RESURRECTION FEST – Viveiro – 5, 6, 7 y 8 de Julio 2017.
Crónica y fotos: Rafa Diablorock
ASPECTOS GENERALES: Tras la llamaradas de Rammstein, el tercer y último día de Resurrection Festival volvía a tener un número de asistentes similar al del inicio del festival. Sin un gran cabeza de cartel, dividido entre Mastodon, Rancid y Sabaton, acudimos al recinto al día más ecléctico y representativo, en el que se podían encontrar perfectamente representados todos los sonidos que caben en el festival. Un verdadero broche de oro, en un día de despedida que personalmente disfruté más que en ningún otro. El festival se despidió por todo lo alto, tanto por las grandes actuaciones de todas las bandas como por el cuidado interés desde la organización por mantener sus fortalezas intactas después de cuatro días de jarana.
Actuaciones.
Me sentí un poco confuso al entrar al recinto y ver que en el Chaos Stage estaba el telón de Lords of Black, cuando los siguientes en tocar eran Krisiun. No me dio tiempo de chequear la aplicación ni hablar con compañeros que estaban al tanto, pero rápidamente me enteré de todo al llegar a la zona de prensa. Krisiun cancelaban su actuación en el festival debido a retrasos en sus vuelos. Una pena no poder ver a los brasileños esta vez, pero seguro que vuelven el año que viene. En el Desert Stage hoy había programado un día muy fuerte, y Conan dieron un auténtico conciertazo. El trío es muy sobrio y no tiene un especial magnetismo escénico, quizá salvando lo llamativo del seductor modo en que se mece Renata Castagna al tocar el bajo. Jon Davis graznó como una gaviota gallega sobre el muro gordísimo de guitarras; riffs para derribar paredes cortado por la pesada base rítmica. Muchísimo mojo doom/stoner, justo lo que se esperaba de ellos, pero a lo bestia.
No pudimos terminar el show del trío inglés para poder hacer fotos a los vistosos Arch Enemy. Un gran show de los suecos, a los que veía por primera vez con su actual formación. La actuación fue intachable pero me dejó algo frío, a pesar de que las columnas de fuego calentaron el ambiente y que Alissa White-Gluz es una frontwoman entregada. Si me dejasen elegir hubiese escogido temas más potentes de su discografía, y aunque Alissa lo hace fenomenal no puedo dejar de añorar los tiempos de Angela Gossow. Un vistoso telón de fondo, columnas de Co2 y fuego, y un guitarrista tremendo como Michael Amott, al que encontré esta vez con una chispa especial, sumaron un excelente concierto.
Un poco contrariado estuve al principio de la actuación de Mantar, poco público y en el foso unicamente me acompañaba un fotógrafo, Jaime García, colaborador de esta casa. ¿Pero la gente de verdad se los va a perder? Tremenda satisfacción sin embargo al finalizar su actuación, cuando el público se había multiplicado, y no sólo eso, se había vuelto loco con ellos. Me van a perdonar la expresión, pero Mantar se sacaron la chorra en el Desert Stage, y para muchos hicieron la mejor actuación del festival. Ya habíamos visto demasiados shows milimétricamente calculados, coreografiados y perfectos, así que cuando estas dos ratas de cloaca llegaron al desierto y acabaron rompieron todas las reglas las comparaciones se hicieron sonrojantes. Mantar en directo es escupir cada palabra como si fuese la ultima, golpear los parches con intención de reventarlos, y rasgar las cuerdas de modo que los amplis salgan ardiendo. Una oda al fuego, una salvajada hecha con una guitarra, una batería, una gorra de Manowar… y Jesucristo entre el público. «Ey, ¿dónde estabas la otra noche que te necesitaba?» le dijo Hanno al Jesucristo que pulula siempre en este festival. 50 minutos en los que los incondicionales disfrutamos y los que descubrían a Mantar debieron alucinar. Colosal Hanno contrayendo su abdomen para vaciarse en el micrófono, y un Erinc barbudo impulsando el asunto a base de mamporrazos en un kit de batería mínimo con el que se sobra totalmente. Un conciertazo para hacer air guitar y apretar los dientes. Era Borealis fue para mí el gran himno que sonó en el festival.
Corriendo llegamos al escenario principal para ver a Mastodon, que demostraron que su gran actuación de hace unas semanas en Download Madrid no sólo no fue un espejismo, sino que lograron superarse de nuevo. Volvimos a encontrar una banda mucho más grande y empastada que años atrás, con ganas de gustar, conectados con el público y presentando una cantidad de temas nuevos enorme. Las ultimas maravillas de los de Atlanta sonaron de un modo formidable, pese a que muchos se volvieron totalmente con Mother Puncher de Remission. Los dos guitarristas volvieron a estar sembrados, el capítulo vocal sigue mejorando, con algunos momentos realmente emotivos. Tiene un mérito enorme que sin tener ningún vocalista nato esta banda sea dueña de muchos de los mejores estribillos compuestos para el mundo del heavy metal en las últimas décadas. Sí, he dicho Heavy Metal, ¿o si no qué narices hacen estos genios? La banda lució como nunca con los niños del ResuKids franqueándolos, y acabaron peleando para que les dejasen tocar un tema más, Blood And Thunder, en los pocos minutos que parecían haber rascado. Un detalle a tener en cuenta con lo rácanos que son en este aspecto. Un repertorio perfecto, un sonido perfecto… mejor acabo antes si lo digo así: ¡todo perfecto!
Taake es de estas bandas que me vuelven a demostrar que el black metal está hecho para sonar en directo. Por más que lo intento con ellos en sus trabajos de estudio no acabo de conectar, algo que sí logré desde el inicio de su actuación, y hasta el final. Tiene un registro mucho más rockero del que esperaba, y creo que la mayoría de los fans del Desert Stage que veían en ese momento a Ufomammut los hubiesen disfrutado. Su líder Hoest no un ídolo para los miembros de Kvelertak por gusto. Menuda manera de arañarnos con sus guitarras luciendo de ese modo tan espectacular. Una banda enormemente disfrutable, que siguió provocando que me autoinflingiera sobrecarga en las cervicales… y lo que me quedaba.
Rancid llegaban a Viveiro después de años y años pretendidos, y su aparición fue notable aunque deslucida por dos detalles. Muchos fans que no pintaban nada por allí, y que podrían haber ido a por una porción de pizza en lugar de dejar constatada a gritos su intransigencia (y estupidez), los abucheaban sin razón alguna. Por otro lado, la banda quizá estuvo algo comedida. Rancid tampoco son unos chavales, y aunque tampoco hay nada que reprochar y el setlist fue formidable, quizá se les notó algo fríos en algunos momentos. Detalles sin importancia al fin y al cabo, todo el que quiso bailotear y cantar sus pegadizas canciones lo tuvo muy fácil. Gran sonido y un sueño cumplido, tanto para los fans del festival como para sus propios organizadores.
Orange Goblin dieron el concierto más prototípico de stoner en el Desert Stage. Su estilo, que llevan practicando desde que se fundaran en 1995, desértico con olor a gasolina y guiños sabbaticos, causó el gozo de los fans del stoner rock más puro. Grandísimos estribillos, riffs de infarto y la cavernosa voz Ben Ward regada de bourbon. Un concierto ejemplar de una banda fiel a sí misma, y con el stoner en la sangre.
Vendrían encadenados dos conciertos bien polémicos. Los conciertos que peor parados pueden salir en cuanto a crítica fueron los de Mayhem y Sabaton. ¿La razón? que no te gusten, pero no me refiero a que no te gustasen en Viveiro, sino que no te gusten de ninguna de las maneras. Si por el contrario ya venías convencido con ellos de casa lo normal es que lo pasaras genial con ellos. Mayhem lucen y suenan justo como quieren sonar y lucir; yo me reía en el foso tratando de sacar algo más que siluetas con la cámara, pero, un momento… así quieren dejarse ver, pues ya está. Ellos quieren representar el black más black con el acento black más ruidosamente black de la oscuridad black mas extremadamente black. Ese registro perturbador e hipnótico me envenenó en muchos momentos de su actuación, y a buen seguro que deleitó a sus fans más fervientes. Igual que Sabaton, si en estudio te parecen la versión power metal del grupo más hortera de visita en la aldea pitufa… ¿Qué esperas encontrar cuando veas a su batería tocando metido en un tanque? Pues aunque me fue imposible conectar con ellos, sí que me emocioné al ver a su publico de las primeras filas absolutamente loco con el sonidaco que salía del que sería último concierto del escenario principal.
Y con Obituary llegaba el final del festival. En las comilonas siempre me equivoco, me paso comiendo aperitivos, primer y segundo plato, y cuando llegan los postres ya no puedo más. Eso les pasó a muchos, no podían con su cuerpo y cuando los hermanos Tardy empezaban su actuación ya estaban dormidos en su tienda de campaña o habitación de hotel, y no saben lo que se perdieron. Yo me harté de aperitivos, primer plato, segundo, tercero… y a los postres sabía que venía un pastel húmedo y pestilente hecho con restos humanos, y sí, aún tenía hambre. Obituary tampoco querían subir la luz del Chaos Stage, pero ahí lucían imponentes con sus largas melenas, tocando de ese modo brutal y contagioso. Y sí, acabaron con nosotros, con nuestro cuello y con nuestros tímpanos, dando una lección de pútrido death metal, con un acertado setlist compuesto por lo mejor de su nueva etapa y sus clásicos. Madre mía cómo sonó Ten Thousand Ways to Die o Chopped in Half, separadas en tiempo por décadas y sonando exactamente igual de pútridas y fascinantes. Una auténtica apisonadora que esperemos siga muchos años a este nivel. Viveiro, nos vemos en 2018.