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