Teníamos claro que el especial 30 aniversario de “Appetite for Destruction” de Guns N’ Roses era asunto de Manuel Sacristán (leer aquí), pero en Diablorock había varios redactores que no querían pasar el 21 de julio sin compartir la manera en que les marcó este disco extraordinario. Cintas TDK en dobles pletinas, videoclips en las únicas dos cadenas, Vespinos, programas de radio y parkings con olor a pis… nuestros particulares recuerdos asociados a “Appetite for Destruction”. Una colección de textos en los que varios miembros de esta casa recordamos la manera en que nos acercamos a este disco, del que nos es imposible despegarnos. ¿Viajamos en el tiempo?
Jaime Taboada:
Casi sin darnos cuenta, llegamos a lo que podríamos denominar el aniversario de aniversarios. Hace 30 años que Axl, Slash, Izzy, Duff y Steven Adler publicaban un disco que, algún tiempo después pasaría a ostentar la categoría de clásico. Appetite For Destruction entraría en la vida de muchos fans y ya no saldrá nunca de ella. En 1987 Guns´N´Roses eran un grupo de 5 jóvenes con ganas de comerse el mundo. Yo era un adolescente con poca idea del rock y su historia, pero con muchas ganas de absorber todo el material posible de golpe y porrazo. Mi relación con Appetite For Destruction se remonta a muchos años atrás. No a 1987, pero casi casi. Situémonos. Con 13 o 14 años, sin internet ni nada remotamente parecido, mi fuente de información acerca de la música, el cine o los cómics era a través de revistas o de discos de mi hermano mayor (tener un hermano mayor que comprase discos era una ventaja en aquellos tiempos). Y por supuesto, a falta de Spotify o “descargas”, para ir conociendo música y hacerse una idea de cómo sonaban esos grupos de los que hablaban en las revistas, había que recurrir a la radio y estar atento para grabar en cassette las muy populares recopilaciones domésticas. Recuerdo grabar canciones mientras rezaba para que el locutor no hablara antes de que terminara. Era la época de las tribus urbanas y, por supuesto, cualquier melenudo con una guitarra eléctrica era considerado heavy. Recuerdo perfectamente aquellas TDK de 90 minutos que iba llenando con canciones de Bon Jovi, Whitesnake, Def Leppard, etc. Y recuerdo que en una ocasión, en la célebre Emisión Pirata, pusieron un tema de una banda debutante que me encantó. La canción se llamada Think About You y, paradojicamente, fue una de las que menos dio que hablar en el futuro. Pero representó mi puerta de entrada al planeta Guns´N´Roses. Por supuesto, al poco de publicarse el disco, a través de revistas y de la rumorología popular, se iban sabiendo mas cosas de aquel grupo conforme su popularidad iba creciendo paulatinamente. La información que iba llegando, con cuentagotas, hablaba casi de una banda de forajidos sembrando el pánico allí donde fueran, liderados por un psicótico cantante propenso a todo tipo de enfrentamientos con policías, fans, periodistas e incluso compañeros. Su leyenda se iba engrandeciendo por momentos y, arropados por buenas criticas y cada vez mas presencia en prensa, hacia que se hablara cada vez más del disco. Recuerdo leer cosas de hard rock, influencias de Aerosmith, Stones, actitud punk, etc. Conceptos que hoy suenan muy familiares pero que en los lejanos 80 para un adolescente sonaban como algo muy lejano. De todos modos, cuanto más leía sobre el disco, mas crecía mi ansiedad por hacerme con él. Pero a ciertas edades, reunir el dinero para un disco era una tareas ardua. Y localizar el disco en cuestión podría ser mas arduo incluso. En mi caso, tardé la friolera de mas de un año hasta que pude comprarlo en una tienda de Santiago de Compostela. Desde aquel momento, y hasta el día de hoy, es un título de cabecera, que ha sobrevivido a modas, estilos, tendencias, polémicas, deserciones, rupturas y resurrecciones parciales del grupo y para mi, tiene la misma importancia histórica de Exile on Main Street, Rocks, White Album o cualquier otro clásico histórico del rock que os venga a la cabeza. No me extenderé en lo musical ya que Appetite es un disco que ya ha sido objeto de todo tipo de críticas, análisis y estudios canción a canción. Pero por muchos años que pasen, dejar caer la aguja y escuchar las primera notas de la guitarra de Welcome To The Jungle aún hacen sentir un pequeño escalofrío. Ese “You know where You are? You´re in The Jungle, baby. You´re gonna die!!!!” pone los pelos como escarpias. Y que decir de It´s So Easy en donde, en una primera escucha, parecería incluso que era otro y no Axl quien cantaba? O ese Out To Get Me inspirado al parecer en un incidente de Axl con la policía? Hoy tocará poner una vez más ese Think About You que me hará recordar que todo ha cambiado en mi vida y en la de los Guns, pero Appetite For Destruction permanece inalterable.
David Mat:
Confieso que no descubrí Appetite For Destruction hasta unos 3 ó 4 años más tarde de su publicación, cuando todavía estaban en el horno los Illusions y estaba volcado de pleno en el grunge, aburrido tal vez de los clichés metaleros de la época y buscando algo nuevo. En algún punto durante mi paso por el instituto alguien, en algún momento, me pasó un cassette con algunos temas del Appetite que puso patas arriba mi mundo y me obligó a hacerme con el disco original. Aquéllo no era una banda cualquiera: tenían el look y la actitud vacilona angelina, pero también un destacado componente punk rock que no lo encontraba en otras bandas y que me resultaba muy estimulante; tal vez por eso mi tema preferido del disco sea “It’s So Easy” y mi gunner favorito sea Duff. La locura Guns’n’Roses tomó mi vida, compraba cada revista que salían ellos y escuchaba Appetite día sí y día también mientras observaba a los cinco gamberros que salían en la foto con el barril de Budweiser y su música permeaba en casi todos los aspectos de mi vida. Un disco único, irrepetible y atemporal.
Beto Lagarda:
Teniendo en cuenta que ‘Appetite’ casi cumple los mismos que tengo yo… comprendereis que os diga que descubrí Guns cuando ya se habian separado. Junto con Metallica, fueron los primeros grupos de hard rock / heavy metal que entraron en mi mundo y nunca me he distanciado de ellos, motivo por el cual les profeso un amor singular. Temas enormes como Nightrain , It’s so easy, My Michelle mezclados con los tres temazos archiconocidos que hay ahi dentro fueron la banda sonora de mi juventud y siguen siendo de mis preferidos actualmente. Pese a los 30 años, Appetite sigue sonando actual y fresco, con ese toque loco juvenil y macarra. Un disco que lo podría escuchar una vez por semana y jamás cansarme de él. En definitiva, un debut asombroso y brillante que puso en la cumbre a unos jóvenes con ganas de comerse el mundo.
Carlos Salvador:
Lo recuerdo como si fuera ayer…una noticia de un escándalo de no sé qué grupo en un programa musical de la televisión, y en pantalla unas imágenes en blanco y negro de un delgado y pálido tío vestido de cuero contoneándose como una serpiente. A su lado un peludo con chistera. Botas vaqueras. Camisetas negras. Ni siquiera sonaba música en la noticia ¡pero qué imagen tenían! Y encima la noticia hablaba de muertos en un concierto, ¿qué era eso? Cuando tienes trece años y eres un libro en blanco estas cosas marcan, te llaman la atención de una manera exagerada. Porque ahí había algo, llamémoslo morbo, pero algo que hacía que quisiera conocer esa historia. No fue hasta unos pocos años más tarde, semanas antes de la publicación de los Use your Illusion, cuando me hice con el disco de marras de ese grupo y empecé a ver fotos suyas por todas partes y a conocer su historia. Me ganaron totalmente. Malrolleros y broncas, a la suya, que es lo que importa. Como Zeppelin, como los Rolling Stones veinte años antes. Sólo que yo lo estaba vivienda en tiempo real. Donington´88, escándalos, violencia, drogas…y ese disco que por más tiempo que pase sigue impresionando como el primer día porque es único. Entonces creía que Izzy cantaba It´s so easy y Mr.Brownstone, que la letra de My Michelle era demasiado fuerte, y lo es, que no podía haber mejor final de canción que el de Paradise City, ¿y los gemidos de Rocket Queen? ¿eran reales?…Y esa voz que intentaba imitar tantas veces con amigos en aquellas primeras noches de juerga queriendo ser ellos, formando un grupo para ser como Guns N´Fuckin´Roses. Imposible olvidar todo eso. Obsesionados. Y seguimos igual.
John Custer:
Mis primeros recuerdos de este disco y de Guns ‘N Roses me llevan al pueblo murciano de Aguilas, verano del año 89, donde mis amigos madrileños algo mayores llegaron totalmente abducidos por un grupo con una pistola y una rosa, y donde hablaban de un tío con un pañuelo en la cabeza que estaba loco. Las pegatinas del icónico logo en sus Vespinos ALX se me quedaron marcadas para siempre. Yo tenía 11 años y mis referentes musicales no pasaban de Michael Jackson o Pet Shop Boys, y salvo escuchar alguna canción reconozco no hacerle mucho caso musicalmente al Apettite. Reconozco que el boom Illusions me pasó un poco por el lado, me gustaban los discos y el fenómeno, pero mi mirada estaba puesta en Seattle. No fue hasta aproximadamente el décimo aniversario del disco, en el 97, cuando animado por una revista donde les dedicaban un especial, me lo compré y caí en sus redes, y el grupo pasó de ser uno más a entrar en mi top ten, y pasé a vivir la travesía Chinese Democracy como cualquier sufridor fan de Axl. El pasado 4 de Junio en el Caderón fue un día muy emocionante y feliz. Una fiesta y uno de los conciertos de mi vida. Las canciones del disco que hoy homenajeamos, sonaron especialmente poderosas y gloriosas. Como se merece una obra maestra absoluta.
Carlos Kashmir:
Vaya, ¡el Appetite ya es treintañero! Es demencial ponerse en situación y pensar que apenas 10 años antes reinaban aún las grandes bandas setenteras, los llamados dinosaurios, y desde su publicación han pasado nada menos que estos 30 años. Más allá de la perspectiva del tiempo, «Appetite For Destruction» es seguramente el debut más grande y explosivo del rock (del hard rock sin duda). Mi memoria es más de pez que de elefante, por lo que no tengo un recuerdo claro de cuándo y dónde estaba la primera vez que lo escuché. Lo que es seguro es que en aquellos años era imposible escapar del influjo y la enorme maquinaria en la que se llegó a convertir GNR apenas un par de años después de su publicación. De las cloacas angelinas a los mayores estadios del mundo entero, de ser una pandilla de cuatreros solo interesados en rockear y desfasar a estar podridos de millones y mansiones en Beverly Hills. Y todo gracias a un disco que empezaba con «Welcome To The Jungle» y acababa con «Rocket Queen», contiendo una de las mayores colecciones de hitazos de la historia en un solo álbum. Ya está todo escrito sobre él, y es que es de esos discos que no solo suenan, también saben y huelen (aquí ya cada uno puede añadir bourbon, tabaco, putas, cuero, condones, o lo que quiera). Así que voy a compartir dos momentos clave con los que relaciono el «Appetite». Uno fue hace justo cinco veranos, recorriendo calles de L.A. como si fuera un William Axl Rose de la vida recién aterrizado de su Indiana natal, con una maleta y un palillo en la boca, como en el videoclip de «Welcome To The Jungle». Y sobre todo el pasear por Sunset Strip, recogiendo todas esas vibraciones de aquella época tan esplendorosa como decadente. Visitar el Whiskey A Go Go, Rainbow, Roxy o tomar algo y ver un concierto en el Viper Room… sí, por allí pasaron antes The Doors, Led Zep, Cream o los Who; pero si algunos continuamente me venían a la mente eran Guns Fuckin’Roses, y si una banda sonora me sonaba en la cabeza era el puñetero «Appetite». Vale, no era 1986, pero al menos pude fantasear todo lo que se coció allí en persona. El otro momento, obviamente, ocurrió hace mes y medio en el Calderón, cerrando por fin el círculo. Los gunners tienen más himnos más alla del AFD, pero fue evidente que los momentos cumbres, donde todos coreamos a pleno pulmón y nos desatábamos más, y aparte la banda se la veía disfrutando en plenitud, eran en los temas de la joya que hoy homenajeamos. Una noche ya marcada a fuego para siempre, y en la que AFD es la llama que incendia cada velada.
El apetito por la destrucción les llevó a ser los reyes del mundo y destruirlos en un tiempo record, pero de ese apetito como no se ha visto jamás superado, surgió uno de esos discos que deberían estar tallados en las piedras de Moisés.
Rafa Diablorock:
Tenía 12 años y toda la inocencia del mundo. Harto de escuchar los Use Your IIlusion I & II y ver a unos esplendorosos Guns N’ Roses salir de las aguas en videoclips millonarios que ponían en algún programa musical de la tele (sí, antes en la tele había de eso), una tarde me colé con un amigo en la habitación de su hermana mayor. Era una chica pija de 16 o 17 años, pero amaba a Bon Jovi y Aerosmith, y según mi amigo, se acababa de comprar el primer disco de Guns N Roses. Cuando llevamos el disco al salón de su casa, en el que su abuelo absolutamente sordo leía algo en sus manos, y pinchamos aquel disco en el HI-FI… nos quedamos algo descolocados al mirar las fotos y escuchar Welcome to the Jungle. Recuerdo que una sensación de suciedad se apoderó de mí. Décadas más tarde hice todo lo posible por hacerme con la versión original de aquel disco, esa en su versión más cerda con la portada censurada de Robert William, pero en 1992 esas pintas de quinquis punks repanchingados y guarros, ese sonido macarra y esos gemidos me chocaron. Todo ese aire de suciedad hizo que mi olfato de doceañero remilgado me avisara de que aquello se había gestado en antros con olor a pis, jeringuillas y espejos rotos; algo así como los pestosos servicios del parking donde aparcaba mi padre el Seat 132 en el centro. En cualquier caso el disco me atraía, así que puse aquella cinta (tan virgen como yo) en la pletina grabadora del hi-fi y lo copié, ese era el plan de la tarde. Durante años amé esa cinta; tanto, que hace unos meses cuando sonaba Paradise City en el Calderón en mi cerebro saltó el sonido durante el solo de Slash, igualito que en el corte de la cinta TDK por aquella arruga de tanto rebobinar a tirones de mala manera. Todavía nos llevaban a misa todos los domingos, todavía creíamos en el pecado, pero Axl nos pasó el paquete por la cara a toda una generación y se lo permitimos por algo.