Es curioso lo mucho que está cambiando el uso de una prenda tan esencial como la camiseta. Al fin y al cabo sigue siendo lo mismo de siempre; ropa genérica en la que puedes incluir un «dibujo/logo/lema» con el que te identifiques, y con el que de algún modo proyectes tus gustos (pasiones) y estilo de vida. El problema es que en los últimos tiempos todos hemos visto una pérdida de autenticidad alarmante en este asunto, de manera que la accesibilidad y superficialidad de este nuevo y hueco «mundo escaparate» se ha adueñado del alma y singularidad de llevar esta prenda, especialmente con ciertos símbolos vinculados al mundo del rock duro y punk. Las tendencias pasajeras son como huracanes que a su paso devastan de raíz hasta el más mínimo de genuinidad. Aunque ver normalizados signos de la contracultura no es algo del todo indeseable, sentimos que desde esta «última aldea que resiste» podemos aportar pequeños grandes ejemplos de que los vínculos con nuestras camisetas son para nosotros mucho más que un trozo de trapo de H&M que nos ponemos para hacer likes en Instagram o ir al concierto de turno. En las próximas semanas, los redactores de Diablorock iremos compartiendo imágenes y textos de esas camisetas que para nosotros son especiales, que tienen una historia detrás y quizá, aunque sea algo muy personal, os puedan parecer de interés… o incluso inspirar.

Mi camiseta especial: por David Mat.
Escribo esto casi con la misma ilusión con la que hace exactamente 10 años preparaba mi primer (y espero que no único) viaje a Nueva York. Descarté totalmente la idea de un viaje organizado, y planeé milimétricamente mi propio recorrido sobre un plano sobadísimo de la ciudad, marcando los lugares que tenían un interés especial para mí. Esto me llevó, entre otros muchos lugares, a Coney Island para revivir las escenas finales de The Warriors, a la famosa 53rd & 3rd donde Dee Dee Ramone se prostituía para pillar droga, al barrio donde se crió Peter Steele, a la fachada del edificio que sale en la portada de Physical Graffiti, al cuartel general de los Cazafantasmas… y, como no podía ser de otro modo, también al CBGB. O lo que quedaba de él: el esqueleto de la legendaria marquesina y la persiana metálica cubierta de dedicatorias y despedidas. Si cerraba los ojos, podía percibir la presencia allí mismo, en la puerta, de Debbie Harry, Joey Ramone, Johnny Thunders, Richard Hell, The Dictators, y tantos otros. Por lo menos, llegué antes de que el local fuera fagocitado totalmente por John Varvatos y se fuera toda la magia al carajo. Me tuve que consolar comprando esta camiseta y un tremendo libro de fotos en la tienda oficial del CBGB, en St. Mark’s Place. Una lástima que las autoridades neoyorquinas no llegaran a considerar el mítico local como Lugar de Interés Histórico, pero así con las cosas. Por lo menos, rocé el mito y me llevé un precioso recuerdo.


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