Sello: Mascot Records.
Crítica por Pablo Martyr.
Hace más o menos un mes que salió a la luz este trabajo de Ayreon, proyecto del multiinstrumentista holandés Arjen Lucassen, toca hacer el ejercicio de sintetizar las impresiones de una obra tan ambiciosa, un disco doble coral de casi noventa minutos. Para los que no conozcan al grupo, todos sus discos cuentan con multitud de voces y músicos, lo cual los hace interesantes y (al menos para mí) de difícil escucha en las primeras oídas. Esa sensación suele irse difuminando hasta desaparecer cuando las vueltas dadas al disco se incrementan.
Pese a que al señor Arjen no le gusta repetir vocalista en distintos discos, en este caso ha hecho una excepción y la mayoría son reincidentes. Viendo el elenco de cantantes, impresionante sin duda, incluso alguien que no conozca cómo suena el grupo puede hacerse una idea. Si uno junta a los cantantes de Dream Theater, Epica, Blind Guardian, Symphony X… no es para hacer metal industrial. Posiblemente la voz que más puede descuadrar sobre el «papel» es la de Tommy Rogers de Between the buried and me, pero cumple sobradamente su papel con esa característica voz cuasi fantasmal que logra cuando canta en limpio. Lo de «papel» viene que ni al pelo, pues cada voz interpreta a un personaje, como la mayoría de discos de la banda.
Volviendo al disco en términos generales, hablamos de un trabajo muy heavy para ser de Ayreon, pero que tiene una alternancia en todo el conjunto que lo hace irresistible una vez se le coge el ritmo. Como apunte, escuchad el primer tema, “The day that the world breaks down” y si no os emociona, quizá el disco no sea para vosotros. Es una canción en la que participan todos los cantantes y la más larga del disco, que resume bien lo que viene a continuación. Hay canciones psicóticas como “Everybody dies”, power/heavy de manual como “Run!, Apocalypse!, Run!” o lisérgicas como “Bay of dreams”. Como apreciación muy personal, me alegra que James Labrie cante poco, porque creo que en casos así se desluce, ya que cantar en partes lentas, cuasi narradas, no es su fuerte si lo pones a “competir” con otros. Pese a que a día de hoy es un tema polémico, me parece que el papel que hacen Floor y Simone es espectacular, teniendo en cuenta que no me gustan sus grupos, son dos cantantes como la copa de un pino y aquí lo demuestran.
Sin alargar la cosa más, es un disco extenso (para los tiempos que corren) pero que se hace corto, con una cantidad de estilos (prog, folk, power…) y mil maneras de ejecutarlos; con una cantidad de artistazos y una capacidad de meterse en la cabeza que asusta. Si encima os gustan los discos conceptuales y la ciencia ficción, lo disfrutaréis aún más. Una vez que uno se sumerge en la historia y ve el ritmo que llevan los temas, hipnotiza.