Crítica y fotos por Rafa Diablorock

Download Festival Madrid – Caja mágica.
Segunda jornada – viernes 23 de junio de 2017.


Tachamo el segundo día de Download Madrid, jornada en la que se mejoraron muchos aspectos organizativos a la vez que pudimos sumar varios grandes conciertos, muy grandes, y no solo porque se concentraran en los escenarios principales. Pese a que el público aumentó considerablemente no se sufrieron colas, «he entrado en cero minutos», es lo que me dijeron la totalidad de las personas con las que pude hablar. Los baños y barras también funcionaban con total fluidez, localizándose algunos problemas en los puestos de comida en las hora clave de la cena. En cuanto al calor, se optó por reconsiderar que el público pudiese entrar con sus propias botellas de agua, a la vez que se aumentaron los puntos en los que se vertía agua sobre el público, incluso entre los asistentes de las primeras filas, que fueron regularmente refrescados a manguerazos. El principal problema que pude advertir es la insuficiente potencia en el volumen del escenario principal; mientras que desde posiciones cercanas el volumen era aceptable, si se estaba retirado del mismo apenas llegaba con suficiente potencia, algo que deslució sobre todo la actuación del principal cabeza de cartel. Entremos en detalle.


Llegamos al recinto en los últimos temas de Myrath, que sorprendían clavando su peculiar estilo de metal tunecino, contando incluso con una bailarina que hacia danza del vientre a ritmo de doble bombo; un reto como para resetear el cerebro más hierático. Benji de Skindred tiene un buen vientre también, pero su baile es bien diferente. El reggae metal de los británicos volvió a dar la fiesta que todos esperaban, y ni el calor ni el sol de justicia impidió que los de Newport lo diesen absolutamente todo para contentar a su publico. Con chaqueta y guantes pese a los casi 40 grados de temperatura, Benji comandó a los suyos para no desaprovechar la oportunidad. Un gran sonido, temas efectistas y ese frontman único levantaron al entregado y numeroso público del festival pese a que el sol apenas había empezado a esconderse. Fiestón.


Hamlet jugaban en casa, pero en un gran festival y en un horario más propicio comparado con el que tuvieron en los grandes festivales que visitaron aquí en el pasado. El quinteto salió con un poco de retraso pero tan asalvajados como de costumbre, en un show en el que primó el esfuerzo físico sobre la pulcritud técnica. Después de varios primeros temas encadenados,  Limítate, Mi religión… Molly se zambulló entre el público por no bastarle todo el escenario, y la banda comenzó a acompasar pequeñas paradas que hacían ver que el calor y la manera en que salieron al escenario era imposible de mantener durante toda la actuación. Para nada se notó que Tarraga viniese de un pequeño periodo de recuperación física, y la banda sonó imperfectamente potente, con un Molly volcado hasta sudar «irracionalmente» su ultima gota.


De las veces que he podido ver a Opeth la de ayer tarde fue la más extraña. Los suecos de nuestro querido bigote Årrofeldt venían a presentar un señor discazo, Sorceress, y tocaron tan excepcionalmente como siempre. Pero pese a que su propuesta nunca ha sido festivalera, ayer por alguna razón no llegaron a conectar como otras veces. El hecho de ser de día, y que la banda parecía acusar en exceso el calor, hizo que la banda se mostrara un tanto apática y sin demasiado interés en gustar. El color de los rostros de los músicos fue tomando un tono rosadito por el sol a lo largo de una actuación impecable en cuanto a lo musical, pero insuficiente en cuanto a ese punto interpretativo que siempre debe haber sobre el escenario. La banda volvió a mezclar novedades con grandes clásicos, algo que siempre sorprende por lo bien que combinan. Seguramente resultó un gran concierto para los que nunca los habían visto, pero estoy seguro de que a otra hora posterior hubiésemos vivido un show muy distinto y con muchos atractivos que otras veces hemos visto en la banda de Mikael. Además, el sonido fue algo irregular debido a las rachas de viento que se levantaban. Deliverance supuso el brillante punto final a un show inesperadamente agridulce.


Dicen que las primeras veces son las que marcan, y ayer The Cult me marcaron en un show que jamás olvidaré. Sinceramente son una banda que adoro, pero estoy seguro de que alguien que jamás los hubiera escuchado ayer también debería haberse rendido a sus pies, razón por la que no entiendo que una gran parte del público pasara de ellos. Ayer Ian Astbury y Billy Duffy subieron los pocos peldaños que les reservaba hasta que los pudiese ver en directo, y es que ni en mis mejores pensamientos podía pensar que tuviesen ese mojo infinito sobre el escenario. Escuchar temas tan colosales y de un modo muy superior al que conocía en estudio es algo que no me cabía en la cabeza, y más cuando de ellos es conocida su naturaleza irregular en directo. No puedo hablar de su pasado, pero ayer vi a una banda superlativa, con un frontman inalcanzable, con elegancia y vozarrón, y un puñetero guitar god que arañaba las nubes con el sonido que sacaba de las seis cuerdas de su guitarra. Desde la chamánica intro ya tenía la piel de gallina, pero es que cuando sonó Wild Flower tuve la seguridad de que tenía El Rock delante mía, y en su justa medida. Astbury y Duffy, Duffy y Astbury, una pareja de sobrados que para mí tienen ya la condición de deidades absolutas. Interpretaciones casi milagrosas de barbaridades como Lil’ Devil o cualquiera de los temazos que nos regalaron, dando igual la década en que fuesen paridos. De momento lo mejor que he visto en Download Madrid.


Qué diferencia entre los Mastodon que vi en vivo en la pasada década y los que ayer encendieron el escenario dos del festival. Mientras que antes el cuarteto era una irregular formación que sufría sobre el escenario para defender sus creaciones discográficas, empezamos a acostumbrarnos a ver a unos nuevos Mastodon con un carisma y unas tablas enormes, pasándoselo bien y defendiendo colosalmente su variado repertorio. Mayor color en sus nuevos temas, sí, pero además saben morder también de lo lindo, y es que Mastodon explotan todas sus facetas sin perder ese punto afilado y agresivo, de modo que esta vez incluso los encontré especialmente violentos. Los cuatro estuvieron pletóricos, destacando Brann Dailor, un animal a la batería, y Hinds como loco protagonista que atrae casi todas las miradas con su carismática imagen. Tienen domado al mastodonte, y discazo a discazo, concierto a concierto, vienen a liderar este asunto.


Colofón del día. La gente esperaba a System Of A Down y tuvieron una ración de casi 30 temas sin interrupciones. Entre un público movidísimo me las tuve que ver para poderlos escuchar decentemente, y es que tanta gente parecía absorber el sonido que, sin repetidores en mitad del recinto, solo parecía oírse bien conforme te acercabas al escenario. Bien es cierto que el público cantaba de manera que se comía a Serj Tankian en volumen, ya que las miles de almas que allí se apretujaban no pararon de corear la totalidad de las letras, haciendo que aquello pareciese un enorme karaoke en el que, solo a veces, pudimos comprobar que Tankian y Malakian son unos excepcionales vocalistas. En directo SOAD pierden su toque armenio, quedándose en una banda de metal alternativo con una respuesta absolutamente excepcional en el público. Si en general la música amansa a las fieras, en particular la de System Of A Down las embrutece, y eso sin que la banda tampoco tuviese que molestarse en ser la alegría de la huerta. Muchos momentos de locurón entre el público con los escribillos y riffs atropellados de Prison Song, Violent Pornography, Chop Suey! y el sinfín de certeros porrazos que tienen esta gente. Que no pasen otros 12 años hasta la próxima.


¿Donde está Hongo? Suponemos que tomándose un merecido descanso tras su gira simultánea con Napalm Death y Lock Up, pero allí teníamos la trasnochada versión de Brujeria para su concierto en Download. Una sensación extraña entre chiste y banda real flotaba sobre el cansado ambiente. Mientras la parte instrumental con Nick Barker a la batería y Antón Reisenegger a la guitarra era soberbia, Juan Brujo y su apoyo vocal restaban toda seriedad al asunto, y si no fuese por el cariño aquello era difícil de defender. Los clásicos de la banda sonaron genial, y es que esos riffs deben seguir siendo tocados en vivo aunque los «finos versos» de sus vocalistas vayan totalmente descompasados.

Fin de fiesta para los molidos asistentes con los himnos de Black Sabbath en directo, interpretados por unos Cancer Bats acercándolos a su terreno en este proyecto llamado Bat Sabbath. Una curiosidad interesante que tras la paliza que nos habíamos pegado conseguimos disfrutar con los pies hinchados y la sonrisa en la cara. Posteriormente salíamos del recinto ojeando el horario de la siguiente y última jornada del festival. Se acerca la traca final.


Crónica de primera jornada aquí.

Crónica de tercera jornada aquí.

 

 

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