RESURRECTION FEST – Viveiro – 5, 6, 7 y 8 de Julio 2017.
Crónica y fotos: Rafa Diablorock
ASPECTOS GENERALES: Día redondo. Público con sonrisa en la cara, recinto optimizado para el disfrute, importante número de asistentes pero muy dividido por los escenarios de manera que apenas hubo colas (las únicas, entendibles, en las firmas de discos) y condiciones meteorológicas perfectas. Las bandas por lo general muy motivadas, y el sonido espectacular, tanto en nitidez como en potencia.
Volvemos a ver como las fortalezas del festival continúan: irremplazable entorno, diáfano recinto, atractivo cartel y singularidad en muchos servicios. El público del Resu volvió a ser como es, único. Mientras en otros festivales no se ven disfraces, enormes circle pits o crowdsurfing, en el festival de Viveiro a veces el espectáculo es mayor entre el público que sobre el escenario, sumado a un comportamiento ejemplar. Ayer se colgó finalmente el cartel de “No hay billetes”, y en la jornada de Rammstein se espera el mayor número de asistentes. Confiamos en que, tras la experiencia del año pasado, se puedan evitar colas y otro tipo de incomodidades. El recinto mejorado, un nuevo escenario, más espacios, personal, mejor sonido, nueva decoración… en definitiva una suerte tener algo así. Cada año mejor.
Actuaciones.
Llegamos al recinto antes del almuerzo para realizar algunas entrevistas, que pronto podréis leer, por lo que al entrar nos dio mucha rabia no poder disfrutar del concierto de Kitai, a los que vimos actuar con el rabillo del ojo y sonaban formidables en el Desert Stage. También tenemos una mala suerte enorme con El Altar del Hollocausto, banda que estamos desando de ver en directo de una vez por todas, y quienes dieron un sensacional concierto ritual según nos cuenta algún compañero de prensa que sí pudo verlos. Finalmente lo tuvimos todo resuelto en la sala de prensa para poder empezar la jornada de conciertos con Noctem, que con una imagen y puesta en escena soberbia estrenaron el Chaos Stage este año. Los valencianos, que ya nos sorprendieron por su apabullante poder en sus grabaciones de estudio, llevan al directo su propuesta de manera más que solvente, con precisión instrumental y una vistosa imagen. Los rumores no eran falsos.
Acudimos al escenario principal para ver a The Devil Wears Prada, cuya propuesta de metalcore cristiano era antagónica a la de Noctem en cuanto a lo temático, y que me sorprendieron por su contundencia. Nos acercamos para comprobar si lograrían decirnos en directo lo que nunca consiguen con sus entregas discográficas, y en general lo lograron. Mike Hranica es un frontman muy movido sobre el escenario, y empezó a darle a la gente más joven del festival lo que estaban esperando.
Con un sonido más pulido que Noctem, el Chaos Stage se asentó en el firme con la taladrante descarga de Benighted. El desenfadado (y descalzo) frontman Julien Truchan se encargó de quitar la cara seria típica de este tipo de sonidos, y vimos un fresco ejercicio de metal electrizante con las particularidades extremas del Brutal Death Metal. Dentro de la tromba que el grupo desarrolla en directo, supieron dinamizar la actuación con un repertorio muy variado, resultándome una banda mucho más empastada que cuando los vi por primera vez hace cuatro años.
El escenario principal echó chispas sin necesidad de artificio alguno. Los hermanos O’Keeffe nos los dijeron en la zona de prensa, los temas de Airbourne son capaces de animarte un mal día, a lo que yo añado que si los escuchas en directo y tienes ganas de parranda… puede que tengas un día inolvidable. De nuevo un show enérgico de los australianos, que yo pensaba tendrían una respuesta tibia del público de este festival, donde el hard rock no ocupa un papel relevante, y donde sin embargo acabó habiendo una comunión perfecta. Joel es un frontman espectacular, y volvió a darlo todo clavando cada una de sus notas. El show tuvo un momento memorable que pude contemplar desde la zona Pandemonium, cuando los niños del resukids ocuparon el escenario, con sus gorritas amarillas dando saltos, mientras el publico se volvía absolutamente loco. Enormes.
La sorpresa del día fueron Deserted Fear. Death metal sin distracciones, musicazos, sonido perfecto y actitud. Los alemanes se lo pasaron bomba en la primera visita que hacían a nuestro país, algo por lo que el público no fue demasiado, pero los que estuvimos disfrutamos uno de los mejores shows de death metal que se han visto en este festival. No me llamaron demasiado la atención con sus discos, pero en directo son una autentica apisonadora, como si de unos hijos bastardos de Bolt Thrower se trataran. Si Deserted Fear tienen alguna especie de club de amigos que cuenten conmigo. Cervicales pulverizadas y deseando de volver a echarle una oreja a su disco recién publicado este año.
¡Suelten las pelotas de ping-pong por el escenario! Y Suicidal Tendencies llegaron para vencer. Una de las bandas más prototípicas de Resurrection Fest, crossover sin paliativos que cae en Viveiro como agua de mayo. Motivadísimos y encima con Dave Lombardo dando un espectáculo absoluto a las baquetas. No sé cuánto durará esta alianza, pero Lombardo casa con la banda a la perfección, dando la sensación de que va sobradísimo con los temas pese a las barbaridades que le vimos hacer al cubano. Una actuación esperadísima y yo diría que histórica, donde la banda de Venice no se limitó a dar lo que se esperaba de ellos, sino que aprovechó para arrasar con todo, provocando alguno de los pogos más salvajes de la jornada.
Continuaría otra banda de culto para los asistentes más veteranos del festival, y es que el hardcore martilleante y afilado de Snapcase llevaba años siendo deseado por aquí. Esperaba mucha más gente en el Ritual Stage para ver a los neoyorquinos, pero parece que Black Dahlia Murder se llevó el gato al agua en uno de los solapes más jodidos del festival. Sorprendente ver lo talluditos que están pese a defender a la perfección su hardcore punk noventero, con Daryl Taberski sin parar de moverse entre la escasa luz del concierto. Un show que deslució quizá por adolecer del público loco que le pegaba, pero que colmó las expectativas de todos sus fans, recreando tanto su faceta alternativa como la áspera .
Pudimos ver los últimos minutos de Black Dahlia Murder, que con un colorido público, mitad metalero mitad hardcoreta, clavaron su extrema apuesta, repleta de influencias de todo tipo. Los registros y tablas de su frontman Trevor Strnad están muy por encima de las gafas de pasta que llevaba. La sensación de victoria al finalizar la actuación fue absoluta.
Y después de muchos años intentándolo, Anthrax brilló en Resurrection Fest. La banda conectó inmediatamente con el público, y los neoyoquinos hicieron su especialidad: hacer conciertazos. No venía Charlie Benante, pero el plan B a la batería es inmejorable, John Dette. El repertorio dio cabida a varios de los temas más recientes, sin olvidar, por supuesto, los grandes clásicos de los más modestos del Big Four. En ningún momento pudimos intuir un mínimo de relajación, y es que los músicos se lo pasan realmente bien tocando, ya sea en una sala mediana o en un escenario principal con miles y miles de espectadores. Salieron como siempre a matar, y parece que la edad no pasa por ellos. Pueden decir aquello de «Vini vidi vinci». Otra vez.
The Boys are Back… y es que Dropkick Murphys se saben ganadores frente a un publico así. Pese a ello tampoco se relajaron, dando su singular fiesta que estábamos esperando. Punk irlandés de Boston que siempre triunfa en Viveiro, suena normal y raro a la vez. Popularidad en continuo aumento que no sabría a quien no recomendar, y es que ver un concierto de DKM es tiempo bien invertido, por muy cansado que estés. Pocas veces me verás pinchando un disco suyo, pero a esta gente siempre me acerco a verlos.
Camino del foso del Desert Stage pude ver como Wolf Down estaban dando un señor concierto, con un gran sonido en el Ritual Stage, que de nuevo pude ver más vacío que de costumbre. Lástima no haber podido disfrutar de su concierto. Si que gozamos con Red Fang, quienes en un escenario más pequeño, pero encabezándolo, volvían a Resurrection para quemar los últimos cartuchos de los espectadores más barbudos. Tras el saludo ritual previo a sus conciertos, el cuarteto de Portland dieron uno de los conciertos de la jornada, y aunque visualmente no fue tan espectacular como su primera aparición en el festival en 2014, debido al cansancio del publico, la banda volvió a dar un repaso magistral a su cada vez más nutrido repertorio. Yo esperaba vibrar especialmente con los temas mas rodados de la banda, pero me sorprendieron gratamente novedades como Flies y sobre todo The Smell of the Sound, en la que Aaron Beam me sorprendió por clavar uno de los temas de mayor dificultad vocal de discografía. Aunque la tónica general fue la del sonido perfecto, Red Fang se llevaron el premio al sonidaco del día, no rozando la perfección, sino consiguiéndola.
(En unos días publicaremos una galería de imágenes como muchas más fotos de todos los grupos)