Por Rafa Diablorock.


Nostalgia, posiblemente lo que muchos sentirán por el debut de Coal Chamber, pero ¿desde cuándo no lo escuchas? Pocas razones tuvimos todos estos años para querer rescatarlo, la banda de Los Angeles desapareció poco después de la edición de su tercer disco en 2002, siendo completamente olvidada para regresar tímidamente sin pena ni gloria en 2015. Si estás entre los que quemamos su disco debut cientos de veces en los 90’s tienes ahora la excusa perfecta para recuperarlo, el debut homónimo de Dez Fafara y compañía ya ha cumplido 20 años, y quizá cuando lo vuelvas a escuchar te parezca mejor de lo que lo recordabas.

El paso del tiempo y la muerte del género jugó en contra de nuestra percepción de Coal Chamber, banda prototípica del Nu-Metal con el sambenito perpetuo de clon sin personalidad, algo injusto si nos adentramos en sus orígenes. Pese a que el estilo que practicaban sonaba muy parecido a lo que ya habían explotado KoRn en 1994 y 1996, Coal Chamber nació prácticamente a la vez que la banda de Jonathan Davis, concretamente en 1994, junto a un circuito de bandas de metal moderno que debutarían discograficamente entre 1996 y 1997, justo tras el éxito de Deftones y KoRn, pero que ya grababan demos y tocaban por pequeñas salas de Estados Unidos, especialmente en Los Angeles. «La gente nos llama copias de Korn, pero en Los Angeles ya sonaban así muchas bandas antes de que KoRn editasen su primer disco«, palabras de Dez Fafara defendiéndose de las acusaciones de ser una banda clónica. De hecho, Dino Cazares fue quien, sorprendido por la primera demo de Coal Chamber de 1994, intercedió (a igual que hizo con Korn, a quienes acusó de robarles el sonido de guitarra) para que Monte Conner, rey midas de Roadrunner (hoy en Nuclear Blast) los fichara. Tenían más de una docena de temas para escoger, con varios hits que en sus directos ya funcionaban formidablemente, Loco, Sway, Big Truck, pero su debut se retrasó hasta 1997 debido a un errático y caprichoso Dez Fafara, quien entra y sale de la banda en varias ocasiones en un periodo lleno de depresiones, a la vez que atendía su oficio de peluquero. Cuando se editó el debut del cuarteto la banda ya había tocado con Human Waste Project, Snot, System of a Down, Static-X, Sepultura… y hasta Neurosis o Slayer, ya que en un principio las bandas de Nu-Metal no sabían donde ser encajadas, encontrando posteriormente su territorio en los tours Ozzfest y Family Values.

La presentación de Coal Chamber no pudo llamar más la atención, con una imagen impactante y un primer vídeo tan llamativo como el de Loco. El disco sonaba como un trueno gracias a la formidable producción a cargo de Joy Gordon, con la ayuda en la mezcla de Amir Derakh, guitarrista de Orgy y a quien dedican el corte «Amir of the Desert«. De manera que Coal Chamber fueron recibidos con los brazos abiertos por un público sediento de ese sonido moderno y enfermo heredero de bandas groove metal de primeros de los 90, y que Korn, Sepultura, Fear Factory o Deftones empezaban a poner de moda. Además, la banda poseía valores diferenciadores a la propuesta, la voz de Dez Fafara combinaba un registro gutural muy reconocible junto a un peculiar matiz melódico; y sobre todo la banda poseía un carisma «caricaturesco» llevado explosivamente a escena. Con varios hits que eran auténticos bombazos en directo Coal Chamber hicieron un agitador tour de 18 meses que, junto al video de «Loco» todo el día en la MTV, les llevó a rozar el disco de oro.

Pese a la gran cantidad de fans que empezaban a conseguir, la banda fue incesantemente acusada por su falta de personalidad, tanto, que acabó marcando el devenir de su carrera al condicionar un acusado e inoportuno giro estilístico en su posterior trabajo, Music Chamber (1999), pero eso es ya otra historia. Con una producción que ya quisieran tener la mayoría de los discos que se editan ahora, 20 años después, la banda de Los Angeles me suena auténtica, oscura y entretenida; pese a mostrar algún «deje» propio de la época que nos tomaremos con el debido cariño. Bradley, Oddity, o Pig me resultan 100% disfrutables, y con un Mike «Bug» Cox siempre brillante a la batería (con una soltura y estilo muy similar al de Brad Wilk o Mike Bordin), máximo impulsor de los riffs que salían de la guitarra de Meegs. Pese a sus carencias, y su personalidad siempre en entredicho, yo escucho este Coal Chamber y no creo que haya envejecido nada mal, siendo además un disco que objetivamente ha de colocarse entre los más representativos de su género.