Producción: Stu Mackenzie
Sello: Heavenly Recordings/ATO Records
Por: Álvaro Antípodas
Corren buenos tiempos para el Garage Rock.
Hace unos escasos meses lanzaba la pregunta de qué nos depararían en el futuro cercano la hiperactiva banda australiana King Gizzard & The Lizard Wizard. La respuesta la hemos tenido con la publicación de Murder Of the Universe, disco que oficialmente salió al mercado el pasado viernes 23-jun. En dicho álbum la frenética banda vuelve por sus fueros y consiguen aglutinar todas las virtudes de sus últimos pasos y condensarlas en un trabajo estructurado en tres capítulos. Una obra que vuelve a usar el recurso ya usado en Nonagon Infinity del bucle continuo sin pausa y el intercalar pasajes repetidos, llegando incluso a haber algún guiño al citado trabajo del pasado año como en la intro del segundo acto (Some Context o en The Lord of Lightning).
A simple vista del tracklist puede dar la sensación de empacho y exceso, pero hay que recordar que estos señores rara vez sobrepasan en sus canciones los dos minutos y medio. De hecho, aquí la fragmentación del álbum es mayor que nunca, cobrando mayor importancia que nunca la escucha global sobre el efecto aislado de cada tema. Una de las mayores novedades del disco es la adición de bastantes momentos spoken words a modo de voces en off que ayudan a crear la narrativa de cada historia de los capítulos. Ni que decir tiene que sus letras vuelven a tirar de bastantes elementos psicodélicos e incluso por momentos sci-fi incrementando el producto final a la habitual categoría de bizarrada a la que acostumbran.
Con respecto al Flying Microtonal Banana todo aquí vuelve a sonar más urgente, aun teniendo las pausas de los tramos spoken, se puede decir que los de Stu Mackenzie se han volcado en crear temas up-tempo con la doble batería a saco y el sonido fuzz martilleando constantemente. Buena prueba de ello es Altered Beast II, The Lord of Lightning, The Balrog o Digital Black. Además, hay que añadir otro buen puñado de canciones que en algún momento tienen algún giro de explosión efímera. Un recital loco de algo más de tres cuartos de hora que demuestra el gran momento de forma que están sabiendo explotar a la perfección los King Gizzard.
Y es que poco se le puede discutir a esta joven y prolífica banda, quizás por ser algo crítico con ellos habría que citar el hecho de que sigan volviendo a usar tramos del fantástico Nonagon Infinity, una situación que puede ser sintomática de cierta limitación creativa, aunque de eximente puede alegarse que en un periodo de quince meses han sacado tres discos (Maynard James Keenan toma nota). Los alumnos aventajados de la escena Garage-Rock psicodélica ya han conseguido doctorarse y en su siguiente paso parece que se acercarán al Jazz con Sketches of Brunswick East que será como se titule el siguiente trabajo. Un disco para el que estamos seguro que no habrá que hacer una larga espera. Mientras tanto nos quedaremos con la divertida esquizofrenia de temas como Vomit Coffin.