6 de junio de 2017. Un día que se podría calificar en principio de normal. Vale, sé que vivimos en un mundo turbulento en el que últimamente parece que cada día la tensión se eleva hasta cotas insospechadas. Pero no hay ninguna final deportiva de esas que deciden importantes títulos, ni se celebra ningún debate político de los que hacen temblar a un gobierno, ni parece que haya ningún súper evento de esos que congregue docenas o cientos de miles de personas en un mismo lugar. Pero por otra parte… ¿es realmente un día normal como otro cualquiera? Bien… depende de cómo se mire. Yo comienzo el día sabiendo que lo terminaré con un concierto de Marc Ford and The Neptune Blues Club.
Poca gente es consciente, creo yo, de la importancia de la visita de alguien como Marc Ford. En los últimos años, todo tipo de artistas se han lanzado a la carretera y se suceden giras sin descanso, lo que hace que algunas pasen ciertamente desapercibidas. Y la de Ford, por lo que se ve, es una de ellas. Y es algo que me parece increible. El disco de Burning Tree, Southern Harmony & Musical Companion, Amorica, Three Snakes & One Charm con The Black Crowes, o una discografía en solitario plagada de grandes momentos, conforman un brillantísimo currículum del que creo que es uno de los músicos mas importantes de los últimos 25 años.
Es cierto que su relación con el éxito ha sido complicada. Su relación con los hermanos Robinson ha marcado su trayectoria; y en el pasado nos visitó en condiciones que distaban de ser buenas. Todos recordamos la expectación que había levantado su gira junto a The Steepwater Band en 2010 y el fiasco que resultó ser con un Ford perdidísimo y en un estado bastante deplorable que no estuvo, ni mucho menos, a la altura. Pero en 2017, parece que es una hombre nuevo. Ha hecho las paces con Rich Robinson y forma parte, junto a él y a algún que otro ex-Crowe de la banda The Magpie Salute. Además, ha resucitado a The Neptune Blues Club, banda junto a la cual realiza esta gira (ojo a su disco homónimo de 2008, canela en rama).
La gira española, que se iniciaba una semana atrás, había comenzado con mal pié. Dos días antes de la primera fecha, Mike Malone, teclista y armonicista del grupo, sufría una aparatosa caída que le causaba una lesión que le imposibilitaba subirse al escenario. Una mala noticia que, sin embargo no hizo cambiar los planes de Ford que rápidamente anunció que los conciertos serían en formato trío. Además de este desgraciado accidente, Marc ha tenido que lidiar con más obstáculos. Su fecha de Bilbao coincidía con el concierto de, nada más y nada menos, que Guns´N´Roses y en Zaragoza coincidían la misma fecha, a la misma hora y a poca distancia, con Mark Lanegan.
No había sin embargo en Vigo competencia posible. Solo había una opción musical válida esa noche. Y, con esto en mente, nos personamos en la sala La Iguana dispuestos a disfrutar de una buena velada de blues rock de la mano de este gran músico. Pero ir con disposición previa para disfrutar de un gran concierto no garantiza que vaya a ser así. Y la experiencia con Ford la califico de agridulce. No voy a decir que fue un mal concierto, indigno, etc; porque no lo fue. Pero no es de esas noches que deja poso. No será una de esas veladas inolvidables, al menos para mi. En mi opinión, Marc Ford equivoca el enfoque que da a sus conciertos. Se apoya en su actual gira en los dos discos grabados bajo el nombre de The Neptune Blues Club (su debut de 2008 y el reciente The Vulture) Nada que objetar a esto. Lo que no me convence es como traslada esos disco al directo. Durante la primera mitad, por momentos, parecía un ensayo del grupo. No me parece mal. Al guitarrista se le ve suelto, a gusto y disfrutando. Pero el problema es que no logra transmitir ese disfrute. No contagia emoción. Por momentos, parece que los componentes del trío estén tocando para sí mismos. Es posible que la baja a última hora de su teclista haya influído, pero también el colocar inicialmente media docena de temas lentos o medios tiempos alargados me parece una mala decisión. Además, el perfeccionismo del guitarrista hizo que los parones entre tema y tema fueran demasiado largos, parándose a toquetear los controles de su ampli con una insistencia por momentos un tanto irritante.
No todo es negativo, no obstante. La segunda mitad de concierto gana en garra y dinamismo. Ford opta por volcarse en su faceta mas negra y el blues, el rock de carretera e incluso el funk hacen acto de presencia. Y pese a la tendencia de alargar canciones de forma innecesaria (esos Shame on Me o Locked Down Tight, por ejemplo quedaron bastante desdibujados respecto a sus versiones de estudio en parte por ese motivo) se ve que el ex-Crowe está en forma. Y, pese a la manera que tiene de encarar su repertorio, su calidad como músico es incuestionable. Ahí queda ese Steady Rollin´Man, de Robert Johnson, por ejemplo, reconvertido en un vibrante blues. Y tal como he apuntado, se ve que disfruta y está feliz en el escenario. Pero no transmite pasión. O al menos, a mi no me llega. Yo creo que con el formato trío, es difícil hacer justicia a su repertorio. Y creo que buscarse un cantante no sería mala idea. Estoy seguro de que con The Magpie Salute los resultados serán mucho mejores, pero esta versión menguada de The Neptune Blues Club se mueve en el terreno del simple aprobado, poco para alguien con la trayectoria de un Marc Ford.
De todos modos, mi impresión final fue de presenciar un concierto de menos a más de un gran músico al que quizás le viene algo grande el liderazgo, pero que a su vez, también nos dejó destellos de su clase y de su talento. Todo me hizo pensar que con su banda al completo hubiera sido diferente. Y mejor; esperaremos ver si en el futuro tenemos oportunidad de comprobarlo. Si es así, ahí estaremos de nuevo, por supuesto.
Fotos de La Iguana Club, de Ana Castro.