Sello: Relapse
Por Manuel J. González.
Ansiosos, caminamos en busca de renovadas sensaciones; anhelando la incorporación de raros instrumentos, de nuevas fórmulas, e incluso de arriesgadas propuestas que sobrepasen cánones, reglas musicales, más allá de géneros y etiquetas. Sabemos que el sello Relapse es garantía de calidad, de osadía artística, pero sobre todo de libertad conceptual y creativa. No hay límites; sino un montón de locas y bizarras ideas. El caso de Ex Eye es digno de estudio, ya que en su homónimo disco chocamos con la colosal fuerza de elementos que crean una orgásmica maraña de sensaciones auditivas.
Se agradece la incorporación del diabólico y experimental saxo de Colin Stetson [conocido por sus colaboraciones indies de la mano de Bon Iver o Arcade Fire], que dota a Ex Eye de la energía y empuje necesarios como para sonar realmente ‘originales’. El estadounidense se hace acompañar de Greg Fox [Liturgy] en la batería, Shahzad Ismaily [Secret Chiefs, Cosa Brava] en los synths, y Toby Summerfield [Crush Kill Destroy, Algernon] en la guitarra. Estos 4 colosos abrazan el modern jazz, la oscuridad, la contundencia, y le insuflan elementos progresivos, avant-garde, con raciones de shoegaze e incluso de sucinto black metal, para crear una de las obras más interesantes y necesarias de 2017.
Pueden las palabras no hacer justicia cuando se intenta describir lo que aquí nos encontramos; aunque por otro lado sabemos que son necesarias para transmitir nuevas realidades. Tras los paranoicos casi 12 minutos de “Anaitis Hymnal; The Arkose Disc” solo puedes sentir felicidad, alivio, ansia, sosiego; la música no ha muerto, sino que ha resucitado de sus absurdas cenizas. Por suerte [para algunos] ya no importa la canción, ni mucho menos su éxito; sino que el viaje se ha convertido en el más absoluto protagonista. Privilegio, satisfacción, estremecimiento, es lo que sientes cuando comulgas con este tipo de experimentos.
Por supuesto, esperas que nadie lo entienda; o al menos, lo perciba como lo que es: una obra maestra de nuestros tiempos. Las partes vocales acaban siendo sustituidas por narraciones instrumentales que no solo las suplen, sino que te permiten olvidar su ‘real’ importancia. Tan solo puedo desear que el magnificente combo acabe formando parte del ansiado cartel de Roadburn 2018. Pensar en que esta gente pueda gozar de las virtudes de un escenario como el Main Stage [Poppodium 13], en el que vimos a los noruegos Ulver brillar por todo lo alto, provoca que la esperanza de soñar y elucubrar momentos inmortales se convierta en nuestra verdadera razón de vivir.