Sello: Season of Mist.
Crítica por Cthulhu.
«Es como si el universo tuviera cáncer. Todo es muerte. O peor: todo es nada en absoluto».
Ciudad Revientacráneos – Jeremy Robert Johnson.
Difícil es la senda desbrozada por uno mismo, y muchos son los obstáculos a los que se enfrenta todo aquel obstinado en labrarse su propio camino en los terrenos del extremismo sonoro. Golpeado por la intransigencia de la ciega ortodoxia y desorientado por el vacuo eclecticismo del indie, el black metal ha sido uno de los géneros más sacudidos por esta lucha entre contrarios que ha generado no pocos ríos de tinta a lo largo del nuevo siglo, teniendo en bandas como Deafheaven, Liturgy o Wolves In The Throne Room a los objetivos perfectos para sacudir sin piedad o idolatrar ciegamente. Sin entrar en polémicas (aunque diré que a un servidor las citadas formaciones no le dicen gran cosa), el punto esencial de toda esta polémica no es tanto el cambio (bandas revolucionarias como Deathspell Omega, Oranssi Pazuzu o The Ruins Of Beverast son reverenciadas por la mayoría de la parroquia blacker) sino la introducción de elementos foráneos a la paleta de colores del terrorismo sonoro, principalmente de un post-rock que suele sacar lustre a un género tradicionalmente asociado a lo feo y áspero. En la fina línea que separa ambos reinos caminan con equilibrio de trapecista los germanos Der Weg Einer Freiheit (“el camino a la libertad” en castellano paladín), combo liderado por el vocalista, guitarrista y bajista Nikita Kamprad y que desde 2009 llevan demostrando que, por imposible que parezca, se pueden conciliar ambas visiones de la negrura, tanto la de la belleza sublime como la de la negación intransigente de todo.
Finisterre (2017, Season Of Mist) puede considerarse el trabajo más maduro del cuarteto de Bavaria, y en el que acoplan a la perfección todos los elementos que han ido conformando su puzzle creativo desde que debutaran en 2010 con aquel notable disco homónimo, y que continuaran con los también redondos Unstille (2012) y Stellar (2015). Una labor nada sencilla pues en su propuesta se dan la mano el black metal más agresivo de combos como sus compatriotas Endstille con la querencia melancólica de los también germanos Waldgeflüster, y todo ello atravesado por momentos de una pasionalidad rayana en el post-hardcore y los bellos clímax propios del post-rock, deviniendo en una criatura final que lejos de ser un aborto impostado se erige por méritos propios en una obra coherente y robusta, aunque apartada de los preceptos originales del black-metal. Es en esa tierra de nadie, reclamada como propia por Der Weg Einer Freiheit y compartida con combos como Woe, donde podemos empezar a valorar el cuarto trabajo de los alemanes alejándonos tanto de reproches como de loas innecesarias, y en la que cortes como el inicial Aufbruch te apabulla a golpe de épica y fiereza, dos de los elementos de los que se vale Finisterre para abrazar la grandeza.
La manera en que la banda aúna agresividad y melodías se siente como una reinvención de lo que la segunda oleada noruega hiciera en su momento, aunque aquí enfocado hacia terrenos de una belleza crepuscular que por momentos hace guiños a una catarsis que, por definición, siempre es aliada de la luz. Ein Letzter Tanz es uno de los momentos álgidos del disco, compendio de virtudes del cuarteto donde rabia, intimismo sonoro y catarsis triangulan el esqueleto de una de las composiciones más poderosas del año, puro genio nacido de las entrañas pero destinado a morar en algún lugar del firmamento. Las dos mitades de Skepsis vuelven a incidir en la bicefalia de Der Weg Einer Freiheit, con un primer acto donde se cuela la mayor de las bellezas post-rockeras y un cierre que muerde como un lobo encerrado en un vendaval, y ambas trabajando en un in crescendo capaz de dejarte sin aliento. El álbum se cierra con el corte que le da título, el más cercano a los postulados blackers (ese comienzo es pura ortodoxia…) donde brilla con luz propia el batería Tobias Schuler, sometiéndonos de nuevo a un clímax de una intensidad casi física y que nos deja exhaustos al final de ese mundo conocido tras el cual sólo moran los monstruos…
Der Weg Einer Freiheit nos entregan su mejor trabajo hasta la fecha con Finisterre, tres cuartos de hora de pura transversalidad donde el black metal, el post-rock e incluso el hardcore de corte más pasional se entrelazan en una oscura danza capaz de alcanzar momentos de verdadera catarsis, y con el que se acercan al genio también inclasificable de bandas como Oathbreaker o Woe.
1. Aufbruch
2. Ein letzter Tanz
3. Skepsis Part I
4. Skepsis Part II
5. Finisterre
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Der Weg Einer Freiheit encabezan una cita única en Barcelona junto a Regarde Les Hommes Tomber. Sábado 30-Sep, Sala Razzmatazz 3. pic.twitter.com/krUjDK7SBr
— Diablorock (@diablorockweb) April 5, 2017