RESURRECTION FEST – Viveiro – 5, 6, 7 y 8 de Julio 2017.
Crónica y fotos: Rafa Diablorock
ASPECTOS GENERALES: Ya antes de escuchar concierto alguno se me puso la piel de gallina, pero esta vez no era por sensibilidad musical, sino reacción al frío. Vamos, que frío no hizo, pero la brisa con ese polvillo de agua que tímidamente soltaban las nubes provocó que la manga larga se agradeciese. Como era de esperar, el segundo día multiplicó la asistencia debido al efecto Rammstein. Más dificultad para moverse, algún colapso en el escenario Ritual, mayor despliegue de personal de control y seguridad, nuevos urinarios portátiles… y un saldo positivo general en cuanto a las precauciones tomadas por la organización para adaptarse al enorme numero de asistentes. Pese a que la segunda jornada contenía al gran cabeza de cartel, el viernes se planteaba sobre el papel como el día menos atractivo mirando el conjunto de bandas, aunque finalmente volvimos a poder asistir a un puñado de buenísimos conciertos
Actuaciones.
Para estrenarnos decidí dividirme entre las actuaciones de Adrift en el Desert Stage, y Annihilator en el principal. Los madrileños sonaron contundentes y contagiaban al público sus ganas de rendirse al poder del riff, guitarrones formidables y base rítmica de pegada pesada como para romperse el cuello, por lo que quizá luego al marchar al show de los canadienses me resultaron algo fláccidos. La banda de Jeff Waters complació a sus fans sin lugar a dudas, pero a mi esta vez no me convencieron como otras ocasiones, y el problema es que cada vez los veo en un lugar más inconcreto, entre el thrash salvaje y el elegante, sin ser ni una cosa ni otra. Muchos dirán que son simplemente Annihilator, y llevan toda la razón.
Seguimos con Vita Imana, que salieron a darlo todo, especialmente su frontman Javier Cardoso, animal escénico que vociferó y se vació por completo sobre el escenario del Chaos Stage. El sexteto volvió a contar con un gran sonido, por lo que pudimos disfrutar de su potente groove metal a la perfección, con esa singularidad de los madrileños gracias a la percusión de Míriam Baz. Sobre el escenario se vivió uno de los momentos más surrealistas del festival, cuando un grupo de disfrazados de la 501 Star Wars ocuparon el escenario, seguidos por los niños del Resu-Kids. De modo que teníamos a una banda descargando rabiosamente como si no fuese con ellos lo que pasaba detrás, escoltados por Darth Vader, Bobba Fett, soldados de asalto y un grupo de niños dando saltos.
Siguieron Architects, en un show que fue claramente de menos a más. Salieron a escenario algo estáticos, excepto su vocalista Sam Carter, encapuchado inicialmente para entrar en calor. Poco a poco se fueron soltando y el público se fue metiendo en su actuación, que pese a ser del gusto del fan típico del festival no contó con mucho apoyo desde las primeras filas, que agarraban la valla esperando a Rammstein. Muchos piensan que sin Tom Searle (Dep) ya no es lo mismo, pero la banda demuestra seguir manteniendo su esencia, y ahí estaba su hermano Dan a la batería empujando.
No me esperaba que Warbringer sonasen y luciesen tan clásicos. Lo cierto es que John Kevill tiene calculado cada movimiento y pose, quedando incluso algún segundo estático para que la foto salga bien, algo así como cuando los porteros hacen la palomita. El telón de fondo con la portada llena de cañones y banderas terminaba de engalanar un cuadro típico de banda heavy metal, sobre la que su thrash angelino se teñía de clasicismo. Tras varios temas el show se me empezó a hacer algo repetitivo, echando en falta algún himno más destacado entre tanto thrash de manual.
En el Desert Stage tocaba el turno de Alcest, para quienes el lado interpretativo de un show no existe. Sosos como ellos solos, clavaron a la perfección su elegante shoegaze/post-metal, y pese a que sus temas puedan ser muy diferentes de lo que se espera en un festival, consiguieron dejar flotando a los asistentes que les prestaron atención. Un simple juego de luces fue el único añadido visual al gran concierto de los franceses.
En las antípodas de Alcest nos encontramos a Lost Society, y es que no recuerdo un show de thrash metal más explosivo y vibrante que el que dio esta joven banda. Su último disco nos encanta, pero verlo representado en vivo es un autentico espectáculo. Menudo precedente han sentado estos finlandeses con semejante nivel de entrega, movimiento y desfase. Rotura de columna vertebral sería el resultado si cualquier músico del Big 4 del thrash intentase moverse a la velocidad que lo hace Samy Elbanna sobre el escenario. Tablas, temazos y hasta cierto virtuosismo de estos macarras de 21 años y tres discos publicados. ¡Aparta que vienen!
Con un sonido rozando lo milagrosamente perfecto desde el primer segundo, Rammstein lucieron, tocaron y asombraron de nuevo con su calculado y llameante show teatral. Escenografía, iluminación y pirotecnia son recursos habituales en grandes shows de estadio, pero la manera en que los alemanes son capaces de adaptarla a sus temas, dinamizarlos y llevarlos al extremo es siempre admirable. Da igual que algunos trucos nos los sepamos, siempre los recuerdas menos espectaculares que cuando te plantas frente a ellos. Till Lindemann derrochó voz aunque hacia el final del concierto lo encontré en un registro algo más ronco que de costumbre. «Una más», «Vamos», «Levanten las manos» y varios intentos de conectar en español con el publico parecían querer pedirle más a un público menos loco de lo esperado, aunque gratamente prudente en cuanto a levantar móviles y grabar el show, algo recomendado por la propia banda. Gozamos con los temas «raros», como Aleluya o Stripped, junto a los esperados Sonne y Du Hast, atronadoras y espectaculares en lo visual. Guasas entre Till y Lorenz, cambio de escenarios, explosiones, diferentes indumentarias… Un show prácticamente idéntico al que presentaron el año pasado por otros festivales europeos donde los pudimos ver, pero con una sorpresa final; un segundo bis con «Te Quiero Puta». Con el escenario iluminado con la bandera rojigualda para que Till gruitara «Viva España», Christian Lorenz tomó la trompeta y el público cantó el improperio del estribillo en español con mayor fuerza que en todo el show. Un detalle que sirvió para que la actuación de Rammstein en Viveiro no fuese simplemente una más. Listón muy alto para las futuras ediciones del festival.
(Publicaremos galería con más fotos en breve)
Y después de la locura germana, quedaba el taladro de los emblemáticos Napalm Death y la lección de djent progresivo de Animals As Leaders. El desfase sonoro más ruidoso y descontrolado frente a la contención y la precisión técnica, dos maneras de patear traseros impecables por ambas bandas. Solaparon triunfando antes sus fans, los de la banda inglesa desparramando como locos mientras que los del trío americano no perdían detalle de la lección instrumental que cerraba el Deser Stage. La mayoría del público asistente se marchaba del recinto sin otra cosa en la cabeza que el histórico show que seis alemanes y un equipo de 93 personas habían conseguido, en el concierto más grande de la historia del festival. Hasta la fecha…