Era su segundo disco pero todavía tenían 17 años. Era un trío de pollastres australianos con un éxito inesperado que apenas sabían manejar, pero bien clara tenían la música que querían hacer. Componían lo que escuchaban, resultando una fresca mezcla de Grunge, Helmet y King’s X; eso y luego simplemente dejarse llevar. Pasarlo bien sonando como ellos querían sin esconderse ni avergonzarse por nada. Una pena que rápido quisieran hacerse mayores, camuflar sus influencias, mutar e intentar encontrar un nuevo sonido… porque ya nada volvió a ser lo mismo. De su último disco como menores de edad rescatamos este temazo, Freak. Silverchair, tan efímeros como indispensables en la segunda mitad de los 90.