Texto por Rafa Diablorock.
Sello: Roadrunner/Nuclear Blast (Vinilo)
La primera vez que escuché este disco fue siendo casi un neófito en el mundo del black metal. Ya era seguidor de Satyricon desde hace tiempo, especialmente de sus tres trabajos previos (lo cual me convierte para muchos en blacker de pacotilla), trabajos que por encima de etiquetas hacen del riff su mayor sustento. El caso es que esperaba un nuevo y directo latigazo, como lo fue su anterior disco The Age of Nero (2008), algo que no pude encontrar en este disco homónimo que nos ocupa. Si en algo son perpetuos los noruegos es en hacer lo que les da la gana, por encima de modas y tendencias. Han pasado casi cuatro años de la publicación de este octavo trabajo de Satyricon y sigo afirmando que está entre sus discos más relevantes; para los más viejos true black-metal fans posiblemente sea el disco más entendible de su etapa post-90’s, y para sus muchos nuevos seguidores quizá el que más tardó en entenderse. Si Satyr y Frost ya podían presumir de un legado y una influencia gigantesca firmando alguno de los pilares básicos del género, su última entrega hasta la fecha es una ambiciosa obra de nutridos y múltiples elementos, algunos básicos del black metal noruego, sumados a nuevos trucos de verdadera magia negra. Dejando a un lado el protagonismo del riff de sus anteriores trabajos, Satyricon apagan aún más la luz para embaucarnos de una manera más delicada y triste, con cierta belleza otoñal, pero siempre con su envenenada esencia violenta. Este es su disco menos inmediato en décadas, en el que nos dan absenta en dosis pequeñas a lo largo de todo su recorrido hasta hacernos caer rendidos. Contiene fabulosas guitarras a pesar de su aparente sencillez, delicados fraseos y progresiones, sutiles pausas entre afilados y violentos azotes sonoros. 8 piezas verdaderamente inspiradas entre dos imponentes cortes instrumentales a modo de apertura y cierre. Personalmente este disco me parece un tesoro de los que se reservan para ocasiones especiales, un disco misterioso al que me asomo regularmente. Una obra escalofriante en la que todo tiene un significado, y cada nota consigue evocar una imagen o un lugar; agresividad, atmósferas, rabia, tensión, oscuridad… Un disco triste, profundo, con una producción artesanal hecha por la banda en su propia casa. Un disco donde lo que importa son las canciones, y donde hay himnos solemnes como Phoenix, o genialidades del calibre de The Infinity of Time and Space, un tema conmovedor con el que conecto especialmente. En noviembre de 2013 la banda visitó Madrid y Barcelona para presentarlo, cita que no quise perderme y que conservaré en mi memoria como uno de los conciertos de mi vida, en el que me fundieron por la manera en que interpretaron el material que presentaban. En aquellos tiempos comenté que este disco homónimo sería un trabajo que se entendería mejor con el paso del tiempo, un disco de escondida grandeza que acabaría siendo descubierta; algo que quizá no terminó sucediendo. Pero en un una cosa no me equivoqué, Satyricon es un disco irrepetible.
Satyricon son:
Satyr: Voz, Guitarras, Teclados, Bajo, Percusión, Letras, Producción, Mezclas.
Frost: Batería.
Invitados:
Gildas Le Pape Guitarra, Bajo (adicional).
Sivert Høyem Voz (track 5).
Kjetil Bjerkestrand y Erik Ljunggren : Teclados adicionales.
Karl Oluf Wennerberg Percusión (track 5).
Sune Eriksen Fotografía.
Fredrik Melby Portada.
01. Voice Of Shadows
02. Tro og Kraft
03. Our World, It Rumbles Tonight
04. Nocturnal Flare
05. Phoenix
06. Walker Upon The Wind
07. Nekrohaven
08. Ageless Northern Spirit
09. The Infinity Of Time And Space
10. Natt
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