Crónica Roadburn Festival 2017
20, 21, 22 y 23 de abril.
Tilburg – Holanda
Fotos oficiales de Roadburn Festival, por Niels Vinck y Paul Verhagen.

Crónica por Por Manuel J. González.


Segunda de cuatro entregas de nuestra crónica del recientemente concluido Roadburn Festival 2017.

Ver crónica primera jornada aquí.


A pesar de la previsión del tiempo el día amanece más o menos despejado y sin lluvia, factor que por suerte nos acompañará durante todo el fin de semana. Eso sí, las temperaturas se antojan bastante bajas para los que nos desplazamos desde el agradable Mediterráneo. Tras una primera e improvisada jornada las recapitulaciones comienzan a aflorar: el sistema tokens de pago de comida y bebida es bastante abusivo. No hay duda de que su adquisición es cómoda, ya que existen decenas de expendedores, pero optamos por caminar dos calles fuera de la zona del festival donde puedes comer y beber de todo a precios algo más razonables. Se agradece la variedad y calidad de la oferta cervecera. Estando en Holanda, ¿quién quiere beber Grolsch? Otro hándicap del festival es el tema vasos de plástico: a diferencia de festivales como Desert Fest o Hellfest, no se utiliza el sistema de reciclaje de vasos, por lo que al final de la jornada una incómoda alfombra de plástico yace bajo tus pies. No es algo que quite el sueño, pero no te cabe en la cabeza que un país moderno como Holanda no funcione con el maravilloso sistema de los vasos de melamina. Tras recorrer algunas de las carísimas tiendas de vinilos de Tilburg nos encaminamos hacia un nuevo orgasmo existencial. Het Patronat nos regala otra experiencia única: los suizos Schammasch interpretando esa obra magna llamada “Triangle”. Su fórmula se asemeja bastante a la practicada por Behemoth en su necesario “The Satanist”. Prácticamente dos horas de concierto durante las cuales ejecutan de manera precisa las tres partes de tan interesante trabajo: ‘The Process of Dying”, ‘Metaflesh’ y ‘The Supernal Clear Light of the Void’. Cada detalle está milimétricamente calculado, y se agradecen las partes de saxo de la mano de M.A., y la sección rítmica extra a cargo de C.S.R., guitarra y voz. Como pega decir que ‘The Supernal’ se hace algo pesada en directo.

Schammasch:

Durante la actuación de los suizos los legendarios franceses Magma se atreven en el Main Stage con su clásico de 1973, “Mekanïk Destruktïv Kommandöh”. La banda de Christian Vander interpreta un krautrock operístico difícil de asimilar, pero que sin embargo en directo es 100% efectivo: una interpretación embriagadora sustentada por músicos de lujo [incluidos coristas] que embauca hasta al más escéptico.

Todavía sumidos en el éxtasis nos enfrentamos a dos de los mejores conciertos del fin de semana. Lo de los belgas Oathbreaker con “Rheia” es ciertamente inexplicable. Cuando arremeten con “Second Son of R.” convulsiono como si deseara desaparecer para siempre junto a la propia música. No doy crédito, y me enamoro de lo que Caro Tenghe es capaz de expresar a través de sus sutiles movimientos y su versátil voz. La mezcla perfecta entre Björk y Converge [dos formaciones que a priori no me seducen] se sustenta sobre unos musicazos de órdago. Lo que no consiguieran sus compañeros de sello, Deafheaven, a ellos les nace como el agua que emana de un torrente. Pureza, poesía y destrucción de cánones e ideas. Además, Oathbreaker pertenecen al colectivo Church of Ra, forjado por la banda Amenra, que defiende, entre otras cosas, una plena libertad artística. En el caso de Oathbreaker ese es el sentimiento que se enquista en tu mente y cuerpo: libertad.

Oathbreaker:

A continuación, dos tercios de la base rítmica de Melvins conquistan la asfixiante Green Room a base de frenéticos y exultantes ritmos. Jared y Coady, o sea Big Business, no necesitan presentación, y se han coronado como una de las mejores bandas underground de la escena actual. Se centran en su nueva obra maestra, “Command your Weather”, de la que rescatan su práctica totalidad, exceptuando “Popular Demand”. Jared conquista al público con su simpatía y carisma, mientras Coady demuestra cómo se toca la batería sin remilgos. El público enloquece cuando interpretan “Hands Up” de su mejor trabajo, “Here Come the Waterworks”, cerrando su actuación con la eclécticamente maravillosa “Horses”.

Big Business:

Lamentablemente, la ecualización de los graves y el exagerado volumen durante la actuación de la maravillosa Chelsea Wolfe en el Main Stage desfavorece considerablemente su actuación. Se centra en su último trabajo, “Abyss”, aunque también recurre a su previa obra, “Pain is Beauty”. Permanecemos en el Main Stage, donde Amenra, una de las bandas que como ‘curator del festival’ apadrina el polifacético John Baizley, amén de otras como Warning o Pillorian, nacidos de las cenizas de Agalloch, ofrecen una superlativa actuación. Los belgas, que arrastran una considerable legión de seguidores, gracias en parte a su liderazgo del colectivo Church of Ra, ponen la sala patas arriba. Su experimental mezcla de sludge, doom y hardcore, acompañada de su exquisito cuidado por los detalles, su puesta en escena, convierten ese extraño viaje de tempestades y calmas en irremediable adicción. Repasan sus tres trabajos más importantes en estudio, “Mass III”, “Mass IV” y “Mass V”, destacando, entre otras, la interpretación de la enorme “Nowena | 9.10, en la que se hacen acompañar del mítico Scott Kelly en las voces y John Baizley en la guitarra. Sin duda uno de los momentos épicos del festival.

Amenra:

Acto seguido nos adentramos en el mundo de Whores, banda que acompaña a Big Business en la nueva gira que están realizando por Europa y que cuando leáis estas líneas estará sacudiendo la piel de toro. El trío de noise rock de Atlanta no se anda con chiquitas, y su cantante, Christian Lembach, es todo actitud, aunque también algo de panza. Directos a la yugular arremeten presentando su último trabajo, “Gold”, un compendio de adrenalina, sudor y éxtasis visceral. Una gozada dejarte sacudir por temas como “Participation Trophy” o “I Am an Amateur at Everything”, rescatada de su EP “Clean”. 100% recomendables.

Whores:

Arriba el momento ansiado por muchos: John Baizley, padrino de Roadburn 2017 y líder de los indispensables Baroness, sube al escenario del Main Stage para ofrecer la que debería haber sido la actuación del fin de semana. Lo tienen todo: repertorio, profesionalidad, y una trayectoria tanto única como especial. Sin embargo, y a pesar de recuperar temas que hacía años que no tocaban, no logran volver a reinar como lo hicieran en su día. Es como si la tranquilidad de sus propias almas, o el sentirse acomodados, les hubieran arrebatado la habilidad de estremecer a otros. Curioso es que al final tan solo “Chlorine & Wine” es capaz de emocionarnos, cuando incluso rescatan, entre otras, “The Birthing”, de su obra magna, “Red Album”.

Baroness:

Het Patronat nos presenta ya entrada la noche a los ansiados y venerados Zeal & Ardor. “Devil is Fine” se coronó como mejor disco de 2016, y aunque sabíamos por las grabaciones de directo que la banda no defendía lo conseguido en dicho trabajo, las ganas de verles no nos las extirpaba nadie. Lamentablemente, Manuel Gagneux y los suyos sufrieron dos cortes en el sonido, hecho que les restó ímpetu y algo de actitud, por lo que su actuación no pudo ser rescatada. La banda de acompañamiento es correcta sin más, pero no destaca en ningún sentido; parece que los haya sacado de una escuela de música de New York. Se agradeció disfrutar en directo de uno de sus nuevos temas, “Don’t you Dare”, aunque la sensación fue que todavía le falta mucho por recorrer. Manuel es un tipo sensible, de gran voz, aunque con una imagen que se aleja considerablemente de lo que su propia música proyecta. Por un momento pensé que era como estar viendo a Terence Trent D’Arby en el cuerpo de Jean-Michel Basquiat. Eso sí, el cierre con el single “Devil is Fine” fue coreado por todos los allí congregados.

Zeal & Ardor:

Con una sensación agridulce en el cuerpo recibimos una de las actuaciones más ansiadas del festival: la de los parisinos Perturbator. Aunque debería decir James Kent y sus maquinitas. Desde hace meses nos enamoramos del disco “The Uncanny Valley”, un trabajo que nos lleva de vuelta a los 80s synthpoperos. De entrada uno puede pensar que se engaña a sí mismo, y que aquello poco o nada tiene que ver con la esencia del festival. Nada más lejos de la realidad. Perturbator debían estar allí, al igual que Carpenter Brut; dos caras de la misma moneda. Parapetado tras un cutre biombo retro futurista, James dirige su cuadro de mandos con estilo y osadía. Todos sabemos que son decenas de sonidos pregrabados, dato que deja de tener importancia cuando enloquecemos bailando al ritmo de “Venger”. Curiosamente, a nuestro lado observamos a un grupo de jovencitos que no entiende una mierda de lo que está sucediendo frente a sus narices, y a los viejunos agitando sus magullados cuerpos bajos las luces multicolores.

Perturbator:

Imposible olvidar la felicidad al sentirte arropado por tus mejores amigos bajo nubes de electrónica y sueños evocadores de nuestra más que excitante infancia. Broche perfecto para mi jornada preferida del festival, aunque todavía no estaba todo dicho…

 


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