Texto por David Mat.


Salió el 8 de abril de 1977, seis meses antes del Nevermind The Bollocks sexpistoliano, y, tanto crítica como público, lo recibió con los brazos abiertos. Fue un soplo de aire fresco en una Gran Bretaña que se encontraba con la amenaza del acechante régimen thatcheriano, que pretendía azotar aún más a los estratos más desfavorecidos de la sociedad británica. Se avecinaban políticas que promovían la desigualdad social, represión y condiciones laborales precarias; lo que se tradujo en descontento, rabia y frustración de las clases obreras. Ante tal escenario, y también espoleados por la incipiente revolución punk neoyorquina, no es de extrañar que los hijos de la miseria y la desidia se organizaran y crearan un medio para vomitar su indignación que, al mismo tiempo, serviría perfectamente de crónica de un lugar y un tiempo concretos.

De esta manera, de las cenizas de London SS y The 101’ers, cuatro ratas londinenses unieron sus talentos para denunciar la situación sociopolítica a través del rock más combativo y, de paso, rivalizar amistosamente con Sex Pistols. Se trataba de Joe Strummer (guitarra y voz), Mick Jones (guitarra), Paul Simonon (bajo) y Terry Chimes (batería). Éste último decidió abandonar el grupo antes de publicar el primer disco, aunque fue convencido para grabar algunas partes de batería; otras las grabaría su sustituto Nicky Headon. Como curiosidad, Keith Levene también fue miembro fundador de la banda aunque, al igual que Terry Chimes, decidió dar por zanjada su aventura con The Clash antes de la edición del primer disco para poner su guitarra al servicio del, por aquél entonces, ex-vocalista de Sex Pistols John Lydon y sus Public Image Ltd. El artwork del disco es un claro reflejo del contenido del mismo: una foto con los bordes carcomidos en un blanco y negro muy contrastado de Joe, Mick y Paul en un estrecho callejón, y otra instantánea de una carga policial en la contraportada. Con Mickey Foote tras los controles produciendo la mayoría de los cortes incluidos en este disco, The Clash publicó hace la friolera de 40 años uno de los discos más influyentes del punk rock.

Desde el mismo momento que la aguja roza el vinilo, nos asaltan cuatro músicos hambrientos, asaltando los sentidos, con una música urgente y vibrante sin delicadezas ni sutilezas: puro rock’n’roll sin contemplaciones, de riffs marcados, ritmos galopantes y estribillos pegadizos. Ese rock’n’roll universal, que bebe de los clásicos de los 50, y que, por lo tanto, puede gustar tanto a rockabillys, punks y hard rockers, siempre y cuando no tengan problemas con las letras claramente inclinadas hacia la izquierda. Rock combativo de alto voltaje y alta mala leche, como es «Clash City Rockers» con ese sonido un tanto primitivo y maquetero, «White Riot«, «Janie Jones«, «I’m So Bored With The U.S.A.» o la estupenda versión de The Crickets «I Fought The Law«. Las guitarras de Mick Jones y Joe Strummer son capaces de lijar los tímpanos cuando es necesario. También son capaces de quitar el pie del acelerador, incluir aires reggae y dar más protagonismo a la sección rítmica de Paul Simonon y Terry Chimes en cortes como «White Man In Hammersmith Palais» y «Police And Thieves«; género con el que seguirían experimentando durante su carrera, además de otros como el dance o el soul.

Quizás, el único inconveniente es que en este primer y homónimo disco no hay homogeneidad; más bien parece un recopilatorio de singles. Esto no es necesariamente malo, pues las dieciséis canciones que conforman el disco podrían funcionar exitosamente de manera independiente. Pero es que estamos hablando de un grupo punk rock, no de Pink Floyd. Lo que marca la diferencia es la inclusión de canciones con otras cadencias aparte del frenesí punk. En cuanto al mensaje, lamentablemente, las denuncias firmadas por el tándem Strummer/Jones parece que siguen vigentes hoy en día más que nunca, después de 40 años. En este caso, siempre es aconsejable tener a mano el primer disco de The Clash, sumergirse en él y escuchar el mensaje de estos cuatro insolentes jovenzuelos.