«No summer in the winter time / Will keep you warm / Like a funeral pyre / And nothing like an august night / Drenched in your loving / I got a dirty black summer»
Si nos fijamos en estas letras y solo nos hablan de que son de alguna banda de heavy metal, a muchos nos vendría a la cabeza el nombre de Black Sabbath y quizás pensáramos en discos como Masters of Reality o Sabbath Bloody Sabbath. Pero no estamos hablando de Iommi y los suyos, ni tenemos que echar la vista atrás hasta los 70´s. Si iniciáramos un viaje en el tiempo, habría que detenerse antes de esa década y hacer parada en 1992. Y no tocaría hablar de Ozzy y compañía, si no de Glenn Danzig y su banda. Y de su disco How The Gods Kill, a cuya canción Dirty Black Summer, uno de esos himnos del metal que sigue sonando a gloria casi 25 años después de su publicación, pertenece esa letra.
En 1992, Danzig, la banda, estaba en franco ascenso en cuanto a popularidad. Cada vez más fans compraban sus discos (hablamos de 1992 cuando los discos eran objetos que se compraban en tiendas y el concepto de “descarga digital” no era ni siquiera imaginable) y sus conciertos reunían cada vez más público. Un justo premio a una trayectoria que, desde los tiempos de The Misfits, había venido marcada por una evolución desde el punk rock de principios de los 80´s al heavy metal mas denso y oscuro de diez años más tarde.
Tras la disolución de Samhaim, Danzig le dio su nombre a su nueva banda, y para acompañarse reclutó a John Christ, Eeerie Von y Chuck Biscuits como compañeros de viaje. Tras publicar dos discos (en 1988 y 1990 respectivamente) llegaban a 1992 en una posición que si bien estaba lejos del estrellato, les había hecho acreedores de una merecida fama de banda íntegra, con un sonido propio y ajena a los vaivenes estilísticos tan propios de la industria musical. Su anterior disco, Danzig II-Lucifuge, había recibido críticas muy positivas casi unánimes y el público y la prensa mas volcada en el heavy metal comenzaban a tener a esta banda muy en cuenta.
Esa formación de Danzig fue irrepetible y por mas que Glenn lo siguió intentando en el futuro, nunca volvió a llegar a los niveles de su banda original. Solo había que ver aquellas fotos en las que más que músicos, parecían forajidos o siniestros enterradores sacados de algún western. Entre 1990 y 1992 el mundo del rock había experimentado notables cambios. Y la publicación de Danzig III – How The Gods Kill llegaba en un momento en que Metallica y Guns´n´Roses rivalizaban en grandilocuencia con sus mastodónticas giras, mientras que el grunge pisaba fuerte y bandas como Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden, prácticamente desconocidas dos años atrás, vendían millones de discos protagonizando conciertos cada vez mas multitudinarios. Y en medio de todo ello, Danzig y los suyos daban forma a uno de los grandes títulos de aquel inolvidable periodo. Una obra destinada a durar y perdurar.
De cara a How The Gods Kill, Glenn no hizo grandes cambios, volvió a trabajar con Rick Rubin como productor (pese a que años mas tarde acusó a Rubin simplemente de figurar y reclamó la producción de sus discos para el sello del barbudo como propia) y con la misma banda que grabara Danzig I y Danzig II – Lucifuge. Además de ello, a nivel musical tampoco hubo grandes cambios y el malencarado cantante en ningún momento pensó en seguir corriente musical alguna ni subirse al carro de ninguna moda. Se limitó a seguir su propio camino y le dio a su música un tono mas barroco y sombrío. Un tono que ya se puede percibir en la portada, una pequeña variación de la obra Meister and Margeritha de H.R.Giger realizada por el mismo autor. Una portada grisácea, áspera y desde luego poco dada a preciosismos. Pero muy gráfica y que nos da una idea muy clara de lo que nos vamos a encontrar.
Un disco que se inicia con una pieza como Godless, con sus cambios de ritmo y su compleja estructura, puede ser calificado de muchas maneras, pero en ningún caso podrá ser catalogado como fácil o accesible. El inicio, con un poderoso riff, da paso a una parte casi doom y a un Danzig que canta como salido de ultratumba para posteriormente acelerar el ritmo, y seguir con varios cambios durante los casi siete minutos del tema. Una canción extremadamente poderosa pero en ningún caso, comercial o tarareable. Y no será la única. A lo largo del disco habrá mas canciones con estructuras complejas y con violentos cambios de la calma a la tempestad y viceversa. No hay que olvidarse de que hablamos de un disco de heavy metal. No, no voy a tratar de matizar ni de escoger rebuscadas definiciones. Es un disco de heavy metal puro y duro en el que las concesiones de cara a la galería no existen.
¿Canciones destacadas además de esa poderosa Godless? A patadas. De hecho, los diez temas que componen el disco se encuentran entre lo mas inspirado que ha compuesto Glenn en toda su carrera. La canción que da título al disco es otra de esas obras maestras difíciles de olvidar con esas partes mas lentas en las que el propio Danzig canta como Jim Morrison. Dirty Black Summer es un tema 100% Sabbath que posteriormente nunca faltaría en el repertorio de la banda. Bodies o Left Hand Black son temas mas rápidos, ideales para que suenen a volumen 11 mientras se hace headbanging. Heart of The Devil, es, para mi gusto, otra de las canciones estrella del disco, con esa espectacular intro de Glenn a capella y un sonido que nos vuelve a traer a la cabeza a Iommi y los suyos. Pero es sin duda Sistinas la canción que más destacaría de este How The Gods Kill. Por diferenciarse radicalmente del resto del disco y por servir de ejemplo de que el ex Misfit no era un músico de heavy metal más. Como músico y compositor, en aquel lejano 1992, no se ceñía a parámetros demasiado estrictos y siempre experimentaba mas allá de géneros y estructuras preconcebidas. Ya había grabado para la banda sonora de la película Less Than Zero un tema (You and Me) en plan crooner con orquesta. Y en Lucifuge figuraba el tierno (y buenísimo) Blood and Tears. Es en Sistinas en donde quizás alcanza su cima como cantante melódico, en una canción que perfectamente podría haber figurado en el repertorio de un Roy Orbison o de un Chris Isaak. Un temazo melódico radicalmente opuesto en cuanto a sonido al resto de canciones del disco, pero que por otra parte no deja de mantener un cierto tono tenebroso que hace que no solo no desentone, sino que sea la guinda de un muy sabroso pastel.
Diez canciones y cincuenta minutos de música aprovechables al 100% y que han superado con creces la prueba del tiempo. De hecho, hay discos posteriores de Danzig que suenan un tanto caducos ya, en mi opinión, mientras que este sigue sonando como si se hubiese publicado ayer. Un disco con vocación de clásico, en el que toda la banda da lo mejor de sí misma. Si hubiera de detenerme en algo en especial sería en el trabajo de John Christ a la guitarra. En todos los discos de la banda realizó un trabajo buenísimo, pero en el que nos ocupa, es realmente espectacular. Un auténtico amo y señor de los riffs que sabe combinar a la perfección la distorsión y la más suave melodía, creando una atmósfera crepuscular impagable. Sonido de la vieja escuela siempre efectivo y que le va como un guante a unas canciones cuya fuerza reside precisamente en esa atmósfera. No desmerecería en ningún caso la labor de Eeerie Von y Chuck Biscuits en la sección rítmica (demoledora), que definen a la perfección, en mi opinión, cómo ha de ser el sonido de bajo/batería en el metal. Sin afán de protagonismo, pero, a la vez, aportando una pegada y una contundencia innegables. Todo ello, por supuesto, al servicio de la garganta de un Glenn Danzig mas en forma que nunca.
Tras la publicación del disco, la banda inició una gira y alcanzó su mayor momento de fama con una versión de su canción Mother en directo, correspondiente a un EP publicado en medio de dicha gira. La formación original continuó unida algún tiempo más, y llegó a grabar el mencionado EP (Thrall: demonsweatlive) y otro brillante disco (Danzig 4). Pero en 1995 todo saltó por los aires y Glenn inició un camino a ninguna parte del que yo diría que aún no ha retornado. Convertido por momentos en una caricatura de sí mismo, continúa en activo pero muy lejos de lo que fue, al menos en opinión de este humilde cronista. Pero de eso ya hablaremos en otro momento. Hoy toca recordar el momento en el que esta banda elevó el heavy metal a la categoría de arte mediante un trabajo que disfrutamos en 1992, lo hacemos en 2016 y lo continuaremos haciendo dentro de 25 años.
» Show me…..How The Gods Kill!!! «
Tracklist:
Godless
Anything
Bodies
How the Gods Kill
Dirty Black Summer
Left Hand Black
Heart of The Devil
Sistinas
Do You Wear The Mark
When The Diying Calls