Es difícil encarar la historia y la trayectoria de una banda como Whitesnake. Con 40 años de carrera a sus espaldas, hay un nombre sobre el cual pivota toda, absolutamente toda la historia de la banda. Ese nombre es, lógicamente, David Coverdale. Pero, pese a que él es, fue y será Whitesnake, el grupo en un pasado ya lejano, fue algo mas que Coverdale.
En pleno 2017, pensar en la etapa mas clásica del grupo evoca no solo un sonido sino también el recuerdo de una época que, para bien o para mal, ha quedado en el pasado. No han pasado tantos años, pero por momentos, parece que hayan pasado siglos, la verdad. Que la evolución de la sociedad y de la industria musical haya sido positiva o no, es opinable y no es objeto de estudio en Diablorock en este momento. Pero creo que no es discutible que la actitud del Coverdale de 1980, sería hoy seriamente censurada en ciertos círculos con acusaciones de sexismo, chabacanería y a saber de cuantas cosas más. Sus alusiones sexuales y su indisimulada actitud de estrella, su melena grasienta y sus poses usando el pie de micro a modo de exaltación de su virilidad, con poca lírica y mucha arrogancia, lograrían que miles de fans le veneraran en los años 80 y que la posterior generación grunge lo detestara y casi, casi, lo desterrara. La corrección política le ganó la batalla al bueno de David, pero su legado no podrá ser borrado. Y desde luego, no ha sido superado y muy pocas veces igualado.
Por otra parte, hablar de Whitesnake genera siempre el inevitable debate en torno a 1987. ¿Por qué ese año y no otro? Pues es el año en el que se produjo el salto al superestrellato del grupo. Al Olimpo de los Bon Jovi y compañía. Videoclips, giras de grandes recintos, presencia en todos los medios de comunicación, hasta rozar la saturación, etc. Y con ello, la casi inevitable división de opiniones. Que si tenían derecho a cambiar, que si comercialidad y calidad podían ir de la mano, que si se habían vendido, etc. Un debate eterno que aún sigue vigente hoy en día y que se activa como si existiera un invisible resorte cada vez que en una conversación alguien pronuncia el nombre de la banda. No tiene demasiado sentido tratar de ponerse de acuerdo ya que cada cual tiene sus etapas favoritas. Pero hay un acuerdo casi unánime en que ese fue el momento en el que hubo un más que evidente cambio. Para mejor o para peor, pero un gran cambio.
Desde hace años, el cantante mantiene a la banda con intermitencia pero se limita rodearse de empleados, que cumplen con su papel, pero que no dejan de ser meros trabajadores al servicio de una marca, desprovistos de cualquier tipo de iniciativa o liderazgo. Pero esto no siempre fue así. Mucho antes de los vídeos en MTV, de las melenas teñidas de rubio, del pelo cardado y de la “americanización” del grupo, hubo unos Whitesnake donde Coverdale era ya el amo y señor, pero se hacía acompañar de músicos con entidad propia, trayectoria contrastada y que podían mirar de tú a tú al cantante. De esa época hablaremos aquí, y en otras dos próximas entregas. Damas y caballeros, iniciemos un viaje en el que nos acompañarán nombre como John Lord, Ian Paice, Micky Moody o Bernie Marsden entre otros. Pero empecemos sin mas preámbulos. ¿Que os parece si lo hacemos en 1976?
Hace 41 años atrás, unos Deep Purple agonizantes como banda, daban sus últimos conciertos tras una caótica gira en la que los escasos momentos brillantes se alternaron con todo tipo de incidentes. En la banda reinaba el mal ambiente y nadie tenía ganas de prolongar su andadura. Tras la huída de Blackmore, el grupo se rompió en mil pedazos y aunque trataron de salir adelante, con Tommy Bolin como sustituto del huraño guitarrista, no fue posible. Y finalmente, los últimos conciertos se dieron entre una caótica lucha de egos y con unos músicos cuya cabeza estaba mas pendiente de sus proyectos en solitario que de progresar como banda. David Coverdale quizás fuese quien mas creía en Purple, pero terminó tirando la toalla, ante la indiferencia de Ian Paice y John Lord que estaban un tanto quemados, la rivalidad con un Glenn Hughes crecidísimo y la errática actitud de un Tommy Bolin tan brillante en lo musical como inestable en lo personal.
Tras la disolución de la banda, el frontman, lejos de abatirse o venirse abajo, no perdió el tiempo y pronto se puso manos a la obra para comenzar una carrera en solitario. Tras la experiencia púrpura, sacó muchas cosas en claro, destacando una. A partir de ese momento, ya no estaría mas al servicio de nadie. Sería él y solo él quien tomaría las decisiones musicales y no musicales de su carrera. Así, en 1976 David retoma el contacto con un viejo colega de sus días pre-Purple, Micky Moody y se dispone a grabar su primer disco en solitario. A Moody le acompañarían Tim Hinckley a los teclados, De Lisle Harper al bajo y el reputado sesionista Simon Phillips en la batería. Además de ello, reúne una pequeña sección de vientos y un trío de coristas. Se encierra en agosto en los estudios de Kingsway para grabar las bases y durante la primera semana de septiembre graba las voces en los estudios Musicland alemanes. Como productor, ejerció Roger Glover, ex bajista de Deep Purple que había sido expulsado por Blackmore, el mentor de David. La Púrpura será mencionada a menudo y su sombra se cernirá sobre la Serpiente en muchas ocasiones.
El disco, titulado proféticamente Whitesnake, es un buen trabajo aunque aún no muestra todo el potencial del cantante, que compone cinco de los nueve temas en solitario, firmando el resto a medias con Moody. Se podría decir que es el trabajo mas soulero de toda la carrera de Coverdale. Muy influenciado por el sonido de bandas como Free o Humble Pie, destacan canciones como Lady o ese Goldies Place que podría haber sido firmado perfectamente por Stevie Wonder. Sunny es una canción que suena a bandas como Faces y que podría haber dado mucho juego de haber sido promocionada adecuadamente. Entre los temas lentos, destacaba Blindman, que es quizás lo mas parecido en cuanto a sonido a lo que años después Whitesnake como banda nos ofrecería durante una larga etapa. La canción que cerraba el disco era un tema funk y era el tipo de canción que a David y Glenn Hughes les encantaba en la etapa final de Purple. Y que un tipo como Blackmore detestaba. No se trata ni mucho menos de un mal disco. De hecho es un disco bastante bueno y disfrutable, pero es inevitable no sentir esa sensación de banda de bar, divertida y con buenas canciones pero algo falta de pegada. Y sobre todo, que pese a ser disfrutable, es a la vez, prescindible.
Pero nuestro protagonista no erá quien de rendirse ante las primera dificultades y poco después de publicar su disco, y pese a no lograr el ansiado éxito, volvía al estudio con ocho nuevas canciones bajo el brazo. La sección rítmica es diferente pero continúan a su lado Micky Moody y el teclista Tim Hinckley. Asimismo, la producción vuelve a correr a cargo de Glover. El disco se publicó en 1978 bajo el título de Northwinds y representó un paso adelante para mi gusto.
En realidad no se apartaba demasiado en cuestión de estilo de su antecesor, pero escuchamos a Coverdale mas aplomado. Como si cantase con mas fuerza y confianza en sí mismo. Además, el nivel de las composiciones es superior. No creo que nadie pueda ponerle peros a canciones como la que da título al álbum, una gran balada con aire soul. O a un tema como Breakdown en la que ya vemos a un Coverdale aullando como solo él sabía hacerlo, y que podría haber sido incluído en discos posteriores como Trouble o Saints & Sinners sin problema. Seguían siendo evidentes las influencias soul y rythm & blues en canciones como Keep on Giving Me Love (en las que cabe decir a modo de curiosidad que el mismísimo Lee Brilleaux toca la armónica) o Give Me Kindness y por momentos, parecía que el frontman quería orientar orientar su carrera hacia la música negra pura y dura.
El disco vió la luz y pese a no resultar un éxito clamoroso, si que superó en ventas a su anterior trabajo. Y a diferencia del año anterior, David, en esta ocasión, salió de gira a presentarlo, lo que hizo que su presencia en prensa y radio fuera mayor. De todos modos, se pueden considerar estos dos discos como embrionarios. Una especie de boceto de lo que vendría después. Pese a ello, cualquier fan de Whitesnake o de los Purple de Bolin (hay mucho del sonido de Come Taste The Band en ellos) los apreciarán y no deberían de pasarlos por alto. En el año 2000, ambos trabajos fueron objeto de una excelente reedición en un doble CD publicado por Purple Records, con temas extras y un completo libreto con notas de Simon Robinson. Y 1978 es cuando tienen lugar dos hechos clave en esta historia. El primero es la decisión de publicar el siguiente trabajo bajo el nombre de David Coverdale´s Whitesnake, dando a entender que el cantante pretende crear una banda estable con la que grabar y girar. El segundo es que hace acto de presencia un nombre clave en la trayectoria de la Serpiente. Hablamos por supuesto de Bernie Marsden que se incorpora al grupo y que durante años formó junto a Mickey Moody un tándem difícil de superar. Su incorporación hizo que el sonido de la banda cambiara. Los vientos y el funk, irían reduciendo su presencia en el sonido y la crudeza, el boogie y el tono mas blues irían cobrando cada vez mas protagonismo.
Con ánimo de cambios, Coverdale reforma la banda y además de Marsden, se incorpora a la formación otro músico que será muy importante desde ese momento. Es el bajista Neil Murray que se asentará como miembro del grupo durante los años siguientes, participando en la grabación de muchos de trabajos tan afamados como Love Hunter, Trouble o Saints & Sinners. Pero no adelantemos acontecimientos y volvamos a 1978. Con una formación de dos guitarristas, ve la luz en Gran Bretaña y Europa el EP de 4 canciones Snakebite, grabado en Londres y que supone la primera colaboración de la banda con el productor Martin Birch. Además de Moody, Marsden y Murray, participan Dave Dowle a la batería y Peter Solley como teclista, perfilándose el formato de sexteto, con piano y sin vientos, que sería el que se mantendría en los años venideros. Y desde el primera nota, ya es fácil observar que poco tienen que ver estas canciones con el sonido de los anteriores discos de David en solitario. Come On, Bloody Mary y Steal Away son tres temazos blues rock con algún ramalazo hard que suenan crudos y sin aditivos y en los que, ahora si, Coverdale aprovechaba todo su potencial y rugía con toda la fuerza de la que es capaz. Para redondear la jugada, se incluyó una estupenda versión de Ain´t No Love In The Heart of The City de Bobby “Blue” Bland, que a partir de ese momento sería un fijo en el repertorio. El EP fue bastante exitoso y para tratar de aprovechar el tirón, a los pocos meses de su publicación, se reeditó, con la adición de cuatro temas de Northwinds, para así, con ocho canciones en total, venderlo con formato LP. En Estados Unidos no se llegó a publicar hasta que años después fue puesto a la venta en formato CD.
Y ya en plena inercia, David trata de aprovechar su pequeño pero creciente nivel de popularidad, entrando de nuevo en el estudio en verano de 1978. Aunque la fama y el estrellato aún no habían llegado la banda estaba en racha y eran prolíficos a nivel compositivo. O sea que, por qué no seguir grabando canciones en vista de que fluían sin cesar? A la vista estaba la aparición de Trouble, ya bajo el nombre únicamente de Whitesnake y la incorporación a la banda de un personaje que haría, con su presencia que todo cambiara. Damas y caballeros, entra en escena Mr. John Lord. Pero de él y de los años en los que formó parte de la banda, hablaremos dentro de unas semanas.