Madrid, Sala Riviera. 7 de marzo de 2017.
Promotora: LiveNation / Mercury Wheels.
Artista invitado: Biters.
Crónica por Francis Sarabia.
Fotos: Blackberry Smoke / Thomas Schlein / Francis Sarabia.
Muy buena la entrada que registró La Riviera (casi se completó el aforo un martes) para ver a Blackberry Smoke, la banda número uno del rock sureño en la actualidad. Esto es algo que se han ganado a base de entrega y trabajo, gracias a un puñado de buenos discos y a unas interminables giras que están recibiendo elogios por allá donde pasan. Y en esta ocasión no iba a ser menos.
Biters fueron los encargados de abrir la velada, mezclando hard rock con cortes algo más punk y llegando incluso a momentos con melodías pop. Con una cuidada imagen y un Tuk Smith (voz principal y guitarra) sobrado de actitud, convencieron a la gran mayoría del público, pero estoy convencido de que sería mucho mejor verles en el futuro en un concierto propio, sin ir de teloneros, donde puedan desplegar su armamento en todo su esplendor.
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Biters
Tras el cambio de escenario, Charile Starr y los suyos no tardaron demasiado en aparecer para comenzar con Fire in the hole (igual que hicieron el pasado verano en su última visita española al Azkena Rock Festival). El grupo transmite la impresión de banda grande, consolidada, imponente, tocando con una seguridad pasmosa y sonando con mucha fuerza, a pesar de que en las primeras canciones el sonido no fue todo lo bueno que debiera. Continuaron con Six ways to Sunday y Let me help you find the door, y con esos dos hits ya se metieron a la gente en el bolsillo para el resto de la noche.
Charlie Starr es quien lleva el peso musical del grupo y el que da la cara al público durante toda la actuación, permaneciendo el resto de componentes más estáticos y casi en un segundo plano escénicamente. Después de Good one comin´on y Workin´ for a workin’ man, llega el momento más duro de la noche cuando atacan con Waiting for the thunder, tema con el que presentaron su último disco y en el que el solo central de hammond y guitarra sonó realmente atronador. La banda siguió haciendo de las suyas con ese tema con influencia honky tonk que es Let it burn, con el que es imposible quedarse quieto un momento. Suenan bastante más duros que en estudio, algo que se agradece en directo y que dota al grupo de un empaque y una contundencia que no habíamos visto antes. Tras la fiestera Sanctified dieron paso al primer tema lento de la noche, y que daba título a uno de sus mejores discos; era el turno de The whipoorwill. El combo improvisa, baja y sube de intensidad a su antojo, juegan musicalmente entre ellos, hacen jams e intercalan piezas de otros artistas en sus propias canciones, lo que dota al show de un gran dinamismo. Pudimos escuchar retales de Your time is gonna come, Black dog y Hey hey what can I do (esta última completa) de Led Zeppelin, lo que no deja lugar a dudas del buen gusto musical de los de Atlanta.
Tras la bailona Believe you me y la presentación de toda la banda, el bajista Richard Turner da paso a Up in smoke, una de las canciones más celebradas del concierto. Ain´t got the blues, como es costumbre, puso a cantar a toda la sala, y One horse town se llevó la ovación de la noche. Volvieron para unos bises con Sunrise in Texas y Ain´t much left of me, en el que intercalaron el estribillo de Three little birds de Bob Marley y se despidieron de manera triunfal de un público al que hicieron disfrutar mucho, muchísimo, algo que parece ser que está ocurriendo igual en todas las fechas de la gira.
El ascenso al olimpo del rock por parte de Blackberry Smoke es lento pero seguro, y de seguir así, pronto los veremos en las portadas de las principales magacines musicales y disfrutando de un éxito más masivo aún que sin duda merecen. Uno de los conciertos del año.
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